Sala de ensayo
Ilustración: Ludvik Glazer-NaudeNo todos los cuervos
son negros

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Artículo dedicado a José Ángel García Landa
Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza

“A veces lo que afirman los científicos no es
ciencia verdadera”.

El pensador Karl Popper desarrolló en el siglo XX la llamada “Filosofía de la Ciencia”, y uno de sus postulados es el método de la “falsación”.

Observar y percibir intuitivamente que los cuervos son negros no es suficiente para asegurar que “todos los cuervos son negros”, aún observando 10.000 cuervos negros, todavía puede suceder que aparezca un cuervo que no sea negro, negando la hipótesis. En otras palabras, toda teoría es siempre provisional, en el sentido de que no es más que una hipótesis. A pesar que muchos de los experimentos pueden concordar con la teoría, nunca se puede estar seguro que la próxima vez el resultado de un nuevo experimento pueda contradecirla. Ahora bien, se puede y se debe rechazar una teoría si se llega a comprobar, aunque sea una sola vez, que una observación o experimento que contradiga las predicciones de la teoría que pretenda ser ciencia.

Las buenas teorías se caracterizan por predecir un gran número de resultados que en principio pueden ser refutados o invalidados por la observación o con la experimentación, así, cada vez que se comprueba que un nuevo experimento está de acuerdo con las predicciones, la teoría sobrevive y la confianza en ella aumenta, pero si por el contrario se realiza una nueva observación que contradiga la teoría, ésta deberá ser abandonada, rechazada o por lo menos modificada.

Popper sentía cierta aversión por las teorías de Marx y de Freud, pero la teoría de la relatividad de Einstein tenía algo que la hacía más creíble, y era porque su autor indicó las circunstancias bajo las cuales su teoría probaría ser falsa, y concluyó que esa debería ser la verdadera actitud científica, en total contraste con las actitudes dogmáticas de Marx y de Freud, que constantemente buscaban verificaciones de sus propias teorías. La actitud crítica es la verdadera actitud científica, debido a que ésta no apunta a la verificación, sino que busca realizar revisiones críticas que puedan rebatir la teoría, pero jamás pruebas para demostrar su veracidad.

El intelecto humano tiene la posibilidad de acercarse a la verdad mediante la realización de un examen crítico de las teorías, es decir, exponiéndolas a la falsación. La actitud crítica compromete al investigador a luchar contra la tendencia al error. La crítica también compromete al científico al uso de un lenguaje sencillo, falto de toda pretensión que dificulte la comprensión del tema a los profanos, lo cual es contrario a la verdadera naturaleza de la ciencia, es decir, la búsqueda de la verdad; el objetivo de la falsación es evitar el dogmatismo científico y promover la sinceridad intelectual.

El conocimiento científico no avanza confirmando nuevas leyes, sino descartando leyes que contradicen la experiencia. La labor del científico consiste principalmente en criticar. Según Popper, sólo debe admitirse como proposiciones científicas aquellas para las que sea conceptualmente posible un experimento o una observación que las contradiga. Así, dentro de la ciencia quedan por ejemplo la teoría de la relatividad, la ley de la gravedad, las leyes de la herencia y la mecánica cuántica, y fuera de ella el marxismo, el psicoanálisis y el evolucionismo. Karl Popper se interesó mucho en escudriñar todas estas teorías que causaban gran interés en los círculos científicos e intelectuales de su tiempo y mantuvo muchos combates intelectuales cuerpo a cuerpo con los defensores de las teorías científicas que han dominado, y dominan todavía, el pensamiento científico del siglo XX.

Criticó al psicoanálisis en sus obras sobre la filosofía de la ciencia, por estar basado en hipótesis no falseables y por replantear sus defensores la evidencia cuando ésta no confirmaba las hipótesis. Hoy las ciencias modernas consideran el estatus científico del psicoanálisis cuestionable y también es considerado una seudociencia por la psicología cognitiva, la biología molecular, la neurobiología y la psiquiatría actual. La critican por basarse en teorías obsoletas y teorías que nunca tuvieron apoyo empírico.

Con respecto al materialismo histórico, Marx concibió el socialismo como la etapa que sobrevendría luego de la caída del modo de producción capitalista, pero es evidente que en los países en los cuales se intentó aplicar la teoría marxista, la calidad de vida de la población se vino al suelo y la mayoría de estos países, comenzando por la Unión Soviética, tuvieron que dar marcha atrás, o mejor dicho, un salto cuántico hacia adelante, y restablecer de nuevo las reglas del mercado para poder restablecerse económicamente, demostrándose en la práctica la falsedad del socialismo.

La teoría de la evolución también fue motivo de interés para este pensador vienés, nacionalizado británico, pero explicablemente, Popper se mostró una actitud ambigua y contradictoria con sus propios principios al no definir concluyentemente las características no falseables que presenta la teoría de Darwin, asunto que se pretende atender a continuación.

Si es posible falsear una inducción observable como lo es; el evidente color negro de la mayoría de los cuervos que se pueden observar en la naturaleza, una teoría que afirma que los seres orgánicos, tanto vegetales como animales, se transforman con el tiempo, ya adolece de ser un conocimiento que NO parte del método inductivo, es decir, no se puede observar y tampoco se puede experimentar, mucho menos se pueden hacer predicciones, por lo tanto si no es falseable, no debe considerarse ciencia, sin embargo la realidad es que la evolución sigue siendo considerada el “fundamento” de la biología moderna.

Otro aspecto que es necesario considerar es el principio que dice que: “Una teoría cuasi-tautológica tiene un poder explicativo prácticamente nulo”. Popper llamó la atención sobre el carácter tautológico que tiene la siguiente expresión, que es considerada el corolario de la base del argumento evolucionista de la transformación orgánica por la acción de la “selección natural”, la cual es “la sobrevivencia del más apto”. Veamos a continuación lo que dijo nuestro “filósofo de la ciencia”:

“No parece haber mucha diferencia —si es que la hay— entre decir ‘los que sobreviven son los más aptos’ y la tautología ‘los que sobreviven son los que sobreviven’. Esto es así porque me temo que no hay más criterio de aptitud que la supervivencia efectiva, de manera que del hecho de que haya sobrevivido un organismo concluimos que era el más apto o el más adaptado a las condiciones vitales”.

La conclusión de Popper es que la teoría de la selección natural no es una ley estrictamente universal, es decir, no es una ley estrictamente verdadera. En realidad, habría que afirmar, según su teoría de la ciencia, y Popper llega a hacerlo, que esta formulación radical de la teoría de la selección natural convierte al neodarwinismo en una teoría científica que ha sido refutada. Una teoría científica refutada tendría que ser eliminada y habría que buscar otra que la sustituyera.

Esta conclusión debe llamar la atención a todas aquellas personas responsables de la enseñanza de la biología en las universidades, especialmente en aquellas que forman a los profesores que luego van a transmitirles el conocimiento a los jóvenes adolescentes en las escuelas secundarias. También es una buena razón para hacerle llegar una carta a todos los especialistas, científicos y responsables de producir y transmitir los documentales que transmiten las televisoras, donde se les pida que revisen sus argumentos, especialmente aquellos donde aseguran que la evolución es la responsable de las magníficas características que exhiben los seres vivos.