"...y si el mundo se terminara y en algún lugar del más allá
se preguntara a los hombres: ‘Han entendido su vida en la Tierra?
¿Qué conclusión hicieron de ella?’
Entonces el hombre podría argumentar
calladamente por medio del
Quijote:
Esta es mi conclusión sobre la vida, ¿me pueden enjuiciar por ella?".
Dostoievski.
Intento leer el quiebre de la fórmula del huacho1 en la novela Cansado ya del sol
de Alejandra Costamagna tratando de identificar tanto su eje temático como las modalidades representativas
de la novela, elementos satíricos y demenciales en el entramado de una compleja propuesta, favorecen la
invención de una salida sesgada para una heroína marcada por el sino de la orfandad.
Estamos ante una novela que se apodera de un camino que difiere de la huérfana abandonada que espera
pasiva los acontecimientos de su devenir, su propuesta se enmarca en un esquema finalista de la visión del
mundo. Mayra, narradora y protagonista de la novela, lucha en defensa de una recuperación identitaria a
través de la muerte de su propio padre y de todo lo que conlleva su imagen, entiéndase familia, patria e
historia. En otras palabras, nos ofrece la paradoja de la búsqueda de pertenencia a través de una ruptura
total. Lo interesante es que este propósito es revelado al compás del trenzado que arma Mayra reactivando
su historia, desactivándola y cambiándola.
A continuación realizaremos una caracterización de las líneas de pensamiento formuladas por Octavio
Paz, las cuales nos servirán de apoyo al momento de plantear la propuesta novedosa de la novela en estudio.
En su influyente obra El laberinto de la soledad,
Octavio Paz plantea que el "macho" representa el polo masculino de la vida. El guerrero, el
seductor, pero no el padre. En el español mexicano la frase "yo soy tu padre" no tiene ningún
sabor paternal, ni se dice para proteger, resguardar o conducir, sino para imponer una superioridad, esto
es, para humillar. El atributo masculino esencial, la fuerza, se manifiesta casi siempre como capacidad de
herir, rajar, aniquilar, humillar. Es el varón asociado al principio masculino de lucha y violencia sin
cauces. Estos rasgos, continúa Paz, tienen su origen en una herida "en la violenta, sarcástica
humillación de la Madre y en la menos violenta afirmación del Padre. El mexicano es producto de un acto de
violencia en el que la madre traiciona a su pueblo y el padre desprecia a su descendencia, es el ‘hijo de
la chingada’, el engendro de la violación, del rapto o de la burla. Por ello, el mexicano ha
interiorizado una imagen devaluada de la mujer: violada y complaciente, y una imagen de padre de un lado,
ausente, del otro, arbitrario e iracundo no temperado por los aspectos de protección y sacrificio propios
del patriarca.
Las ideas centrales de Paz pueden resumirse en la asociación de lo masculino a un principio activo sin
ambivalencias, al guerrero violento. En la sociedad mexicana el padre reniega del hijo y se rehusa a
respetar y proteger a la madre, de ahí que la figura del macho represente la actividad arbitraria y sin
control. Esta imagen de masculinidad tendría sus raíces en el trauma de la conquista. El mexicano en tanto
hijo de mujer vencida y el guerrero vencedor ha internalizado una imagen masculina brutal pero poderosa y
admirada. En términos generales, Paz se inclina por señalar que los españoles tras colonizar América (la
tierra y las mujeres) se fueron, por lo que el pueblo hispanoamericano es huacho, y debido a que la historia
tiende a repetirse tendríamos el siguiente resultado: huacho abandonado es al lacho abandonador de madre,
como lacho abandonado es a huacho abandonador de mujer: en este sentido, podríamos señalar que el destino
de la tierra hispanoamericana es ser prostituta, ya que debe comercializar su cuerpo y sus ideas para así
sobrevivir.
Como podemos apreciar, estos postulados constituyen un valioso e interesante aporte en el marco
interpretativo de nuestra condición como hispanoamericanos. Lo interesante es que si bien estos postulados
pacianos parecen ser consecuentes e ilustrativos en cuanto a nuestros rasgos identitarios, son, a la luz de
nuestro análisis, subvertidos por la protagonista de Cansado ya del sol.
Mayra, ya en las primeras páginas del libro, se reconoce como una huacha:
"Yo me he convertido en una hija de puta (o lo soy desde mi origen)" (19). Esta afirmación nos
remite a la condición de la protagonista, la cual se reconoce dentro de un origen extraviado, una ‘hija
de la chingada’ a la luz de Paz; sin embargo, su rol como mujer es asumido de una forma opuesta a la
señalada por el autor ya que su actitud se enmarcará dentro del rol del macho prototípico, es decir,
asumirá el rol activo por antonomasia. El hecho de abandonar tanto a su padre y con esto a su tierra
adoptiva, México, como a su amigo Laino, le confieren el atributo masculino esencial pero subvertido; en
otras palabras, si el macho se caracteriza por cumplir el papel de despreciador de su descendencia, Mayra,
en tanto, despreciará su ascendencia siendo capaz de herir y aniquilar toda huella de su origen.
En este punto estamos en condiciones de identificar los modos de representación de la novela
configurados en una suerte de trenzado cuya línea argumental será la búsqueda de la identidad. Dentro de
esta configuración encontramos un modo satírico que se atiene a ciertas características provenientes de
la sátira menipea,2 tales como la representación de estados inhabituales ligados a la demencia
y al desdoblamiento de la personalidad, los cuales tienen como fin poner de manifiesto "el carácter
inconcluso del hombre y ésta su no coincidencia consigo mismo".3 En la novela encontramos a
la protagonista escindida entre Mayra y una tal Dolorosa, esta última descubierta por Laino, tendía a
aparecer cuando salían a relucir sus heridas en un ambiente cercado por el sin sentido:
El aire entraba frío y de inmediato se quemaba en mi cuello. Laino decía que en mí habitaba la
Dolorosa. "De nuevo se apoderó de ti la Dolorosa", aseguraba cuando me veía llegar con la
vista un poco velada. Su manera de referirse a mis heridas me hacía gracia [...] y me ponía a contar
perros, obsesionada, un poco ciega, un perro muerto en la cuneta, qué triste... ¿Y al muerto lo
cuento? La Dolorosa, nuevamente la Dolorosa" (58).
Tanto el desdoblamiento como la interrogante de incluir a un perro muerto dentro de su afición obsesiva
corresponden a situaciones capaces de revelar un pasado confuso, manchado por sangre y muerte. Este diálogo
entre las dos Mayras, esto es, la mujer y su conciencia, influye de un modo significativo en tanto le sirve
como puente hacia el develamiento de esa verdad huidiza y extraviada entre su Chile natal y su México
adoptivo. Por lo tanto la actitud dialógica de Mayra para consigo misma contribuye también a lo que
Jacques Lacan denomina como ‘la problemática de la identificación con el otro’; a la luz de este autor
el sujeto tiende a adoptar una imagen con el fin de establecer una relación con su realidad a través del
estadio del espejo, el cual revela la función de la imago.4 Al tener en cuenta este postulado
podemos inferir que nuestra protagonista recurre insistentemente a la imagen de los perros que se le cruzan
en su camino, concibiéndolos como objetos de una estructuración memorística que le ayuda a soportar su
propio destino. Los perros cumplirían la función de la imago a través de la cual accede al reconocimiento
de su propio extravío en el mundo.
Pues bien, continuando con las modalidades representativas de la novela vinculadas con la sátira,
tenemos en consideración la particularidad más importante señalada por Bajtin acerca de la menipea, ésta
es la creación de situaciones excepcionales para provocar y poner a prueba la palabra y la verdad. Nuestra
novela en estudio presenta, en uno de sus puntos culminantes, una situación provocada y provocadora que
dialoga con los postulados de Bajtin recién expuestos: Mayra se encuentra en el funeral de su padre,
momento tan ansiado por ella, cuando no contenta con eso ordena detener el entierro para arrojar sus
palabras como un mar turbulento y precipitado:
"Alto ahí", les ordeno. "No pierdan tierra. Todavía me quedan verdades". Y
ellos paralizan las palas y yo estoy por representar mi plegaria [...]. Soy la hija de puta. Ellos me
mataron. Me fulminaron mis padres. Así lo hicieron: emblandecieron mi corazón, cegaron mi vista y se
enjuagaron las manos: soy la hija del reptil. Los reptiles nos recogemos en el silencio helado de la
tierra. No veo. Alguien clausuró mis ojos con parches de curita. Ni me acuerdo quién. Ahora tengo dos
huecos vacíos. La memoria es un almacén de desperdicios. Mi llanto copioso, mis manos callosas, yo una
sombra [...]. ¿Que no entiendes que estoy muerta? Yo nací pero no existí. Mis padres me liquidaron en
el acto (211).
Estas aseveraciones nos remiten al campo del delirio y de la elucubración. Mayra siente su cuerpo
deformado como el resultado de los actos de unos mentores que en nada han ayudado en su proceso formativo.
Advertimos además que lo fantástico/demencial sirve no para encarnar positivamente la verdad sino para
buscarla, provocarla y, sobre todo, para ponerla a prueba ante el muerto de su padre y, en sentido
simbólico y no menos paradojal, ante la muerta que ha sido desde su nacimiento. Podríamos decir que la
ruptura total de Mayra proviene de una condicionante vinculada con la orfandad histórica de todo un pueblo.
Al abrir el abanico encontramos espacios ocupados por el dolor; tanto México como Chile, escenarios
transitados por la protagonista, muestran huellas identitarias de dolor y extravío. México constituye el
resorte hacia el ocultamiento de la culpa de una traición; Chile, en cambio, devuelve el eco de voces
delatoras y truncadas por las presiones políticas. En este punto somos capaces de identificar otra
modalidad representativa de la novela, ésta tiene que ver con la articulación que se produce entre la
novela de intrigas o de investigación y la carnavalización del mundo narrado. Al tener presentes las
nociones del carnaval difundidas por Bajtin, podríamos inferir que el modo de representación de los
acontecimientos vinculados con la novela obedecen al carácter ambivalente propio del carnaval. Por una
parte tenemos a un padre que en el transcurso del relato se nos presenta como Manuel, hombre preocupado de
su hija y de la supervivencia de ambos a través de un negocio donde se encarga de recibir y brindar
alojamiento principalmente a los visitantes de Puerto Escondido; luego nos damos cuenta de que ese orden se
nos manifiesta subvertido puesto que tanto su nombre como su oficio habían sido cuidadosamente escondidos
de su hija, la cual de la noche a la mañana se encuentra con la novedad de un padre Clemente y, además,
poeta: "¿Que para qué me ibas a decir que te llamas Clemente y no Manuel? Estás muy loco, padre.
Dices que Clemente es el muerto y Manuel el vivo. Estás tan loco, padre" (148). Esta conjugación de
la negación y la afirmación remiten a la apropiación de un mundo novelesco donde impera la locura
instalando, como principio paradójico, un orden insólito dentro del incoherente desorden del universo.
De esta manera, resulta interesante hacer notar que el comportamiento de Mayra se debatirá entre la
soledad y la demencia. Al tomar en cuenta los postulados de Rodrigo Cánovas sobre la orfandad en la
literatura chilena, sería factible admitir que nuestra protagonista padece de la soledad típica de las
heroínas de la novela chilena reciente: "La soledad parece ser una condición femenina ad ovo,
que se va revelando a través del decurso de la vida [...]. Es una revelación liberadora o un castigo
sufrido, un signo de paz o de autodestrucción; en todo caso un sino".5 En este sentido,
para Mayra la soledad será un espacio de luces y sombras. Espacio de violencia interior y de recogimiento
demencial donde el estado de autorreflexión será el generador de dos voces en pugna: una se dirigirá
hacia la reconstrucción identitaria y la otra hacia su completa destrucción. Antes de dirigirse a Chile,
Mayra planea la muerte de su padre pidiéndole a Laino su intervención: "Quiero que mates a Manuel
[...]. Que lo envenenes —aclaré—. Yo consigo el veneno para ratas y tú lo echas en el salero. Nadie
más que él usa ese salero. Tiene que ser un veneno suficientemente poderoso para acabar con un
hombre" (158). El acto de urdir este plan convierte a la protagonista en una heroína conquistada por
el dolor y agobiada por un designio de muerte, lo cual estaría en consonancia con la traición cometida por
su padre antes de abandonar Chile y con el desprecio de la propia madre: "Fuiste un delator; eso
fuiste. Después te escabulliste con la culpa, con el asco, con el miedo y conmigo sobre tus hombros
cansados. Julieta me detestó desde mi origen. Acaso yo era el engendro de la traición" (147). En todo
caso el descubrimiento, por parte de Mayra, de este pasado oculto donde el padre da muerte al amigo de su
esposa al delatarlo ante las fuerzas del poder gubernamental, da pie, junto al odio profundo y voluntad de
aniquilación del padre, a la salida del país de la protagonista, buscando la recuperación de la memoria a
través de los rastros del último período de vida de la madre en una casa de locos. Como podemos apreciar,
esta búsqueda estará marcada por una fuerte crisis identitaria, la cual sumirá a la protagonista en el
desamparo, la soledad y la demencia. Lo interesante es que estas condiciones se vuelven caracterizadoras de
un presente inventado por la protagonista al verse víctima de una orfandad marcada por la ausencia de
padres y patria. Paradójicamente, desde este espacio existencial de huerfanía primigenia surge una imagen
renacida de la mujer, desde su papel de creadora. Desde el formato de la investigación logrará aprehender
un ímpetu de rebelión individual, frente al destierro de sí misma.
Como hemos observado, el eje temático de la identidad atraviesa los diversos modos de representación de
la novela, ante lo cual debemos tener en consideración que el tema de la identidad, la definición del
sujeto frente al "otro", el lugar que le cabe a un individuo frente al universo, están al
principio de la creación literaria universal y de la literatura hispanoamericana, en particular. Al
respecto Patricia Cerda-Hegerl señala lo siguiente:
Ya en la colonia temprana se produjo un vacío de identidad en el habitante de Chile que hemos venido
heredando las generaciones posteriores. Nosotros, los descendientes legítimos o ilegítimos de los
vencidos, nunca supimos quiénes fueron nuestros verdaderos progenitores ni cuál es nuestro verdadero
origen.6
Esta condición de errantes marcados por el extravío, si bien es cierto ha sido un tema recurrente en
nuestra literatura, cabe destacar la propuesta de la novela Cansado ya del sol,
puesto que ésta tiene la capacidad de transmitir una salida novedosa inclinada hacia una propuesta radical
y demencial. La maquinación de la muerte del propio padre para poder caminar de una vez por todas hacia un
horizonte de sentido constituye una noción paradojal, que conduce a una salida sesgada pero válida frente
a la noción de un individuo en crisis y hundido en un torbellino colmado de heridas y complejas
hibridaciones. En este sentido se vuelve importante hacer notar la fragmentación que vivenciará la
protagonista, tras su compleja búsqueda identitaria: "Una parte de mí se ha trizado en las verdades.
Basta que me toquen para comprender que estoy rota" (212). Podríamos decir que este quiebre y
fragilidad reconocidos por Mayra al final de la novela dan la clave para comprender la identidad rota de una
historia que traspasa los límites del texto.
En síntesis, hemos recorrido los modos de representación de la novela Cansado ya del sol,
de Alejandra Costamagna, centrándonos en modalidades vinculadas con la demencia, la sátira y el carnaval.
Además hemos identificado como eje temático la búsqueda identitaria en una mujer sitiada por la noción
de crisis.
La constatación de un quiebre de la concepción del huacho
propuesta por Octavio Paz es una de las particularidades que nos sirven para calificar como original el
proyecto narrativo de una joven narradora como Alejandra Costamagna (1970), resultando importante destacar
la propuesta demencial de su novela, en tanto se advierte un principio paradojal y subvertido. Como último
punto a tratar hemos escogido la problemática de la orfandad, ya que nos parece un signo que, junto con ser
marca preponderante en esta novela, podría concebirse como el centro donde se articula el sentido de
nuestra inserción en la historia.
El tema de la orfandad universal aparece por primera vez en la obra de Jean Paul Ritcher con su célebre Sueño,
cuyo título corresponde a: Discurso de Cristo muerto en lo alto del edificio del mundo: no hay Dios.
Destacamos este texto por su calidad primigenia, descubierta por Paz, de representar la muerte del padre.
Sin embargo, su complejidad es abismante, ya que en la conjugación de un carácter profundamente religioso
y absolutamente blasfemo, Cristo mismo declara que no tiene padre:
En medio del clamor de la multitud de las sombras, Cristo desciende y dice: He recorrido los mundos,
subí hasta los soles y no encontré a Dios alguno; bajé hasta los últimos límites del universo,
miré los abismos y grité: Padre, ¿dónde estás? [...]. La eternidad reposaba en el caos, lo roía y,
al roerlo, se devoraba lentamente ella misma. Los niños muertos se acercan a Cristo y le preguntan:
Jesús, ¿no tenemos padre? Y él responde: todos somos huérfanos.7
Como podemos apreciar, el tema de la orfandad universal está encarnado en la figura de Cristo,
constituyendo una visión que ilustra un universo caótico en permanente desorden e incoherencia. Ante la
reflexión de este texto nos trasladamos a nuestra realidad como sujetos hispanoamericanos y podemos sentir
que Jean Paul Ritcher describe una situación que nos liga profundamente. En nuestra condición de
huérfanos tenemos una inserción extraviada en el mundo al igual que Mayra. Entonces llegamos a la
interrogante de cómo enfrentar nuestro destino constatando una orfandad originaria. Los caminos son
develados sólo con una actitud que se oriente a la búsqueda instigadora de nuestra particular posición en
el mundo. Ahora bien, al inclinarnos por la muerte de toda nuestra ascendencia vivenciando el duelo como
forma de acceder a nuestro horizonte de sentido sin sombras ni lastres, tal cual lo hace la protagonista de
la novela, haría falta un sentido de la cordura que raye en lo demencial, de no ser así el camino vuelve a
angostarse situando al sujeto en una órbita de no-pertenencia. Es difícil pensar en una propuesta más
radical para el enfrentamiento con la memoria y las raíces al aire que la línea seguida por Mayra y, con
esto, la propuesta de Alejandra Costamagna. Así, nos parece que el presente estudio es de utilidad en la
medida que contribuye a la recuperación de pistas conducentes a la configuración identitaria de sujetos
que de una u otra forma reflejan las tendencias seculares en la transformación de nuestra historia.
Notas
- Planteada por Octavio Paz en su ensayo El laberinto de la soledad. Regresar.
- Véanse los postulados de Mijail Bajtin. En: Problemas de la poética de Dostoievsky. Colombia, Fondo de Cultura Económica, 1993. Regresar.
- Op.Cit. p. 165. Regresar.
- Véase este tema tratado por Jacques Lacan en el capítulo "La función del espejo" perteneciente a Escritos 1. México D. F., Siglo Veintiúno, 1984. Regresar.
- Rodrigo Canovas. "Los límpidos caminos de la orfandad: señales de la novela chilena de las nuevas generaciones". Santiago de Chile: Taller de Letras, Nº 24, 1996, p. 41. Regresar.
- Patricia Cerda-Hegerl. "El tema de la identidad en la historia y literatura chilenas". En: Literatura chilena hoy (eds. Karl Kohut y José Morales Saravia). Madrid: Iberoamericana, 2002. Regresar.
- Fragmento del Sueño de Jean Paul Ritcher citado por Octavio Paz en Los hijos del limo, p. 74. Regresar.
Bibliografía
Mijail M. Bajtin. Problemas de la poética de Dostoievsky.
Colombia, Fondo de Cultura Económica, 1993.
Rodrigo Canovas. "Los límpidos caminos de la orfandad: señales de la novela chilena de las nuevas
generaciones". Santiago de Chile: Taller de Letras,
Nº 24, 1996.
Alejandra Costamagna. Cansado ya del sol.
Santiago de Chile: Planeta, 2002.
Cedomil Goic. "Brevísima historia de la novela hispanoamericana. La novela actual
(1980-2004)". Pontificia Universidad Católica de Chile, 2004.
Eric Sullà (Ed.) Teoría de la novela. Antología de textos del siglo XX.
Crítica, Barcelona (Grijalbo Mondadori), 1996.
Octavio Paz. 1959. El laberinto de la soledad.
México: Fondo de Cultura Económica, 1959.