1.
Introducción
Uno de los reclamos más frecuentes de los padres con hijos en edad escolar
es que las instituciones de enseñanza públicas o privadas, populares o
burguesas, no han dado una respuesta correcta y en el momento adecuado a los
niños que presentan dificultades de lectura y escritura en la enseñanza
básica.
Las dificultades en lectoescritura alcanzan a ricos y pobres, blancos y
negros, europeos y latinos, que están en los bancos escolares del mundo.
Para que se tenga una idea de las dificultades de la escuela, como
institución, digamos que entre 10 y 15 por ciento de la población en edad
escolar va a presentar, en clase, algún tipo de dificultad del aprendizaje.
La escuela todavía no responde eficazmente a los desafíos de trabajar con
las necesidades educativas de los niños con deficiencias en el aprendizaje,
especialmente las que se relacionan con las dificultades del lenguaje como
dislexia, disgrafía y disortografía.
La dislexia ocurre cuando un niño no lee bien o no encuentra sentido ante el
texto escrito. La disgrafía y la disortografía se manifiestan cuando existe
dificultad en el plano de la escritura o del acto de escribir.
Son problemas con letras difíciles que preocupan al padre, porque sabe que
el éxito de la escuela de sus hijos depende, y mucho, del aprendizaje eficiente
de la lectura, escritura y ortografía.
2. Desarrollo de la eficiencia lectoescritora
No son pocos los relatos de la ansiedad de los padres al confrontarse con
dificultades para suministrar un buen desarrollo del lenguaje verbal, oral y
escrito a sus hijos.
La lectura y la escritura son dos habilidades complejas e imprescindibles
para la adquisición de las demás habilidades en la escuela, como la de
calcular y contemplar los conocimientos históricos acumulados por las
civilizaciones.
Los padres en sus relatos demuestran que niños en fase educacional, a los 8
o 9 años de edad, presentan lectura y escritura defectuosas. El cambio de
letras en la escritura o de fonemas cuando se habla o se lee es uno de los
principales indicadores de las dificultades lectoescritoras.
La falta de planeamiento en el acto de escribir y la falta de comprensión
lectora, después de la lectura del texto, son indicadores del grado de
complejidad de la lectoescritura en el ambiente educativo.
A esa edad, particularmente en el primer ciclo de la educación formal y
sistemática, en la enseñanza básica, la preocupación de los padres se vuelca
hacia los primeros índices de los defectos lingüísticos.
La tesis de que la escuela es una fábrica de lectores malos no debe ser
descartada en ese momento. No se trata de encontrar culpables, y sí de buscar
las raíces del fracaso de las escuelas.
La escuela, aunque sea una institución antigua, todavía está gateando en
la enseñanza científica de las lenguas maternas y extranjeras.
La ausencia en las escuelas de un método eficaz en la enseñanza, por falta
de soluciones del sistema político o falta de aptitud de la gestión
pedagógica, es tenida como la causa más importante del fracaso de la
enseñanza de la lectoescritura, y la insistencia en equivocaciones acaba por
generar, a lo largo de una década de formación básica, un aprendizaje
deficiente, patológico, causando una serie de problemas con las letras.
La escuela no se ha dado cuenta de que enseñar bien es favorecer la memoria
de largo plazo de los niños, para que almacenen informaciones y conocimientos
por un largo período de vida.
Asimilar bien el contenido de la escuela debe ser verdaderamente la finalidad
última de la escuela. En un lenguaje común, enseñar para la vida es enseñar
a pescar y no limitarse a regalar el pescado: es enseñar a aprender a aprender.
El significado de aprender debe por lo tanto ser visto como una asimilación
activa. Aprender de tal modo que, en la última etapa de educación básica, en
la enseñanza media, los jóvenes tengan un desempeño eficiente o satisfactorio
a la hora de leer un libro o de escribir un texto para concursos o pruebas de
universidad. Sin una memoria de largo plazo es difícil el acceso al léxico a
la hora de escribir un texto o de hacer lecturas. Leer para aprender empieza por
una lectura comprensiva de una obra literaria, como los clásicos de la
literatura brasileña (Machado de Assis, Aluisio Azevedo, Ráchale de Queiroz y
otros), y no se limitan a responder sólo los formularios de lecturas anexas en
el libro.
Leer, pues, es concluir ideas y construir, atribuir sentidos, significados
plurales a lo leído, de modo que aplique informaciones y conocimientos
adquiridos en la vida universitaria y personal.
Una obra como O Cortiço, de Aluisio Azevedo, no podrá ser traducida
sólo como descripción del cuadro social del Rio de Janeiro de finales del
siglo XIX, sino como una crítica del autor naturalista a la forma predatoria
con la cual Portugal dominó el país en el período colonial.
La escuela insiste en cuestiones generales como "¿qué modalidad tiene
esta obra?", "¿a qué escuela pertenece el actor X o Y?",
"¿quién es el personaje?". De esa manera la escuela funciona como un
cementerio oficial de lectores hábiles. Algunos profesores, en esos cementerios
lectores, no funcionan como facilitadores y estimuladores del aprendizaje
eficaz, sino como verdaderos lavadores de cerebros de la lectura.
Muchas veces las preocupaciones de los padres con la función lectora de los
hijos son aparentemente pequeñas. Algunos padres ciertamente exageran en las
expectativas de sus hijos en lo que se refiere a escritura o lectura, pero la
falta de confianza para el padre es un buen indicio de lo que realmente puede
estar ocurriendo en la formación lectoescritora de su hijo. La sociedad
escogió a la escuela, entre las instituciones sociales, para trabajar con la
lectura y la escritura de nuestros hijos. Ocurre que muchos niños con
dificultades lectoescritoras, especialmente la falta de habilidad lectora, no
llegan a una comprensión significativa del tema de la obra. A los padres y
profesores les gustaría que ellos, sus hijos lectores, llegasen después de una
lectura de una obra a la comprensión de las palabras y de su mecanismo de
funcionamiento.
Un mal lector en enseñanza media puede ser generado en el período de la
enseñanza básica. Por ejemplo, algunos alumnos con dificultades específicas
de lectoescritura al final del primer ciclo de enseñanza básica hacen cambio
de fonemas y grafemas como t/d, f/v, b/p, principalmente.
¿Qué hacer si la dificultad de los educandos está en la palabra, en la
enseñanza gráfica y no en el texto como un todo? ¿Alguien que tenga
dificultad en comprender una palabra tendrá algún chance concreto de
comprender bien una frase? ¿Habrá sido eficiente la educación infantil o la
clase de alfabetización, en cuanto al desarrollo cognitivo y lector de los
niños, en la preparación para la lectura inicial o intermedia?
Muchos padres, sin una respuesta eficaz de la escuela, buscan, fuera del
ambiente que ella proporciona, profesionales como fonoaudiólogos, pediatras,
neurologistas y psicopedagogos en busca de la superación del problema. Muchos
profesionales, por su parte, actúan, prontamente, en la preeducación del
lenguaje verbal, sugieren caminos, pero las dificultades de lectoescritura son
especificas de la lectura y de la escritura.
Los que se aventuran a comprender y a intervenir, profesionalmente, en la
terapia de las habilidades lingüísticas, deben conocer la teoría, el proceso
y desarrollo del lenguaje. No es casualidad que, hoy, profesionales de salud
(más que los profesionales) sean grandes lectores y actores de obras
relacionadas con las patologías del lenguaje.
Existe una medicina pedagógica que ya ocupa el espacio dejado por los
pedagogos tradicionales cuando están delante de situaciones en que los niños
no aprenden a escribir y a leer bien, a pesar de tener las condiciones objetivas
ofrecidas para una formación eficaz.
Con la ayuda de esos profesionales de la educación y preeducación
lingüística, que se dedican a la terapia del lenguaje, así como al
diagnóstico e intervención psicopedagógica, el problema de la dislexia y la
disgrafía es soportado, compensado, pero no significa la superación definitiva
de las perturbaciones.
3. La falta de respuesta de la escuela en la enseñanza lectoescritora
Los problemas de lectura y escritura deberían tener respuesta eficaz en el
medio educacional, en un trabajo interdisciplinario, contando con la ayuda
externa de profesionales de psicología, de fonoaudiología y de medicina
(pediatría y neurología).
Las soluciones a problemas lingüísticos deben ser proporcionadas por todos
aquellos que actúan directamente con el lenguaje (todos los profesores son
profesores de lenguaje, potencialmente), de modo que presenten soluciones
internas sin perder de vista las especificaciones del proceso lectoescritor, lo
cual tiene una naturaleza didáctica y, por eso, las mismas soluciones deben
venir del propio ambiente y de la dinámica de la escuela.
El profesor, principal agente del proceso preeducador, debería o debe ser el
más aplicado o calificado en las cuestiones que se refieren a pedagogía de la
lectoescritura.
Sin un trabajo consistente de la escuela, los cambios de letras simétricas,
por ejemplo, normalmente siguen en la fase adulta. En algunos casos, con menos
frecuencia. Otras veces, es un síndrome que acompañará a los niños, los
jóvenes y los adultos por toda su vida.
Es necesario el trabajo de preeducación lingüística, es decir, formar una
conciencia lingüística, especialmente la conciencia de los sonidos del habla.
El papel de la escuela es enseñar bien el sistema fonológico de la lengua,
su distribución, su clasificación y su variación. La escuela necesita
enseñar los conceptos lingüísticos de vocales y consonantes en la enseñanza
de la lengua materna.
Es esa conciencia fonológica o lingüística que hará que los niños, al
escribir palabras con letras simétricas (p, b, p, q), piensen respecto
al proceso de la escritura alfabética.
Una de las consecuencias de la falta de conciencia fonológica es, en la
escritura formal, que los alumnos saltan letras, por ejemplo: glóbulos /
góbulo.
Cuando cambios, omisiones y sustituciones de fonemas ocurren en el proceso de
la lectoescritura, no tendremos dudas de que la escuela ha incurrido en
omisiones en la eficaz enseñanza fonológica de la lengua materna.
4. Defectos en el aprendizaje de la lectoescritura
Hablar y escribir son dos habilidades complejas en el medio de las
habilidades lingüísticas. Expresarse verbalmente, oral o por escrito, es una
habilidad que no nace con el ser humano.
La escuela es, entre las instituciones sociales, la escogida por la sociedad
para el desarrollo de las habilidades de la lectura, escritura y habla.
El habla debería ser, para las escuelas, la habilidad inicial, básica, el
punto de partida para un trabajo más eficiente en la formación lingüística
de los niños.
La escuela todavía tiene supeditado el habla espontánea, particularmente la
resultante de la variación popular, como una expresión equivocada, lo que
acabamos llamando prejuicio lingüístico.
Los padres y educadores, o todos los profesionales que operan con
diagnóstico e intervención psicolingüística, deben estar atentos durante la
edad de adquisición lingüística.
Aparte de un determinante constitucional, el acceso obligatorio de los niños
a la enseñanza básica a partir de los 7 años de edad corresponde también a
una etapa importante para su desarrollo, sus capacidades y habilidades
lingüísticas.
A partir de los 8 y 9 años de edad, y ya al final del primer ciclo de la
enseñanza básica, es importante que los educandos sean proeficientes en la
escritura y lectura inicial.
La excelencia de la enseñanza es un indicador importante del éxito escolar.
Cuando existen dificultades significativas y recurrentes en la escritura o en la
lectura inicial o intermediaria de los niños, podemos decir que, de alguna
forma, hay un fracaso de la escuela.
De hecho los familiares deben duplicar sus atenciones en lo que se refiere a
expresión oral o escritura de sus hijos, para verificar y corregir sus defectos
en el aprendizaje de la lectura y escritura.
Los cambios, sustituciones y omisiones de fonemas en la habla o en la
escritura reflejan deficiencias en el aprendizaje lectoescritor.
Los cambios de fonemas como p/b, p/q, f/v, entre tantas unidades
sonoras y distintivas del sistema de consonantes portuguesas, por ejemplo, en
esa fase, reflejan muchas veces una deficiencia lingüística en la formación
inicial (la alfabetización) de los niños.
Un niño que cambia fonemas en el habla o que tiene problemas en lo que
corresponde a grafema-fonema, parece sugerir, para los educadores y lingüistas,
que existe una deficiencia en la formación pedagógica.
Sabemos que muchas deficiencias están enraizadas en la propia pedagogía.
Muchos de nuestros alfabetizadores, aunque tengan experiencia, tienen
deficiencias de formación para el magisterio de la escuela.
En las escuelas, a veces, ocurre una mala instrucción de la enseñanza de
lectura o escritura. Pensemos primeramente que se trata de una ocurrencia
involuntaria. Esto acarrea, a través de los largos años de formación de la
escuela, consecuencias serias para el proceso lectoescritor.
Un profesor de educación básica que dice que la vocal es una letra o que no
sabe separar, en una palabra, la cantidad de fonemas y letras, seguramente no
conseguirá suministrar una enseñanza sistemática segura y coherente. Su
alumno, ciertamente, tendrá dificultades en deletrear o inclusive pronunciar
algunas palabras.
Una escuela que enseña, por ejemplo, en el sistema fonológico del
portugués, no más que 5 vocales, está dando bases precarias, de orden
metalingüístico, para la lectura, lo que genera en un educando la adquisición
de una dislexia pedagógica.
Sabemos que en portugués son 12 vocales. Son 7 vocales orales: /a/, /é/,
/ê/, /i/, /o/, /ô/ y /u/, y 5 nasales: /an/, /en/, /in/ /on/ y
/un/.
Las vocales son los sonidos del habla. No son letras. Las vocales son
fonemas, o sea, unidades sonoras distintivas de la palabra. Tienen haber con la
lectura. Sin ese entendimiento no hay cómo impartir una enseñanza a favor de
la conciencia metalingüística de los sonidos del habla.
Las letras que representan las vocales o sonidos del habla tienen una
estrecha relación con la escritura.
La decodificación, fase importante en la lectura, anterior a la comprensión
lectora, requiere el reconocimiento de las letras y grafemas, de las diversas
manifestaciones gráficas de los grafemas en el sistema escrito.
Leer y escribir se complementan, pero no son habilidades de niveles
homogéneos. Hablar bien no es garantía de una buena escritura. Escribir bien
tampoco garantiza una buena lectura.
Quien lee amplía más su conocimiento previo a la hora de escribir, pero
ambos, escritura y lectura, son procesos que tienen sus especificaciones.
En una palabra, la escritura no es el espejo del habla. Como se dice, como se
habla, como se pronuncia el nombre de las personas o objetos, no es
necesariamente como se escribe. No hay una correlación entre el fonema, o
sonido del habla, con la escritura, con los grafemas.
En casos en que los niños presentan, insistentemente, el cambio de letras,
podemos suponer, por ejemplo, una dificultad por motivación fonológica.
Una información lingüística o meta fonológica en el proceso de formación
escolar diferencia la habilidad lectoescritora de los niños. Quien aprende a
reflexionar la lengua comprenderá mejor sus errores y vicios de lenguaje.
La fonología, parte de la gramática que trata de los fonemas, es muy
importante para la escritura y para la articulación de las palabras.
Veamos, por ejemplo, los fonemas /t/ y /d/, que son consonantes
linguodentales. Una sorda (/t/). La otra sonora (/d).
Los padres deben estar atentos en lo que respecta a la articulación de los
fonemas. Deben empezar observando atentamente el habla espontánea, típica de
sus hijos.
Preguntas como "¿qué ocurre con la escritura después de un
dictado?" o "¿están siendo bien articulados por sus hijos en el
habla espontánea o en la lectura de textos escolares?", deben ser parte
del centro de interés pedagógico y preocupación familiar de los padres.
Entonces, si no están aprendiendo bien la estructura fónica de la lengua,
¿qué tal un trabajo con las cuerdas vocales, para que noten la diferencia en
cuanto a la sonoridad?
Es una hipótesis importante. En general, cuando ocurre ese déficit
fonológico, esa hipótesis será confirmada por la pronunciación o deletreo de
las consonantes labiodentales, como: /f/ y /v/, y /p/ y /b/.
Los padres, con o sin formación superior, deben tener la costumbre de abrir
las gramáticas escolares, que infelizmente traen reglas poco claras. Aun así,
las gramáticas traen informaciones que pueden aclarar, por deducción, reglas,
a partir de las informaciones de los actos o fenómenos lingüísticos.
Quien lee una gramática sin preocuparse por la memorización de las reglas,
y sí comprometido realmente en aprenderlas, acaba sacando dividendos del
metalenguaje gramatical: la explicación código por código.
Es interesante que la clasificación de las categorías gramaticales o la
terminología de la teoría del lenguaje, muchas veces son motivadas o traen un
origen grecolatino que las confunde con el ser, con la cosa, como acto
gramatical.
Un adverbio es una categoría que modifica el verbo (el adjetivo y el propio
adverbio también) porque es un "ad verbo", es decir, una
categoría gramatical que se queda próxima al verbo. El adverbio es una
categoría que combina la estructura oracional con el verbo, complementa su
sentido en varias circunstancias (modo. compañía y negación). La gramática
normativa no enseña así, mas la terminología nos sugiere esta educación
lingüística por la palabra.
La nomenclatura de la gramática normativa, normalmente, es motivada,
sugestiva, y así acabamos por llegar a una conclusión de la operación
lingüística.
La gramática enseña que antes de p y b no se escribe n y
sí m, mas no explica nada. Prescribe reglas. Entretanto, si nos fijarnos
bien, /b/, /p/ y /m/ son fonemas bilabiales. El fonema /n/ es
linguodental. Por lo tanto debemos escribir m y no n. Es, pues,
una regla fonológica. Luego, una buena explicación del fenómeno fonético,
presente en la regla de arriba, enseñada desde el principio en la enseñanza
básica, promoverá la conciencia metafonológica de los niños.
De ese modo, los padres no deben emprender ceremonia alguna para abrir una
gramática o un diccionario escolar con la tarea de enseñar la lengua materna.
A los hijos con dislexia escolar, un padre o una madre (o inclusive un
hermano mayor) puede abrirles la gramática en la parte relativa a la
fonología, y mirar el cuadro de consonantes de la lengua portuguesa.
Las vocales son más simples, pues se distribuyen en central (/a/), anteriores
(/ê/, /é/, /i/) y posteriores (/ô/, /ô/ y /u/), siempre
sugiriendo una explicación, una descripción para el funcionamiento de los
fonemas en el contexto de la palabra.
¿Por qué decimos /Pedru/ si la palabra Pedro termina con la
letra o? Leemos fonemas. Escribimos letras. Las letras no sólo
representan, en la escritura, los sonidos del habla.
La familia observará, leyendo las gramáticas escolares, cómo son
clasificados los fonemas en cuanto al modo y su punto de articulación. Un
ejercicio operatorio con articulación o producción de los fonemas es de gran
valor en la enseñanza de la lectoescritura. Por ejemplo:
- La familia debe hacer su educación o preeducación lingüística.
Articular cada fonema, vocal y consonante. Observar cómo su hijo está
pronunciando los fonemas.
- Enseguida, pedir a su hijo que mire el movimiento de sus labios cuando
articulan fonemas y algunas palabras del cotidiano (papá, bola, cuaderno,
cuchillo, tarea, etc.). Quien aprende a mirar, observar, aprende a teorizar.
La palabra teoría, de origen griego, quiere decir "aquello
que viene del mirar". Quien mira aprende a pensar. Quien piensa la
lengua cuando habla, lee, escucha o escribe, es capaz de hacer reflexión
metalingüística.
- Pedir también que imiten su articulación de sus sonidos es un modo
antiguo, tradicional, pero interesante de aprender. Existe una frase hecha,
latina, que dice: "A repetitio studiorum mater est"
("La repetición es la madre del conocimiento"). La repetición
acaba por dirigirlos a la conciencia de los fonemas.
Un padre o una madre que se disponga a enseñar, aunque no sea un profesional
de la lingüística podrá con ese procedimiento ayudar en la formación lectora
de sus hijos.
La familia tiene un importante papel en la formación escolar de su hijo.
5. Desarrollo de la capacidad de aprender
Es necesario que la escuela enseñe a sus alumnos, especialmente los de
educación primaria, cómo se hace realmente el proceso de la adquisición del
conocimiento del lenguaje.
Los niños, desde pequeños, necesitan entender cómo se procesa la
información y los conocimientos en el cerebro humano. El almacenamiento, por
largo plazo, de las informaciones lingüísticas, imprescindibles para el habla,
la escritura, la lectura y la comprensión oral.
Tal educación servirá no sólo para la lengua materna sino también para
las demás disciplinas escolares.
En un cálculo como 34 x 76 hay mucho que enseñar aparte de su producto
final. Algunos profesores de matemáticas o lengua se concentran en el resultado
de la instrucción formativa, en cómo van a valorar cada etapa hecha y ganada
por el alumno.
Una prueba formal valora el lenguaje y permite que los niños aprendan cada
vez más. La prueba "escolar", en contrario, califica a los niños por
el lado del proceso de formación.
Cuando pensamos en lectoescritura, una operación elemental de
multiplicación, por ejemplo, llega a ser revelador el proceso cognitivo a que
los niños están sometidos a la hora de operar cálculos en la mente y en el
papel, dado que esta operación elemental se realiza con el cálculo de la suma
de n parcelas iguales a un número m.
La matemática y la escritura están bien próximas, es decir tienen una
naturaleza procesal y cognitiva.
De hecho tendríamos los siguientes procedimientos en el caso de la
multiplicación:
- Distribución espacial de los factores que participan de las operaciones
de matemáticas, es decir 34 y 76.
- Efectuamos una operación entre multiplicador y multiplicando.
Observaremos que en ese caso el multiplicador es el factor que indica
cuántas veces hay que tomar el otro para efectuarlo. El multiplicando es el
número que se tiene que sumar tantas veces son las unidades del
multiplicador.
- Por fin llegaremos a un producto, es decir el resultado de la operación.
La dialéctica, como fundamento de la metodología procesal en la educación
de las habilidades lingüísticas y matemáticas, está presente, por lo tanto,
en las matemáticas elementales o en la producción del texto discursivo o
disertativo. Un texto es un proceso constituido de fases:
- Introducción,
- desarrollo y
- conclusión.
Una multiplicación de 34 por 76 podría hacerla en una clase de producción
escrita donde se enseña y describe, por analogía, la estructura básica de un
texto.
En el momento de la evaluación, la idea de proceso educacional vuelve a ser
el centro de la atención docente. La evaluación formativa tiene como objetivo
el proceso, el reconocimiento de que los medios son importantes para la
finalidad del aprendizaje.
Los niños necesitan aprender y saber esas informaciones del lenguaje, de la
lectura, de la escritura y del cálculo con seguridad y de manera segura y
clara.
Quien tiene presentes estas premisas, enseña. Quien enseña, debe saber los
contenidos para repasar gradualmente al alumno. La escuela necesita llevar a los
niños al mundo del conocimiento. Los niños son los regentes del mundo del
saber.
En la calle, los niños aprenderán informaciones metalingüísticas como
conceptos de lengua, habla, vocal, semivocal, dígrafos, etc. Harán, claro,
hipótesis, aprendidas del habla espontánea.
Un niño aprende en la calle la expresión "toy maluco",
pero sólo la escuela es capaz de advertir que, en el lenguaje culto, la forma
ideal de una sociedad burguesa es "yo estoy maluco", teniendo
en cuenta que la lengua, por su naturaleza social, sufre muchas alteraciones en
su forma y contenido.
Por eso, la escuela puede decir que la lengua histórica, por una serie de
transformaciones lingüísticas y estructurales, en función de la dinámica
social y variaciones geográficas y sociales propias de los idiomas modernos, se
ha transformado en una forma verbal consagrada, por las gramáticas, como
erudita, como por ejemplo: estoy, en toy, en el lenguaje popular.
Aprender el funcionamiento de la lengua es muy interesante.
Es en la escuela, con buenos profesores, donde los niños aprenderán que las
informaciones del metalenguaje de la lengua materna les darán habilidades
requeridas para la lectura y para la sociedad del conocimiento, dentro y fuera
de la escuela.
En las casas, la tarea de refuerzo de lo que se enseña en la escuela es un
importante complemento. Es necesario que los padres hagan parte del proceso.
La educación escolar de calidad, comprometida con una educación productiva,
es un deber del Estado y de las instituciones de educación públicas o
privadas.
De otra manera, la educación lingüística del escribir y aprender, del leer
para aprender, es obligación también de los familiares. Es una responsabilidad
social de los que dirigen el desarrollo humano para la calificación del trabajo
y ejercicio de la ciudadanía.
Cuando nos referimos al conocimiento, la sociedad debe responsabilizarse en
la tarea de garantizar la calidad del acceso de la educación a todos los que
desean conocer y aprender el saber acumulado históricamente por la humanidad y
favorecer la educación lingüística de su nación.
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