Recordado por su reciente éxito Historia universal de la
destrucción de libros, que ya ha sido traducido a doce idiomas, el escritor
e investigador venezolano Fernando Báez acaba de publicar La destrucción
cultural de Irak, en el que explica cómo el patrimonio cultural e
histórico de esa nación resultó devastado por la guerra.
El libro, que contiene un prólogo del lingüista y
crítico estadounidense Noam Chomsky, fue presentado el 9 de marzo en la Torre
Corp Banca, en Caracas, y la edición para Venezuela ha sido acometida en
conjunto por Alfadil y Octaedro-Flor del Viento.
Báez, profesor e investigador nacido en Guayana y
Premio Internacional de Ensayo Vintila Horia, formó parte de una misión
internacional para evaluar los daños causados a las riquezas de Irak, que
forman parte del patrimonio de la humanidad ya que allí nació la escritura y
la civilización occidental.
Cuando llegó a Bagdad, ya declarado el fin de la
guerra, descubrió que la postguerra era más violenta aún pues las fuerzas de
ocupación norteamericanas y europeas se dedicaron al saqueo y la destrucción
de muchos tesoros irrecuperables, como las tablillas de arcilla de la
civilización sumeria que contenían los primeros registros escritos de la
humanidad.
“En nombre de la civilización occidental, Estados
Unidos está arrasando la cuna de la civilización", ha denunciado Báez.
“No recuerdo semejante barbaridad desde tiempos de los mongoles. En Bagdad
fueron quemados más de un millón de libros y 10 millones de documentos. Hoy en
día Irak no tiene manera de conocer su pasado”.
Según Báez, los traficantes de obras de arte han
saqueado alrededor de 15 mil objetos valiosos pertenecientes a Irak y a la vez a
la humanidad. El investigador denuncia que muchas veces esos traficantes han
actuado en complicidad con las fuerzas extranjeras de ocupación. “¿Se
imaginan qué pasaría si un día el Museo del Louvre amaneciera vacío?”, se
pregunta.
“En Irak comenzó la civilización porque allí
empezó la historia. Los inventores del libro electrónico volvieron a los
orígenes de la civilización para arrasarla”, afirmó el escritor venezolano,
quien agrega que muchas veces tal saqueo y destrucción fueron ejecutados de
manera premeditada y planificada, como una banda de jóvenes provistos de bombas
de fósforo que saqueó y destruyó documentos seleccionados de la Universidad
de Bagdad.
Afortunadamente ha habido personal de bibliotecas
que contribuyó a salvar parte del patrimonio, pero de todos modos el daño
infligido hasta ahora es irreversible. El ejército estadounidense ha cancelado
toda investigación, el Pentágono se ha negado a admitir la magnitud del
desastre y existe una total impunidad para los autores de tales atrocidades.
“¿Quiénes son los responsables de la
destrucción cultural de Irak?”, se pregunta Báez. “La mayor parte de la
culpa se la atribuyo a la administración actual de Estados Unidos, que
desestimó todas las advertencias hechas y violó la Convención de La Haya de
1954 al no proteger los centros culturales y estimular, a través de una
propaganda de odio, los saqueos”.
Estados Unidos también incurrió en los delitos de
crímenes contra el patrimonio cultural expuestos en el Protocolo de 1999. “Tal
vez por eso la administración de George W. Bush ha solicitado inmunidad para
oficiales y soldados ante posibles juicios en los tribunales penales
internacionales. Tal vez por eso también decidió reingresar a la Unesco y
envió a su esposa a negociar cargos ejecutivos dentro de esta organización,
despedir a los asesores más incómodos y silenciar toda crítica”, denunció
Báez.
De igual modo, el escritor acusó al régimen de
Saddam Hussein: “La infame presencia del partido Baaz en los centros
culturales provocó que miles de manifestantes los atacasen al identificarlos
con el despotismo de Saddam Hussein. En el caso de los directivos de los museos,
su anuencia con el partido los llevó a permitir que se instalasen depósitos de
municiones y francotiradores en puntos estratégicos, lo que puso en riesgo el
patrimonio cultural”.
Báez admitió que ha recibido insultos y amenazas
por haber formulado estas denuncias. “No soy político, soy un experto en
libros y ninguna biblioteca estará a salvo mientras Irak sea un campo de
batalla”, finalizó.