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Historial militar de Günter Grass es público
desde hace muchos años
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Un documento del ejército estadounidense que registra al escritor alemán Günter Grass como prisionero de guerra, con la aclaración de su unidad: “SS-Pz-Div. Frundsberg”, la 10ª División Panzer de las SS “Frundsberg”, y su rango de soldado, reposa desde hace muchos años en los archivos militares de Berlín, donde podía ser examinado por cualquier ciudadano que así lo solicitara.

El archivo militar indica que Grass fue capturado el 8 de mayo de 1945 en Marienbad, en el sudeste de Alemania, cuando contaba 18 años. La noticia apareció el miércoles 16 de agosto en el diario alemán Berliner Zeitung, y cita al subdirector del archivo militar, Peter Gerhardt, quien agregó que hasta ahora nadie ha hecho tal solicitud.

Grass, de 78 años, ganador del Premio Nobel de Literatura de 1999 y predicador moral de los excesos del nazismo, ha sido muy criticado por no haber divulgado que militó en las Waffen-SS, la rama militar de las SS de Adolfo Hitler.

Dirigidas, por Heinrich Himmler, las Waffen-SS eran el brazo de combate de las SS. Tras ser creadas para proteger a la dirección del Partido Nazi, terminaron convirtiéndose en una fuerza de combate especialmente activas en la perpetración del holocausto. Combatieron en las campañas más cruentas junto a las unidades del ejército regular alemán, y se distinguieron por no retroceder ante el enemigo pese a sus cuantiosas bajas, así como el ensañamiento contra los enemigos civiles y los prisioneros de guerra.

Era ya conocido que Grass había sido herido en combate, el 20 de abril de 1945, y tomado prisionero por el ejército estadounidense, pero no que había servido en las Waffen-SS.

Grass indicó que a los 15 años buscó ingresar al servicio de submarinos como un modo de alejarse de su familia. “Fue similar a lo que le ocurrió a muchos de mi generación”, explicó. Sin embargo fue rechazado, y el ejército lo aceptó dos años más tarde. Grass se reportó para el servicio activo en Dresde a inicios de 1945. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había sido asignado a la 10ª División Panzer “Frundsberg” de la SS, sirviendo en el este del país, aunque, según dijo, nunca disparó un tiro.

La polémica suscitada por la confesión de Grass ha alcanzado a medios intelectuales y políticos de todo el mundo. El autor, que durante décadas ha instado a los alemanes a conformarse con su pasado nazi, ha recibido en días recientes duros ataques de escritores, críticos literarios, historiadores y políticos.

Lech Walesa, Premio Nobel de la Paz y ex presidente polaco, amenazó con devolver su ciudadanía honoraria de la ciudad de Gdansk si no lo hace Grass. “Si hubiéramos sabido que Grass fue miembro de las SS, probablemente no lo habríamos nombrado ciudadano de honor de Gdansk”, señaló el líder polaco.

“Dimos la ciudadanía a un Grass diferente”, agregó Walesa, quien acusó al autor alemán de arrogante. Políticos de Gdansk y representantes del gobierno derechista del partido Ley y Justicia (PiS) le pidieron al autor alemán que renunciara al título, que le fue concedido en los años 90. El escritor ha dicho que no ve razón alguna para renunciar a ese honor, “pero si la ciudad de Gdansk lo decide, lo aceptaré”.

En carta abierta a Lech Walesa, Adam Michnik, director del diario polaco Gazeta Wyborcza y una de las principales figuras de la oposición anticomunista en los años 80, pidió a los políticos de su país que no critiquen al escritor alemán por un error de juventud.

Michnik señala que con toda su biografía posterior el escritor demostró su compromiso con los derechos humanos, las libertades y la democracia. “Grass confesó su error y aseguró que sintió muchos remordimientos de conciencia por lo que hizo, alistarse en la Waffen SS, y ese paso suyo se merece mucho respeto y admiración”, afirma el periodista.

“Es penoso que inmediatamente empezasen a aullar aquellos a los que les gusta ensañarse con todos los que tuvieron tropezones en sus vidas, demostrando su bajeza”, dice. “Lamentablemente”, agrega, “entre los perseguidores de Grass figura Lech Walesa, que consideró oportuno añadir un poco de hiel y de desprecio contra Grass”.

“A Walesa quiero recordarle que otro alemán que también erró, coetáneo de Grass, vistió en los últimos meses de la guerra el uniforme de los soldados hitlerianos”, agrega Michnik. “Ese otro alemán confesó que, aunque era de una familia antifascista, en los años cuarenta, en los momentos de los mayores triunfos de Hitler, sentía cierto orgullo patriótico. ¿Opina Walesa que ese otro alemán también debería renunciar a algo por su pasado? Por si acaso, quiero que Walesa sepa que ese otro alemán se llama Joseph Ratzinger, ahora más conocido como Benedicto XVI”.

“Y quiero que conste que esta carta mía no es en defensa de Grass, porque una figura tan grande no necesita mi defensa, sino como ayuda para Lech Walesa, para que no continúe por una senda que nunca debió pisar”, concluye la misiva.

Grass dijo haber revelado su secreto porque “le apenaba”, según indicó en una entrevista publicada el sábado 13 en el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung. En respuesta a sus detractores, el autor de El tambor de hojalata declaró el pasado miércoles en un programa televisivo que todo lo que pensaba decir sobre el episodio está en sus memorias, Beim Haeuten der Zwiebel (Pelando la cebolla) —en las que narra su infancia en Dazing, la hoy ciudad polaca de Gdansk, y sus experiencias durante la guerra—, y agregó que “el que quiera juzgarme, que me juzgue”.

El escritor dijo que su corta estancia en el temible servicio secreto alemán ha influenciado en su vida durante los últimos 60 años. “Lo que estoy viviendo es un intento por hacer de mí una persona non grata, de poner en duda todo lo que hice en mi vida después de eso”, dijo Grass. “Y mi vida posterior estuvo marcada por la vergüenza”.

Cuando se le preguntó por qué no había revelado antes su secreto, Grass contestó: “No lo hice y tengo que vivir con eso (...) Ciertamente estaré oyendo acusaciones sobre eso por un largo tiempo. Lo único que puedo decir es que yo trabajé en esa pregunta en este libro y todo lo que tengo que decir sobre el tema esta en él”.

Por su parte, el crítico literario alemán Hellmuth Karasek, uno de los más populares de su país, consideró que Grass no habría recibido el Premio Nobel de Literatura en 1999 de haber publicado antes su confesión. “La Academia tiene unos sensores muy finos y no habría dado el Nobel a alguien de quien se supiera que en su juventud sirvió a las Waffen-SS, y que lo calló durante mucho tiempo”, declaró.

Según el crítico, la revelación le dio “una luz distinta” sobre el destacado autor. Sin embargo, Karasek disculpó la participación de Grass en dicho cuerpo, puesto que contaba con 17 años cuando ingresó.

Sin embargo, el director de la Fundación Nobel, Michael Sohlman, ha dicho que no existe manera de retirarle el premio Nobel a Grass. En base a los estatutos de los premios, “la entrega es definitiva. Nunca ocurrió que a alguien le fuera retirado el premio”.

En el pasado, recordó, hubo campañas masivas contra algunos premiados, como en 1994, cuando se entregó el Premio Nobel de la Paz al entonces presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat, junto a los políticos israelíes Itzhak Rabin y Shimon Peres.

Por otra parte, Sohlman recordó el enfado de los nazis alemanes cuando se entregó el Nobel de la Paz en 1935 al escritor y pacifista alemán Carl von Ossietzky, que murió tres años después como consecuencia del tiempo que pasó en un campo de concentración: “Hitler estaba tan enfadado que prohibió que los alemanes aceptaran Premios Nobel”.

El secretario permanente de la Academia Sueca, Horace Engdahl, respondió desde sus vacaciones a las preguntas de los periodistas sobre las posibles reacciones a la confesión de Grass con la siguiente frase: “La Academia Sueca no asumió ninguna posición ni asumirá ninguna”.

Fuentes: BBCEFEEl Mundo (España)IBLNewsPágina/12