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Adolfo Castañón ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua
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Este 10 de marzo se produjo el ingreso del escritor Adolfo Castañón a la Academia Mexicana de la Lengua, donde pasa a ocupar la silla número dos de la entidad, fundada en 1870 a instancias de la Real Academia Española.

El discurso de ingreso de Castañón tuvo como tema una de sus mayores obsesiones como ensayista, crítico y editor: la vida y obra de Alfonso Reyes, a quien se refirió como “el mejor escritor mexicano en prosa y verso de la primera mitad del siglo XX”.

Luego de hacer un extenso y aleccionador recorrido por la bibliografía del autor de Visión de Anáhuac, Castañón invitó a releerlo a fondo y anunció la próxima publicación del diario inédito del polígrafo regiomontano, así como la edición de sus “escritos mexicanos” en una antología “como la que él mismo soñó a lo largo de su vida”.

Los más inmediatos antecesores de Castañón en la silla número dos de la Academia fueron Francisco Monterde y Héctor Azar. Ambos también evocados por Castañón, quien dedicó su discurso a otro regiomontano ilustre, Gabriel Zaid, físicamente ausente de la ceremonia.

La disertación del nuevo académico enfatizó los valores y la dimensión universal de Alfonso Reyes: “El poeta y crítico que sentó las bases de un canon moderno de la prosa y del verso para las letras mexicanas e hispanoamericanas; el poeta infatigable que supo hacer de la escritura al pie de la letra una oración incesante; el poeta que supo transmutar sus dolores individuales en una religión a la vez personal y nacional, a la par nacional y regional”.

Ante una concurrencia emocionada y atenta, el autor de El jardín de los eunucos abundó en su elogio del “Reyes casual que siempre andaba jugando a la gran prosa, del hombre que tendió puentes a través de las hojas de su correspondencia, en un sistema de vasos comunicantes, creando así una suerte de hidrografía subterránea del orden cultural iberoamericano”.

Por todo lo que fue y aportó Reyes, “poeta proteico en verso y en prosa”, Castañón sostuvo que “bien vale la pena una relectura a fondo de su obra; bien valen las rediciones y las reimpresiones, las copiosas antologías; vale y hace valer el instrumental editor que las tecnologías modernas ponen a nuestra disposición y darle una cuidadosísima relectura a lo ya transcrito y publicado; vale la recomposición editorial de sus textos de teoría literaria”.

José Luis Martínez respondió el discurso y dio la bienvenida a Castañón, “un crítico que ama la literatura y que busca en ella nuevas amistades”. Recordó cuando conoció a Castañón, en 1976: “Entonces él tenía 24 años, casi la mitad de los 53 que hoy tiene, y no había publicado ningún libro. Ahora que comienza a ser académico cuenta ya con 33 libros, más de uno por año, es escritor famoso y amigo muy apreciado del señor viejo que soy y que le da la bienvenida a esta Academia Mexicana de la Lengua”.

Al referirse a la bibliografía del nuevo académico, Martínez enumeró los libros de Castañón y los dividió en siete grupos: ensayos varios, Alfonso Reyes, crítica literaria, versos, Montaigne, viajes y cocina. Los estudios formales de Castañón “se reducen a la preparatoria y a la licenciatura en letras españolas, pasante sin grado. Es, como su servidor, autodidacta”. Sin embargo, con sus 30 años de trabajo en el Fondo de Cultura Económica, casa de la que ahora es gerente editorial, “se ha ganado con creces su doctorado en letras”.