Letralia, Tierra de Letras Año VIII • Nº 101
6 de octubre de 2003
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Letras
Textos
Hebert Abimorad

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Un tango largo para Montevideo que se va

La ciudad con sus elementos desconocidos. Con sus momentos en que el hombre recién nacido no conoce su futuro. Lo espera. La incertidumbre de mecerse en una cuna construida de perspectivas. Todos le sonríen pero cuando el orín se pasee entre sus piernas no habrá nadie que cambie los pañales hasta el instante que las tenga irritadas, entonces un desconocido se acercará por piedad.

Asiste en una escuela donde utilizan la tiza para jugar a la guerra.

En esas calles pisadas, pisadas, marcadas, marcadas de huellas invisibles, mira los zapatos desde abajo y los ve gastados, agujereados y tropieza con los chicles que lleva para dejarlos en las paradas de los ómnibus, allí espera otro zapato agujereado.

Avanza hacia las esquinas desconfiado de encontrar la jerarquía al final de la cuadra, y oye ruidos de pasos y es entonces que teme chocarse con el recién llegado, dobla y mira de soslayo, en guardia para pasar inadvertido.

Mientras los autos pasan acelerados, salpicando los pantalones, con un garaje como destino, el hombre llega pronto a su casa seca, afuera llueve torrencialmente.

Hace cola en la embajada, se lleva un refuerzo de mortadela y huele a ajo, pero qué importa, pasará frío y sueño, qué importa, tendrá augurosas expectativas, subirá a un avión repleto, tendrá hijos, cantará que veinte años no es nada y su mirada no será febril, retornará en un avión vacío, a una ciudad vacía, pero qué importa.

Y en el fondo se describe un cuadro de colores, hojas verdes, amarillas, rojas que vuelan hacia un cielo celeste mezclándose con los gritos de la muchedumbre, allí va sin pan en la valija, sin trampas, con la sola esperanza de un futuro mejor.

De la otra vereda algunos se quedan, ellos creen en el conejo blanco que recorrerá la ciudad sin mancharse, y sonríen.

Y al final, golpearás la puerta cerrada, mientras el portero estará ocupado leyendo una revista de Tarzán.


Proyectos de ciudad

Ciudad irresoluta. Construcciones antiguas apuntan al mar, un hombre bosteza en una esquina donde se amontona la basura. Un caballo tira de un carro.

Ciudad para vivir. Vuelven de sus trabajos. Se duchan. Leen el periódico apoyando los pies en el taburete. El sábado van a la playa. El domingo al fútbol.

Ciudad desconcertada. Las calles se dirigen hacia afuera, los habitantes se tropiezan en la huida.

Ciudad sin identidad. Un tejido de calles que forman un laberinto.

Ciudad sonora. Lanzan globos. Los niños no los alcanzan. El cielo se convierte en una gran sonrisa. Los globos revientan.

Ciudad ceñida. La vida se concentra alrededor de la plaza.

Ciudad somnolienta. Los párpados cansados cierran los ojos. Las luces se apagan. Una niebla abraza las casas.

Ciudad germinadora. Los viejos se despiden temprano.

Ciudad mala conciencia. Sucedió. Viste algo. No. Escuché gritos. Alcancé a ver sangre. Pero no vi nada.

Ciudad lacrimosa. Las casas humedecidas parecen afligidas.

Nunca fuiste mía del todo, los extraños te coparon, no logré rescatarte, costaba tanto esfuerzo, y el trabajo de reconocer que hemos perdido, ahogados en un llanto de frustración de ciudad, tener y no tener, para terminar cantando tango, la terapia de nuestra vida.


       

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