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Poemas

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Acaso en vez de a luz fui dado al suelo

Acaso en vez de a luz fui dado al suelo,
y el suelo, maternal y educador,
patada tras patada con fervor
me levanta amoroso en cada vuelo.

Y tanta es mi querencia que en el cielo,
desque vuelo un instante triunfador,
al punto, recordando su calor,
me vuelvo a su regazo con anhelo.

Inquilino en su abrazo horizontal
voy soñando con alas de reptil
sin despegarme un palmo del cuartel,

y a puntapiés, el suelo maternal,
me acerca poco a poco a ese cubil
que yace involucrado entre su piel.

 

Igual verdad quemarse solo, entero

Mentira por mentira yo prefiero
aquélla que respiro en propia espira
al aire confortable que respira
quien pace sólo pasto de cordero.

Igual verdad quemarse solo, entero,
combustiendo la vida en una pira,
que apagarse despierto en la mentira
que inocula oficiante un embustero.

Ni es cierta la verdad ni el mundo es plano,
de una cesta sacaron los más serios
preceptos que al azar tomó una mano

pastora de doctrinas y misterios.
¿¡Y dudas tú de hallar verdad y arcano
escarbando en tu saco de criterios!?

 

No quedará mi duende apaciguado

Tan sólo sal admito por comida,
de todas las pasiones soy buen reo,
al fuego y los placeres busco empleo
y acudo a su llamada sin medida.

Que nunca pudo el sayo de mi vida
domesticar el cauce del deseo,
ni a desorden entré como Teseo
dejando ya dispuesta una salida.

No quedará mi duende apaciguado
por más que lo encarcele en un castillo
y ponga la razón a su cuidado.

Alumbra a mi apetito sólo el brillo
de ver de Dios la cara en el pecado
como en un pan la viera el Lazarillo.

 

No hay doblez en estar muerto y levantarse

No hay doblez en estar muerto y levantarse
a un toque de entusiasmo,
desperezarse, andar,
caminar sin plan y sin propósito,
abandonarse a la ventura de los pasos,
abrazar la incertidumbre, aceptar
el señorío de la magia de la duda
de estar muerto,
y soñar.

Sólo soñar, soñar
los caminos más amables del parto de la duda,
de la duda del muerto de estar muerto.

Y soñar
una vida inagotable,
un nutriente de mil muertes
sentenciadas al retorno pertinaz
de mil toques traicioneros de entusiasmo.

Olvidar, soñar
la venida caprichosa de la magia de la duda,
y soñar. Dudar,
otra vez dudar
de este mundo ciertamente poblado de difuntos.