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de Editorial Letralia
Cagua, Venezuela
Jorge Gómez Jiménez
Editor

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Letralia, Tierra de Letras
Año VIII • Nº 104
5 de enero de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Artículos y reportajes
Textos filosóficos
José Repiso Moyano

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Los conceptos subjetivos

La belleza, el éxito, la cultura, la política, por ejemplo, son conceptos subjetivos; es decir, que dependen de una medida o de una meta propuesta. Así, cuando queremos medir estos conceptos no decimos en concreto algo, mucho, suficiente, bastante o necesario, sino decimos "es relativo", "esto es relativo". No obstante, si algo es relativo tendría que serlo siempre, racionalmente. Sin embargo, decirle a Ángel Nieto "Tu éxito ha sido relativo" es incorrecto, irracional; pues, si el éxito fuese relativo, sería admisible y racional decirle eso, y no es así, al cuestionarle "su éxito". Por igual, si el amor fuese relativo, tendría que ser admisible y racional decirle a Vicente Ferrer "Tu amor ha sido relativo", y no es así, al cuestionarle "su amor".

Con poco de reflexión estas respuestas son inapropiadas, que no llegan a concretar algo, que no llegan a informar de un contenido mínimo. O dicho aun más claro, si a mi perro que ha sido envenenado, ya en su convalecencia por vencer a la muerte y que lo ha logrado bien, le dijese "Tu éxito por vencer a la muerte ha sido relativo", no sería correcto, y más cuando se ha recuperado del todo. Así, queda demostrado que el éxito no es relativo.

Ningún concepto subjetivo es relativo, porque sencillamente, racionalmente o científicamente si una cosa es relativa —es decir, no absoluta— debe serlo siempre y no pasarse como un tonto por su casa de relativo a absoluto y viceversa cada dos por tres. Dicho aun más claro, si se demuestra que el tiempo es relativo deberá ser el tiempo relativo para siempre —de lo contrario no existe demostración. Dicho aun más claro, si se demuestra que un ser humano es un ser vivo, esa verdad debe ser para siempre —de lo contrario no existe demostración.

Ningún concepto subjetivo es objetivable y, por eso, es sólo subjetivo; es decir, que cada cual lo vive absolutamente a su manera —persiguiendo "su ideal"—, y no de una manera fija para todos, aunque compartan algunos aspectos; y pasados mil años seguirá existiendo a la manera subjetiva de cada cual. Lo que es subjetivo contraviene sólo a su aspecto objetivable, pero no a su aspecto existencial. Por ejemplo: el amor de una madre no es objetivable, no es valor medible, pero existe absolutamente; o la esperanza que el ser humano siempre tendrá. Será distinta de un ser humano a otro, pero siempre —absolutamente, porque es un valor intrínseco a él— la tendrá.

Algo distinto pasa con los conceptos objetivos, únicos para todos: somos seres vivos, los cuerpos tienen una atracción entre sí —la fuerza de la gravedad—, yo escribo esto, su madre le parió y miles de cosas que son absolutas con un punto de referencia o con cinco. Sí, los puntos de referencia son bases de lo que le ha ocurrido o lo que le ha hecho a una cosa, pero es tan metafísico esto extendiéndose hacia atrás que pueden ser miles y miles. No obstante, es muy preciso diferenciar dos tipos: puntos de referencia de los conceptos subjetivos —que pueden ser infinitos e imaginarios— y puntos de referencia de los conceptos objetivos —que son los que son.

A veces, cuando se hace una pregunta que tiene muchas respuestas, sólo se contesta con "Eso es muy relativo"; pero no con "Concrete su pregunta", "Concrete en lo que realmente quiere" o "Dependerá de lo que realmente desea". A veces, cuando se hace una pregunta cuya respuesta se desconoce descansa decir "Esto es muy relativo" en vez de decir "Hay que averiguarlo" o "Aún no se sabe"; por ejemplo, ¿cómo será la Tierra dentro de un millón de años? A veces se hace una pregunta inapropiada como ¿cuándo muere un ser humano?, no concretando si se habla de la muerte cerebral o celular. A veces se hace una pregunta sobre algo que no existe o es inescrutable.

En fin, el recurso fácil de "es relativo" es irracional, no conlleva sino un pasmo, una provocación gratuita o una carcajada. Algunos se escudan en que lo dijo Einstein; pero no dijo eso ni mucho menos, ya que todo lo que dijo lo basó en conceptos absolutos: el movimiento, la constancia de la velocidad de la luz, la absoluta indestrucción de la energía, etc.

Nunca he objetado al adverbio "relativamente" —como opción libre de cada parecer o imaginación. También, debo señalar que algunos dicen que no están seguros de nada para confundir; pero seguro que cuando se tiran a la piscina aseguran —muy bien asegurado— que tenga agua. ¿A que sí?

Menos hipocresía.

 

Apropiación de las primeras necesidades

Desde el colonialismo que favoreció la revolución industrial el mapa del ventajismo económico casi no ha cambiado y la mayoría de los países siempre estarán "en vías de desarrollo" a remolque de quienes lo sustentan o lo controlan; siempre estarán supeditados a los tejemanejes de quienes les sobran medios —porque siempre tendrán más que los demás— para especular, negociar con lo que ven que es de obligada necesidad, con lo que nunca será prescindible para sobrevivir.

Así, las fuentes de energía, la medicina, la vivienda y las patentes de las nuevas tecnologías siempre serán el objetivo de la urdimbre especuladora; es decir de donde se puede hacer más dinero, engañar, manipular con el beneplácito o con la impotencia de toda justicia de turno.

"Donde manda patrón, no manda marinero"; es decir, que ellos ya tienen la dirección, el negocio total de tal usura, la explotación segura o infalible a largo plazo la cual no permitirá ningún estorbo, ninguna vicisitud de idealistas proclives a ser derrotados sin remedio.

Entonces, lo primero que de África importa es el amor por sus fuentes de energía y por sus metales preciosos —poseerlos o controlarlos a toda costa—, aunque se le soborne con un desarrollo "colateral" que siempre será el mínimo, de seguir hacia delante —pero supeditado y bien atado.

Y es que lo más "sagrado" es que se mande sobre las directrices mismas del gran negocio, pasando por alto esa poca vergüenza de que unos tienen demasiado y siempre tendrán demasiado mientras que otros de desesperanza se pelean o se mueren, porque las primeras necesidades no son suyas o ya "otros" más astutos las han negociado para que no estén a sus alcances.

De esta forma descabellada, con este modelo de explotación, los países ricos siempre tendrán que hacer frente al acoso de la inmigración, al acoso del fundamentalismo libertador de los pueblos —que es una inadaptación— y al acoso de algunas desobediencias más agresivas.

Sin embargo, por otra parte, dentro de algunos países desarrollados, se cumplirá cierto amaneramiento por controlar también los bienes de primera necesidad —para robar sin que se den cuenta—; pues, de una vivienda —que es como el pan con lo que no se juega— se la suben de precio a un trabajador, para que tenga que trabajar tres veces más o cuatro para poseerla dignamente.

Este es el caso de España, por ejemplo, donde la vivienda —por especulación— ha triplicado su precio por encima del sueldo medio. Pero, ante esto como respuesta, Aznar se va del lado de Bush que le gusta mucho, subvenciona la fundación del dictador Franco y destruye poco a poco los sectores económicos más desfavorecidos.

Él es así.

 

Pensamiento coherente sobre la realidad

Si una cosa la podemos soñar, no significa que sea un sueño; si una cosa la podemos dibujar, no significa que sea un dibujo; si una cosa la podemos comparar, no significa que sea una comparación; si una cosa la podemos imaginar como estática, no significa que sea estática —"limitada"—; si una cosa la podemos negar, no significa que sea una negación, que no exista.

Porque todos sabemos que la mente tiene su juego propio, indispensable para sobrevivir, para satisfacerse; incluso de una forma insumisa ante la razón, ante la realidad. La mente desafía, "apuñala" la realidad siempre que tenga una oportunidad —aunque no siempre con coherencia—, pues quiere controlarla, moldearla, anularle los "fríos" códigos que la sustentan si no le interesan.

Así, no desperdiciará teorías anímicas que se extrapolen de lo más elemental, de lo coherente.

Ahora bien, con los pies en el suelo, lo absoluto es lo ilimitado, sin restricciones, que se puede relacionar pero no es relación "per se", que existe y de una forma cambiante en sus formas —ni siquiera el cuerpo humano es fijo, fijo—, aunque con unas "leyes" fijas —principios fijos que permanecen.

En determinación, todo lo existencial lo es porque posee esas "leyes", y las posee porque todo viene de algo, es producido, tiene sus causas. Por lo tanto, considérense esas "leyes" como causas, sustentos reales, axiomas existenciales.

Ilimitado es el tiempo, el espacio, la realidad en suma, en su contexto real —existente— y siempre limitada a su contexto irreal —inexistente. De ahí que en un anterior artículo tratase de los límites de la realidad: sí, ante la inexistencia, en cuanto a que la realidad sólo tiene capacidades limitadas ante lo que no es probable, que forma parte de la fantasía o de cualquier deformación de lo real.

No obstante, cuando creemos que la vida es limitada, en poco nos damos cuenta de que no es así, que ha ocurrido y puede ocurrir infinitamente en lo que transcurre —sin limitaciones reales. El ser humano, al analizar las cosas, las detiene, las hace dibujos, y comete el error de que las limita a ese instante, las somete a un valor o a un concepto aislado, vulnerable a la máxima del transcurrir de todo. El ser humano se decepciona al comprobar con ingenuidad que ese valor paralizado, limitado téoricamente, se desvanece con sus oportunistas puntos de referencia atribuidos a su esencialidad fija —porque los puntos de referencia son útiles sólo en lo teórico de lo ilimitado, y éstos son asimismo ilimitados, no oportunistas, no codificados a una conveniencia racional, sino a la coherencia racional.

Por ello, cada cosa es ilimitada en sus infinitas posibilidades (no hablo de capacidades); por ejemplo, un ser humano tiene infinitas posibilidades sobre lo que le pueda ocurrir. También cada cosa es independiente de otra cosa, no puede ser esa otra cosa a un mismo tiempo.

Reaccionariamente —para su conveniencia—, la mente no quiere lo ilimitado, sino limitar y controlar, y sobornar a la realidad. Los conceptos subjetivos igualmente son ilimitados, absolutos; porque el amor, la esperanza, la tranquilidad, etc., no tienen limitaciones: siempre hay una esperanza mayor —algo que demuestra que es absoluta. Sin embargo, alguien dirá que su amor no lo es, pero ¿puede cohonestar la realidad?, ¿puede negarse ante él, puede limitarlo, puede no admitir que está a expensas de todo el amor posible?

¿Puede arrancarse a sí mismo o a la vida eso?


       

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