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Fisura de boca
Extractos

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Body and soul

Construirte / montar cada palabra
sobre el falo de ti misma
hembra macho brutal espada poesía
voz / sonido en el aire
explosión quebrándome los huesos
aquí me tenés, renga, viciosa
lamiéndote y desaforada
por escribir / darte en el centro
con este lápiz
con la palabra —siempre la misma sed—
derramarme en oídos de otra lengua
seguir en la respiración alucinada
sin hallar el lugar donde el pie se apoye
exhausta
yo mujer mi hacedora
¡si pudiera!

 

Llamarán por mi nombre

No hay sueño incesante mi vida
hay la sucesión de vacíos coronados de
palabras y andar el tiempo / un tiempo
abierto como esta mano hacia arriba
tiempo desnudo de números y agujas
desnudo
tiempo intacto de leña encendida
se desmorona ante los pies desnudos
sobre piedras mojadas a pesar de la sequía
o el viento

no hay incesante mi vida ni sueño
ni anhelos guardados dentro de la bolsa
apenas
es un punto colocado en el centro
de vacíos coronados y andar.

 

Fisura de boca

En el espejo hay una cebra.
Subir el volumen de su pelaje y ojos de luna.
Enunciarla.
Una voz en celo.
Una cebra en espejo amanece
por cada línea oscura invitadora.

Ir/yendo hacia los lugares peligrosos
subir una zona real e insegura por lo tanto.
En celo.

Humedecer los gritos
                              —no deberíamos tener tantos nombres—
y decir esta hambruna envuelta en trapos de red
es el hambre de mí.

Ponerse al revés la camisa
y las costuras de mis pieles a la intemperie.
Lamerme la cara a la cebra
en ascenso salvaje
salida del marco del espejo
y lamerme los huecos otra vez
                              —no deberíamos tener tantos nombres.

La cebra se despega de citas furtivas.
El tren no para en todas las estaciones.
Las ventanillas espejan escondites de furia.
Muchos demorados escondites.

Es la caída de todos los templos
ante los ojos de luna de mi cebra en celo.
                              ¿Se equivocan menos las manos?

Qué abajo el suelo y las baldosas, sí
cuatro líneas era cuando las pisaba,
se han convertido en figuras geométricas ideales.

El diccionario no le sirve a nadie,

ella es tímida y difícilmente domesticable
sabe que está en peligro de extinción

hay que subir el volumen de
un bramido fuego orgasmo vuelo pequeña muerte

sentir el temblor
la otra parte
escapada por el tejido abierto.

 

Medianoche de agosto en Buenos Aires

Se acurruca la voz de esa mujer
como el gato menos solo
que el solo violín colgado de una torre.
Un remolino de dientes.
No es la soledad es un rayo y neblina
de cuerpo y plaza.

Una multitud de ausentes es hoy.
Esa mujer y otras plazas.
Mientras las desfiguradas presencias
ovillaron y otra vez ovillaron
                              (porque ayer se repite, es hoy
                              y ayer y no se sale).
El remolino de dientes
no puede pronunciar los nombres.

Encenderán ahora las ropas viejas
los fragmentos de trapo y a calcinar palabras.
Encenderán los hilitos del títere dormido
y a calcinar los pelos las uñas el miedo.

Arde el sol en oriente y aquí es la hora
de ronda sin agujas.
Ronda de temblores de frío y dientes apretados
                              —aunque amanezca otra vez—

Sus dedos se escapan de las manos,
son dedos para un violín que espera
sanar los intentos
intentar el vuelo de la última paloma desde el río.

Es el sitio irreversible
un aleph de pentagrama sin espejos.
La cuerda pulsada suena fa y se repite y no llega
                              (¿se sostiene o bemoliza?)

el rayo avanza
igual que la órbita implacable.

 

La música suena diferente en la ciudad (uno)

Jueves en atardecer de Buenos Aires.
Notorius,
este café de solos con auriculares,
al frente la plaza alfombrada
de azul de jacarandá.
El muchacho ofrece noneto de Ron Carter
casi música de cámara y un piccolo contrabajo
riega fresquísimamente
un campo abierto a cellos/cielo
cielito lindo (no es posible).
Una virtualidad perenne deforma
las formas de colores de la línea
que une el mapa de mi cuerpo
con la nadadora del abismo.

Cada uno en su música elegida,
un onanismo auditivo un orgasmo seco.
Se fuma se bebe una excusa en cada mesa.
El tiempo es un enjambre de relojes vacíos.
El oído anula desarma todo paisaje las figuras
el errático paso y un amanecer
en aquel valle para nada encantado.

 

Sentimental journey

¡Qué grises y sucias y opacas y
pegajosas y húmedas son las
ciudades bellas!
atestadas de olores y niños solos y caras
desorbitadas y árboles moribundos.

¿Qué vestigio aroma día grito hambre
me atrapa en esta gran urbe que te tiene
y llama preguntando por mi nombre
cada noche?
Y yo regreso ¿hasta cuándo?
y miro el ancla edificada por tu cuerpo tus
labios para tanto sauce
naciente entre mis piernas.

 

La música suena diferente en la ciudad (dos)

Nueva/mente esta noche acomodo leños
y suenan como clic con Joe Pass y cercana
yo al hogar
¿Cómo seré mañana dentro de un par de horas?
¿Recordaré la tempestad impulso de
preparar mi próximo viaje?
¿Justifico repeticiones tam-tam y toc-toc
en una piedra hueca?
El deseo de comunicarme ¿es abrazo al mismo lugar,
o es la palabra el fetiche objeto
que implanta esta mediación extraña?

Un vértigo libera entonces la lectura oral
oído de las bocas en el punto desarmado:
este fuego el lugar donde nadie dice
alguien suena crepita
                                es
                                sonido
como esta cópula
o color trazado en un papel sobre la mesa

entonces
no recorrer los meandros del lenguaje
sino
retomar.
¿Y qué será de
Joe Pass esta guitarra cuando amanezca?
¿Cuál sonido el fuego?
¿Cuál mi mano despierta, cuál mi sueño?
¿Cuál la palabra elegida en la
quebradura del silencio?

 

A

Esto no es para entender
cerrá los ojos no preguntes
plumas de polvo acerado siempre llovieron
esto es así:
te metés por la quebradura
avanzá por ahí como puedas
vos seguí / los alaridos detienen
se inflan en el aire como las heridas inmundas
aturden el paso
no preguntes / está lleno de huesos despedazados
no pienses
no vayas a mirar la sangre de tu pantalón
vos seguí / hay un callejón
y por ahí los chicos se pelean
bailan cocaína
los ojos de esos chicos disparan flechas de hierro
a quien se detiene frente a una muchacha de aire
esquivá los cuerpos
no te asustes
no sospeches que veinte pasos adelante
será otra cosa, no, no pienses.

 

B

el niño ha sentido
por el oscurísimo hueco
un hilo penetrante
una baba cala y hueso
resuena el dolor,
lo ha sentido,
es un niño
sin cuerpo sexo pelos
sin uñas
rostro entre las manos
las ropas quebradas
(no hay manera de inventar costuras)
anhelo —¿o qué?— de voces perdidas
(¿Coser años, trenes, escuelas?)
el niño flotante, inerme
(la mirada de los ángeles)
baldíamente
(y la ciudad crece).

 

Su majestad

(Mar del Plata ¿?)

Buscaste mi paraguas.
Sin tiempo corriste varias calles para
encontrar
aquel paraguas.

Era de seda tabaco italiano y te gustaba.

Pensabas que alguien lo llevaría
riendo
como nosotros
hace diez años.