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Veredicto del premio Rómulo Gallegos
genera polémica
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La más reciente edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos generó susceptibilidades y controversias en España, toda vez que el editor y crítico literario venezolano Gustavo Guerrero cuestionó al veredicto que premió al español Isaac Rosa por El vano ayer (Seix Barral), por considerarlo “imparcial y adherido a la ideología chavista y castrista”.

Guerrero, en su artículo titulado “Réquiem por un galardón”, publicado el pasado 15 de julio en el diario español El País, puntualiza que “por primera vez desde su creación, los cinco jurados del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos constituían así un solo bloque político y representaban la garantía de una adhesión sin reservas a la ideología revolucionaria. Con ellos, castrismo y chavismo colocaban una bandera en el corazón mismo de una institución que había gozado hasta entonces de un margen de libertad envidiable”.

Agrega el crítico que Rosa fue escogido por una simple parcialidad política, más que por un juicio estético: “el joven y talentoso Isaac Rosa no ha escatimado esfuerzos para hacer públicas sus simpatías por el régimen castrista... me queda casi la íntima convicción de que, detrás de la decisión final, no se oculta ningún intenso debate estético”, argumentando de esta manera la presunta imparcialidad del jurado calificador, integrado por Antón Arrufat, Jorge Enrique Adoum, Nelson Osorio, Cósimo Mandrillo y Alberto Rodríguez Carrucci.

Guerrero argumenta que las razones por las cuales el galardón otorgado por el Celarg ha adquirido un tinte político, tienen como antecedentes los escándalos protagonizados por el colombiano Fernando Vallejo, ganador del certamen en su edición del 2003, ante lo cual el Ejecutivo venezolano buscó las maneras de evitar otro escándalo semejante.

“No es improbable que las provocaciones de Fernando Vallejo al recibir el galardón en 2003 por El desbarrancadero hayan precipitado los acontecimientos, obligando a Hugo Chávez Frías a tomar cartas en el asunto antes de tiempo. Que el colombiano haya tenido el atrevimiento de pronunciar un discurso en Caracas en el que ridiculizaba por igual a Cristo y a Castro, que haya declarado que Bolívar y la Independencia habían sido un mal para nuestros pueblos, y que acabara entregando los 100.000 dólares del premio a la Sociedad Protectora de Animales, era mucho más de lo que podían soportar nuestro presidente y su aliado cubano”.

Para el crítico literario, radicado en Francia desde hace varios años y conocido en la nación gala por sus constantes críticas a las recientes políticas latinoamericanas publicadas en diversos diarios europeos, la tradición de imparcialidad del certamen se borró con un jurado conformado por “tres viejos y curtidos guardianes de la revolución castrista y dos fervientes partidarios de Hugo Chávez Frías y su revolución bolivariana”, que premiaron a otro afecto a los pareceres políticos de los mandatarios venezolano y cubano: “Si es verdad que otro jurado bien habría podido darle el premio, éste no podía no dárselo, pues, desde un comienzo, había sido concebido, diseñado y preparado no para valorar sin prejuicios una novela, sino para asegurar el triunfo de una ideología y de aquellos que la apoyan”.

El 18 de julio, y en la misma sección del matutino español, Isaac Rosa respondió a las aseveraciones de Guerrero, calificándolas de especie de “paranoia” a los procesos políticos latinoamericanos que, más que ello, llevan consigo una intención de crítica: “Sólo ha querido dar una nueva bofetada al gobierno venezolano en la mejilla que tenía más a su alcance, la del jurado, o la de un joven escritor cuyo anonimato internacional y escasa relevancia pública hacen más increíble aun la teoría conspirativa que propone en su artículo”.

En su respuesta, hecha bajo el título de “Convicciones íntimas”, el reciente ganador del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos señala que el artículo de Guerrero está provisto de especulaciones “absurdas” y tildes políticos que, a su juicio, nada tienen que ver con el fallo del jurado ni con las posiciones y pensamientos políticos, tanto de éste como de su persona.

“Nadie me ha pedido cuenta de mi ‘afiliación política’ ni de mi opinión sobre Cuba, ni antes ni después de la concesión del premio. Excepto Guerrero, que se ha preguntado por tal afiliación como un elemento que convertiría en sospechoso el fallo. De hecho, su crítica al fallo no se apoya en la calidad de la novela (pues se la reconoce), sino en mi postura política (la cual además desconoce y distorsiona), sin la cual, dice, la concesión del premio a mi novela ‘habría podido ser una divina sorpresa’, agregando que por su parte estaría encantado de responderle ‘personalmente’ su opinión sobre las dictaduras, las represiones y los presos políticos “para que no se canse haciendo especulaciones basadas en su íntima convicción”, explica Rosa.

Fuente: El Mundo