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Mempo GiardinelliLuna caliente:
metáfora de la dictadura

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La novela negra

La novela negra, en la que se alinea Luna caliente de Mempo Giardinelli, surge de la novela policial clásica. Ésta presenta un enigma que va siendo descifrado por la brillante mente del detective, figura central del relato. En cambio en la novela negra el enigma pasa a un segundo plano al igual que la figura del detective, éste no es ese personaje intachable e incorruptible sino, todo lo contrario, es un personaje que se involucra en el crimen. Estas características son percibidas claramente en Luna caliente. En la novela de Giardinelli no hay ningún enigma que el detective debe resolver o que se le presente al lector y que sucesivamente se vaya desenvolviendo; el lector desde el primer momento sabe quién es el autor del crimen y las razones por las que se cometió. Asimismo, la figura del detective es irrelevante; es más, se le presenta como un corrupto al plantearle a Ramiro, personaje de la obra, que colabore con sus fines políticos a cambio de no denunciarlo por el asesinato que había cometido contra el padre de Araceli, la otra protagonista de la historia.

Según Javier Coma, la novela negra apunta más a objetivos literarios “mediante la introducción del estudio psicológico de los caracteres”.1 En efecto, este rasgo es también notorio en Luna caliente; los personajes son caracterizados tanto en lo físico como en el aspecto psicológico. El lector puede tener una idea clara del temperamento de Araceli: una niña-mujer atrevida y seductora, así como un Ramiro impulsivo y confundido.

Asimismo, este autor señala que la novela negra, al surgir en los años veinte dentro del contexto de la Depresión norteamericana, tiene un acercamiento crítico a la realidad que representa, lo que no se observa en la novela clásica. El carácter crítico es, precisamente, el rasgo distintivo de la novela negra. Pero, así como hay elementos que distinguen a la novela negra de la clásica, es indudable su relación con ésta, porque si bien no se ciñe a las circunstancias expresivas del género criminal, recurre a la temática del crimen. En Luna caliente el crimen no es el objetivo, sino funciona como un pretexto para exponer el rasgo psicológico de los personajes a partir de aquél.

Si bien es cierto que la novela negra tiene su origen en los Estados Unidos en la década de los treinta con Dashiell Hammett, Raymond Chandler y Ross Macdonald quienes revolucionaron la novela policial clásica dándole un nuevo giro, la novela negra escrita en español surge más tarde aproximadamente a partir de la década de los sesenta, consolidándose en los setenta. Pero esta novela negra en lengua hispana, sin perder la esencia de la novela negra norteamericana, va a tomar un cuerpo propio: la crítica y denuncia tiene como referente los países de los escritores. La novela negra escrita en español no apareció en la misma época en todos los países hispanos, y muchos de los escritores que la cultivaron difieren en muchos aspectos. No obstante, hay rasgos comunes entre los escritores de este género como los señala Paco Ignacio Taibo:

Los elementos comunes a todas estas novelas: caracterización de la policía como una fuerza del caos, del sistema bárbaro, dispuesta a ahogar a los ciudadanos; presentación de un hecho criminal como un accidente social, envuelto en la cotidianidad de las grandes nuevas ciudades; énfasis en el diálogo como conductor de la narración, gran calidad en el lenguaje sobre todo en la construcción de ambientes; personajes centrales marginales por decisión.2

Asimismo, este estudioso destaca la crítica que los escritores hacen en sus novelas al sistema imperante de sus países respectivos, como un denominador común en la novela negra en español. En este sentido es seguidora de la novela negra norteamericana, pero a diferencia de ésta va a tener un sesgo más que capitalista, social y político.

A todas las novelas es común una suave carga de escepticismo y soledad en los personajes, un toque de denuncia social y de un rechazo de sistema, un rescate de lo cotidiano paseado y hablado, una excelente arquitectura de novela criminal, una visión de violencia como algo más allá de los actores, como algo que se origina en la cúpula de la sociedad que viene de la esencia del sistema.3

En el caso argentino específicamente la novela negra surge en la década del 70 con Noches sin luna ni soles de Tizziani y Ni un dólar partido por la mitad de Sergio Sinaí, entre otros, pero según afirma Ignacio Taibo, “los trabajos más brillantes de la nueva narrativa argentina van a producirse o difundirse ampliamente en el exterior tras el golpe militar”.4 No obstante, es en la década de los 80 que la novela negra argentina recoge los temas prohibidos con la novela Sombras de Broadway (1983), de Sergio Sinaí, que aunque contextualizado en los Estados Unidos de Norteamérica aborda el tema de los “desaparecidos” a raíz de la dictadura militar en la década de los setenta. En esta línea estaría inscrito Mempo Giardinelli, quien no solo vivió el exilio sino que en esta situación publicó su novela Luna caliente (1983). Novela en la que el autor argentino hace una denuncia sobre la dictadura militar y muestra un rechazo a este sistema de gobierno.

 

Luna caliente

Luna caliente es una novela organizada en cuatro partes y veinticuatro capítulos. Todos ellos de una extensión corta. La novela narra el regreso de Ramiro Bernárdez a su ciudad natal, Resistencia, en la que el encuentro con Araceli, una adolescente de trece años llena de sensualidad, lo lleva a vivir un apasionamiento desbordante que escapa a lo racional.

Ramiro es uno de los personajes principales de la novela, él es un joven citadino que ha logrado salir a Europa a estudiar leyes y decide regresar a ejercer su carrera a Resistencia. Sin embargo, a pesar de tener un nivel intelectual, se ve envuelto en una pasión descontrolada dejándose llevar por su sensualidad y su propia “animalidad”, pierde el control y viola a Araceli. En el primer encuentro con ella, esta irracionalidad se pone de manifiesto:

Hasta que Ramiro, embrutecido, ahuyentando una voz que le decía que se había convertido en una bestia, destapó la cara de la muchacha solo unos centímetros, para horrorizarse ante la mirada de ella, lacrimógena, fracturada, que lo veía con pavor, como a un monstruo. Entonces volvió a cubrirla y a pegar trompadas sordas sobre la almohada.5

No obstante, la irracionalidad de Ramiro Bernárdez va a estar en constante conflicto con lo racional, porque como se ha dicho él gozaba de un prestigio intelectual. Esta lucha se expresa después del crimen que cometió contra el doctor Tennenbaum porque supuso que éste sabía que había asesinado a su hija Araceli. Al evaluar su crimen, el pensamiento de Ramiro presenta la contradicción racionalidad-irracionalidad como a lo largo de toda la obra.

Todo salió bien, se dijo. Y se espeluznó de su propia certeza, de la repugnante serenidad de su comentario.6

La primera impresión que se tiene de Araceli es la de una joven sensual y atrevida que contrasta con la ingenuidad de su corta edad; y cuando uno cree que ella ha sido víctima de los instintos de Ramiro, se confirma lo contrario y lo irreverente de su forma de ser.

—Dame un beso —pidió ella con la voz añadida.

Él abrió los ojos todo lo grande que pudo. Su cerebro era el de un mosquito. Ella cerró los ojos y cercó su cara, con la boca entreabierta, para recibir el beso, y Ramiro se dijo que no era posible que fuese tan inocente y tan hermosa. Pero a la vez, alejado apenas su torso sintió que había algo provocativo, pecaminoso, en la seducción de ella, algo abominable, que le produjo miedo.7

Araceli encarna pues al personaje femenino de la novela negra, una mujer que no se subyuga al hombre, todo lo contrario, ella es quien toma las decisiones, una mujer arriesgada e inteligente. Ella inventa la coartada para que Ramiro quede en libertad; es una mujer que no vive de los prejuicios: no le importa que la relacionen sentimentalmente con el supuesto asesino de su padre o que Ramiro sea mayor que ella.

 

“Luna caliente”, Mempo GiardinelliLa sexualidad como símbolo de la dictadura en Luna caliente

El punto de partida que se ha considerado en este análisis es el siguiente: la sexualidad en la novela Luna caliente de Mempo Giardinelli funciona como una metáfora a través de la cual el autor hace una crítica a la dictadura militar de los setenta que se vivió en la Argentina. Esta censura es presentada por Giardinelli a través de juegos simbólicos, básicamente el de la sexualidad. Ésta adquiere una categoría de metáfora de la dictadura.

En Luna caliente desde un inicio los personajes están cargados de sensualidad y erotismo. Esta marca es reforzada por el ambiente: calor sofocante, la luna caliente. Paulatinamente se introduce al contexto de la novela, la coyuntura política de la época. Por ejemplo, cuando Ramiro y el padre de Araceli son interceptados por la policía, el discurso del oficial evidencia la oposición militarismo versus civilidad.

—Deben tener más cuidado; en estos tiempos y a esta hora, cualquier movimiento sospechoso del personal civil, lo hace pasible de estos operativos.8

Asimismo, cuando el coronel Gamboa interroga a Ramiro, queda evidente que el poder lo tienen los militares.

—Eso habría que verlo. Porque en este país, ahora, o se está con nosotros o se está contra nosotros. No hay neutrales.9

Por otro lado, el supuesto asesinato de Araceli en manos de Ramiro y la muerte del padre de ésta, dan lugar a introducir el relato policial como estrategia discursiva, la cual es aprovechada por Giardinelli para poner en evidencia el fondo político de la novela. El tema de la dictadura, como se ha mencionado, está representado mediante una metáfora, pero conforme transcurre el relato el discurso político se hace más evidente y al final de la novela, como se verá más adelante, se hace alusión directa a ella.

Ramiro y Araceli son dos personajes que llevan la marca de la sexualidad como metáfora de la dictadura. La relación frenética que viven ambos los convierte en esclavos de su propia sexualidad. Ésta actúa en ellos tiránicamente, aun sin que lo deseen irrumpe como una fuerza poderosa que ni la propia racionalidad puede controlar y competir. Esta sexualidad incontrolable es la que va a conducir a Ramiro a cometer los crímenes. Aunque el de Araceli haya sido una confusión, es lo que le condujo al asesinato del doctor Tennenbaum, convirtiendo a Ramiro en un ser indiferente ante la muerte.

Esta sexualidad también lleva a Araceli a corromperse, incluso a mentir para encubrir a Ramiro, sin importarle que éste sea el asesino de su padre. Así, la sexualidad de ambos personajes se presenta como desenfrenada, tirana y opresora; que los conduce a cometer una serie de trasgresiones que va a afectar su propia existencia. Esto podría interpretarse teniendo en cuenta el fondo político de la novela, que la dictadura se apropia del Estado violando la democracia. Pero no sólo se apodera del orden establecido, sino que además elimina a aquellos que son testigos de esa irrupción ilegal o a aquellos que se les oponen. En este sentido, el padre de Araceli adquiere una significación de esta acción dictatorial, pues Ramiro, preso de una sexualidad tirana que vanamente intenta controlar, presume que el doctor Tennenbaum sabe de las vejaciones que ha cometido con su hija y por ser un testigo y un obstáculo a la fuga que piensa realizar a Paraguay, lo mata. Pero si el asesino se compromete con el régimen, puede salir con las manos limpias como se lo insinúa el coronel Gamboa a Ramiro.

—Mire, ahora el asunto es que usted confiese brevemente, y nosotros arreglaremos las cosas.10

Es aquí donde la sexualidad aparece como metáfora de la dictadura, ya que mientras Ramiro es preso de la tiranía del sexo de Araceli y el del suyo, paralelamente está en manos de los que conforman la dictadura militar, que aprovechando del asesinato que cometió lo chantajean para que se integre a sus filas y sea parte del sistema. Sistema que está marcado por la violencia subrepticia.

—Voy a ser claro nuevamente, doctor: usted no está siendo admitido en la universidad sólo por sus estudios, ni por sus títulos. En el proceso en que estamos empeñados las fuerzas armadas, ello no es posible, sin nuestro consentimiento. Usted viene a ser lo que llamaría un hombre de reserva, una persona en estudio. Que nos interesa mucho. Y hasta ahora sus antecedentes son impecables. ¿Se da cuenta? Y este..., digámoslo, este asesinato enturbia todo. Por eso, quiero que nos entendamos, y se lo voy a decir, de una vez: si usted confiesa podemos ayudarlo.11

Ramiro era parte del régimen militar sin saberlo, estaba bajo el poder de éste, como lo evidencia el coronel Gamboa. Pero más allá de ello, Mempo Giardinelli denuncia a través de las palabras del militar hasta dónde ha llegado la dictadura. El control de la universidad a la que se alude en la cita anterior es, pues, el control de las ideas. El claustro universitario es el germen de los ideales de un país y, en este caso, está bajo el dominio militar.

En otra parte de su discurso el coronel Gamboa señala:

Todo lo que tiene que hacer es confesar, y sale derecho. Yo lo arreglo. Y después charlamos, porque nosotros estamos empeñados en un proceso a largo plazo, entiéndalo. Un proceso en el que el verdadero enemigo es la subversión, el comunismo internacional, la violencia organizada mundialmente. Nuestro objetivo es exterminar el terrorismo para instaurar una nueva sociedad, y si le pido que confiese es porque también debemos ocuparnos del crimen, cualquiera sea su causa, porque necesitamos construir una sociedad con mucho orden. Pero se trata de un orden que no podemos permitir asesinatos, y menos por parte de gente que puede ser amiga. ¿Me entiende? Y además, un asesinato es una falta de respeto, es un atentado a la vida. Y la vida y la propiedad tienen que ser sagradas como Dios mismo.12

El discurso del coronel, en esta cita, es paradójico, mientras habla de una sociedad con orden y respeto por la vida, sus acciones son la tortura y la intolerancia con aquellos que no están de acuerdo con su sistema. Es una dictadura que se quiere revestir de legalidad y de considerar la vida sagrada, cuando en realidad no le interesa la muerte del doctor Tennenbaum sino que Ramiro confiese el crimen para hacerlo cómplice del régimen y le sirva a sus fines.

En ese discurso Mempo utiliza un lenguaje sarcástico finamente empleado que pone en ridículo al militar y pone en evidencia la falta de ideales democráticos y convincentes de la dictadura cuya única arma es la fuerza, el terror y el cinismo para cometer sus crímenes.

Es cierto que Ramiro no acepta la proposición de Gamboa, pero la dictadura lo seguirá persiguiendo. El huir a Paraguay se podría interpretar como el deseo de salir de ese sistema, exiliarse, pero aun en el exilio los fantasmas de la dictadura lo seguirán persiguiendo como el fantasma de Araceli con su comportamiento desaforado. Mientras siga la dictadura Ramiro no tendrá paz. No podrá realizar ningún proyecto de vida: la dictadura y Araceli se habían interpuesto en su camino convirtiéndole en una víctima de ese sistema de esa tierra de nadie como muchos otros argentinos que sufrieron las consecuencias de un régimen nefasto, y él la sufrirá ahora, como deja entrever la voz del narrador:

No importaba que lo pasara por “la máquina”. Era poco los interrogatorios, las bofetadas que recibiría. Ni siquiera era castigo el escándalo, el ensañamiento social de cierta gente mediocre y mezquina que lo maldeciría un tiempito, mientras fuera noticia, hasta que todos olvidarían y cambiarían de tema, estupidizados por el calor. El otoño traería los preparativos para las nuevas cosechas. Después vendría la siega del algodón, la esperanza de su tierra. Y los militares continuarían en el gobierno. Y los Gamboa seguirían teniendo controlando. Todo eso era poco: la verdadera condena era no ser sumergido inmediatamente en las lagunas de sangre del séptimo círculo (...) la condena era ser joven y estar vivo, y no poder morir ni amar en esas tierras de nadie.13

En esta cita también se aprecia la alusión directa a la crítica al sistema dictatorial que los militares impusieron en la Argentina. Asimismo, queda claro la posición que asume el narrador frente a esta forma de gobierno.

 

La tortura

La tortura fue uno de los medios que utilizó el militarismo para imponer su régimen dictatorial; los prisioneros que sufrieron la tortura tanto física como psicológica y que pudieron sobrevivir quedaron marcados después de esta experiencia. Si bien es cierto que en Luna caliente este hecho no está explícito, Mempo Giardinelli lo presenta en forma metafórica. Esta metáfora se presenta en la relación que mantiene Araceli con Ramiro. La sexualidad que viven ambos personajes está cargada de violencia física, y en ella se puede apreciar una relación de torturador-torturado cuyo objeto de tortura vendría a ser el cuerpo en su zona más íntima.

Ella dio un salto, alzando el torso pero sin separar las ingles. Y comenzó a golpearlo con sus puños cerrados en el pecho, mientras corcoveaba sobre él (...). Él apenas la vio, por un segundo, con los ojos desorbitados, y le pareció ver un hilillo de sangre que le caía de la boca. En silencio, pero jadeantes, forcejearon hasta que ella, que tenía más fuerza que la que él había calculado, se le tiró encima, le arrancó la camisa y se prendió de una tetilla que mordió con fuerza. Él sintió una aguda punzada y se encolerizó. Brutalmente, le encajó un puñetazo en la nuca, que hizo que ella se soltara. Y entonces fue que la agarró del cuello y empezó a apretar.14

Además, los constantes sobresaltos que experimenta Ramiro al saberse presionado por la policía y los militares para que confiese el crimen y viviendo la angustia de ser capturado por éstos vendría a ser parte de la tortura psicológica:

Se pasó todo el día en la cama. (...) Pero la somnolencia lo fue ganando. Durmió, tuvo pesadillas, se despertó muchas veces. No quiso levantarse al mediodía para comer. Volvió a despertarse a las tres y media de la tarde y a las cinco y cada vez decidió seguir durmiendo. (...) Se sentía deprimido. Momentáneamente se había salvado, sí, pero recordaba la advertencia de Almiron: “usted sigue en una situación de mierda”.15

Sin embargo, se hace una alusión directa al momento dictatorial que se vive en Argentina en los 70 y cómo los militares tenían el poder y que para alcanzarlo la tortura era uno de sus medios. Al ser capturado e interrogado por el comandante Gamboa, Ramiro lo expresa abiertamente:

Pero lo que sí le preocupaba era la amenaza velada de Gamboa. No creía, no quería creer, que fueran a torturarlo, pero a cada momento se decía que estaba en el Chaco, en la Argentina de 1977, y que si algo faltaba en ese contexto eran garantías. “No vaya a pensar que estamos en Francia, doctor”, le había dicho Gamboa.16

El sistema dictatorial no perdona ni aun en el exilio. Ramiro, que había llegado a Paraguay para librarse del sexo tirano de Araceli y creyéndola muerta, no logra su objetivo pues otra vez está ahí.

En ese momento sonó el teléfono, y saltó de la cama. Finalmente llegaba a detenerlo. Descolgó el aparato. Era el tipo de la conserjería.

—Señor: aquí lo busca una señorita.

—¿Cómo dice?

—Que lo busca una señorita, señor, casi una niña.17

Así los militares no dejan de perseguir a los opositores de su régimen. En suma, Luna caliente es una novela comprometida con la lucha constante por desterrar las dictaduras que se dieron en América Latina.

 

Bibliografía

  • Coma, Javier, “La novela negra”, en Vuelta, Nº 60-61, Barcelona, febrero-marzo 1979.
  • Giardinelli, Mempo, Luna caliente. Lima, Adobe Editores, 2000.
  • Taibo, Paco Ignacio, “La otra novela policíaca”, en Vuelta, Nº 60-61, Barcelona, febrero-marzo 1979.
  • Sumalavia, Ricardo, “El género policial: el relato policial clásico y la novela negra”, en Diéresis, Revista de Narración, año I, noviembre de 2001.
  • Vázquez de Parga, Salvador, “El origen de la novela negra”, en Vuelta, Nº 60-61, Barcelona, febrero-marzo 1979.
  • Viñas, David; Rama, Ángel y otros, Más allá del boom: literatura y mercado, Argentina, Folio Ediciones, 1984.
  • Especial de novela negra en El Caballo Rojo, Lima, 12 de septiembre de 1982.

 

Notas

  1. Javier Coma, “La novela negra”, en Vuelta, Nº 60-61, Barcelona, febrero-marzo 1979. p. 48.
  2. Paco Ignacio Taibo, “La otra novela policíaca”, en Vuelta, Nº 60-61, Barcelona, febrero-marzo 1979. p. 40.
  3. Taibo, ob.cit, p. 40.
  4. Taibo, ob.cit, p. 39.
  5. Mempo Giardinelli, Luna caliente, Lima, Adobe Editores, 2000. p. 19.
  6. Giardinelli, ob. cit, p.43.
  7. Giardinelli, ob. cit, p. 58.
  8. Giardinelli, ob. cit, p. 33.
  9. Giardinelli, ob. cit, p. 88.
  10. Giardinelli, ob. cit, p. 88.
  11. Giardinelli, ob. cit, p. 87.
  12. Ibíd. p. 88.
  13. Ibíd. p. 126.
  14. Giardinelli, ob. cit, p. 116.
  15. Giardinelli, ob. cit, p. 105.
  16. Giardinelli, ob. cit, p. 96.
  17. Giardinelli, ob. cit, p. 126.