El regreso del caracol
“Escaleno el triángulo”, de Ophir AlviárezEscaleno el triángulo
Ophir Alviárez

Poesía
Fundalea • Asociación de Escritores de Mérida
Mérida (Venezuela), 2004
ISBN: 980-120518-0
56 páginas

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La pasión, el amor y la soledad, explicados desde la perspectiva de una mujer, parecen ser los tres vértices sobre los cuales se sostiene este triángulo escaleno que hoy nos presenta, en una treintena de poemas que conforman su primer libro, la venezolana Ophir Alviárez (Caracas, 1970).

Escaleno el triángulo es un intenso poemario publicado en 2004 por el Fondo Editorial Ramón Palomares de la Asociación de Escritores de Mérida y la Fundación La Escarcha Azul (Fundalea), en cuya colección “Siempreviva y Malva” se enmarca este título.

Autora que se inició escribiendo poemas “para los novios, los amigos, los encargos y hasta a alguno que otro advenedizo”, Alviárez exuda en estos textos la animalidad en que se involucran los amantes. “Ultrajada arde la piel: / soy carbonato de calcio, lloro limón, nado en burbujas. / Persisto en isletas y rosarios / no hay cristal que me contenga. / El vino es fino y, untuosa, / paladeo el roble que me curte” (“Entre duelas”).

Tras traducir la lujuria al lenguaje del amor (“Cuelgan de mis labios las ganas / en pétalos de añil”, escribe en “Cruzadas”), Alviárez descubre cómo a pesar de ello la soledad, el único sentimiento básico común a todos los seres humanos, persiste: “No en vano, / la diatriba de un clamor / danza fiera aquí en el pecho. / ¡Vuelve!” (“Ítaca”).

En el primero de sus prólogos, María Luisa Lázaro identifica el “tercer lado del escaleno” como “la estética sensual con economía telegráfica, sin concesiones con los enlaces innecesarios para la concreción semántica de mínima o nula denotación por las abundantes analogías insólitas, sensoriales, de alta intensidad simbólica”.

Por su parte, César Augusto Terrero Escalante advierte, en el segundo prólogo, que los poemas de Alviárez “trascienden el marco de la poesía de alcoba. (...) Escribir es desnudarse. No tener nada que ocultar suele implicar ser vulnerable. Una de las razones para tal inferencia es la sensación de finitud del misterio cuando el cuerpo ha quedado totalmente desnudo. Pero la piel es sólo un límite y, ya decía Hegel, el límite no es la cosa”.

Residenciada desde 2001 en Houston, Texas (EUA), Ophir Alviárez viaja a Venezuela con regularidad para participar en diversas iniciativas relacionadas con la literatura. Textos suyos han aparecido en la II Antología de poesía y narrativa (Asociación Casildense de Escritores, Acde, Santa Fe, Argentina, 2003), en la V Antología Sensibilidades (España, 2004), y en las antologías de poesía y narrativa de la Asociación de Escritores de Mérida (Mérida, Venezuela, 2005). Una selección de sus poemas, de los cuales dos forman parte de este libro, fueron publicados en Letralia 127.

El regreso del caracol
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