Letras
Dos poemas

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Tu lengua en mi espalda

Llegas a cada sombra,
Como en silencio felino sin avisos.
Y tu presencia es la lengua en mi espalda después de la lucha:
Suave, lenta, tibia, húmeda como tus manos entre mis piernas.

De tanto en tanto dejas caer una ola de verano en mis caderas, en mi pecho
Pero todo esfuerzo es en vano.

Preparo el café, son las diez de la mañana;
Tu abres la caja y salen mariposas de tu boca, peces, cometas que jamás veré.

Eres la lengua en mi espalda que de vez en vez
Se asoma entre las rejas, me saluda entre mis plantas.
¿Ya desayunaste? Aquí los formulismos
en medio de las carnes ¿por qué?

Tu presencia me advierte que el dolor es dulce cuando se comparte,
Que cada día se está más solo y las mañanas son más blancas,
Pero tu presencia, sí, tu presencia que ahora me amamanta,
Me es precisa durante el baño para gritar la hora,
Comentar el clima, para desarrugar la casa.

Pero no importa que te vayas, no.
Porque tu presencia es eso, la lengua tibia
Como tus manos, como tu misma lengua cuando me abrazas.

 

Pájaros muertos en las manos

I

Hoy se siente un dolor en el cuerpo
que desearía se metiera en la palabra Vida,
que esas cuatro letras arrugaran como hoja de papel
el taladro de la cabeza, de los huesos y las uñas.

Hoy las palabras pueden mirar de frente al Dolor
pero no pueden, sin embargo, aprehenderlo;
no ha sido el insulto, el lenguaje opresivo
ni la tortura lo que nos tiene así,
sino la irrepresentabilidad del Dolor mismo
al verte en esa silla con tu frente abierta.

 

II

Ya no eres tu propio testigo,
tu boca ha sido silenciada,
y todos los pájaros verdes y amarillos que había,
han perecido.

¿Con qué palabras te hablaremos ahora?
Porque esos pájaros, que eran cosa viviente en tus pupilas,
se han muerto en mis manos
como caídos del árbol
o ahogados en una fuente.

 

III

La mancha que hay en tu camisa, delata mis palabras,
no puedo mentir ante tu lengua tiesa
ni ante el alarido unísono de la multitud.

Hay quienes gritan tu nombre,
otros saltan y uno más se acerca;
¿Qué explicarles mientras aprisiono mis manos
para que tus ojos revivan?

De repente, recuerdo algo de niña:
El pájaro que tengo en mis manos ¿Está vivo o muerto?
Tú lo tienes, sólo tú lo sabes.