Artículos y reportajes
Jorge Luis BorgesBorges. Vida y literatura,
de Alejandro Vaccaro

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¿Qué cosas no se han dicho o escrito sobre Jorge Luis Borges? Tratándose del más grandioso escritor argentino de todos los tiempos, y de uno de los más sublimes autores de la lengua castellana del siglo XX, se ha hecho merecedor de una impresionante cantidad de libros, artículos, ensayos y exposiciones referidos a él y a su obra. Acostumbrados estamos a las biografías de Borges, a las entrevistas recuperadas y puestas en libro, a los volúmenes de “Borges y...” (Borges y la ciencia, Borges y las matemáticas, Borges y la arquitectura), a los textos recobrados, a los álbumes de fotografías y hasta a los Anti-Borges que recogen artículos duramente críticos sobre el escritor y su obra.

En este contexto, cada vez que nos enteramos de la publicación de un nuevo libro sobre Borges, lo primero que atinamos a preguntarnos, casi con desdén, es “¿Qué traerá de nuevo?”.

En efecto, un buen número de los libros escritos sobre Borges (sobre todo de las últimas dos décadas) no hace más que repetir cosas ya sabidas, sin siquiera apelar a un estilo literario que pudiera darle sentido a la lectura. Otros (en la línea de “Borges y...”) simplemente recolectan escritos de Borges que tratan sobre (o hacen uso de) un tema o materia específicos —por ejemplo, las matemáticas—, y los integran en un estilo ensayístico poco ambicioso para llegar a la mera conclusión —coherente para un artículo pero incomprensible para todo un libro— de que en Borges la matemática —por seguir con nuestro ejemplo— reviste una indudable importancia, o incluso —cual batalla entre disciplinas— preeminencia sobre otras materias a las cuales otros “estudiosos” de Borges asignan el valor de piedra fundacional o de tópico fundamental. El aporte nimio de esta clase de obras (clase que no representa, afortunadamente, a la totalidad de los escritos sobre Borges), parece resultar de utilidad sólo para aquellos lectores que no están del todo familiarizados con la obra completa de Borges.

Sin embargo, cuando aparece en el mundo editorial una obra exhaustivamente documentada, y escrita por un autor con larga experiencia en el estudio de la vida y la obra del genial escritor argentino, el lector de Borges puede sentarse a leer con cierta tranquilidad. Quizás sea éste el caso del nuevo libro de Alejandro Vaccaro, Borges. Vida y literatura (Buenos Aires, Edhasa, 2006).

Vaccaro, presidente de la Asociación Borgesiana de Buenos Aires, ha dedicado más de veinte años al estudio de la vida y la obra de Jorge Luis Borges. Actualmente se lo considera el biógrafo del autor de Fervor de Buenos Aires. En efecto, sus investigaciones se han abocado más a la vida que a la obra de Borges, pero los incuestionables vínculos habidos entre ambas hace difícil una delimitación estricta.

Borges. Vida y literatura es un intento de biografía definitiva que pretende resumir y corregir las biografías y otros trabajos previamente publicados por el autor (Georgie 1899-1930. Una vida de Jorge Luis Borges, El señor Borges) y por otros investigadores. La estrechez de miras de Vaccaro, incapaz de desplazarse hacia otro ámbito de estudio, lo ha convertido sin embargo en un especialista indiscutido en la vida de Borges. Y sus años dedicados a la búsqueda y estudio de la documentación existente sobre Borges (destacando la —hasta ahora inexplorada— correspondencia de Leonor Acevedo, madre de Borges, y la correspondencia de Jorge Luis con Roberto Godel y con Jacobo Sureda), junto con un agudo estudio de la bibliografía clásica y reciente sobre Borges (no sólo centrado en biografías como las de Roberto Alifano, Emir Rodríguez Monegal, María Esther Vázquez y tantos otros, sino también en trabajos más puntuales como los geniales artículos de Fernando Sorrentino sobre autorías apócrifas y seudónimos enigmáticos en torno de Borges), han contribuido a la realización de una biografía confiable y actualizada como pocas.

Vaccaro se ocupa de las amistades y noviazgos de Borges, de sus viajes, de sus relaciones familiares y profesionales, de sus influencias artísticas e intelectuales, de su pensamiento político, de sus emprendimientos editoriales, y de las estrechas relaciones existentes entre su obra literaria y su vida.

El libro se divide en tres partes. En la primera, el autor nos introduce en las primeras tres décadas de la vida de Jorge Luis Borges (coincidentes con las primeras tres décadas del siglo XX): su infancia en el barrio de Palermo en la ciudad de Buenos Aires, su temprana incursión en el mundo literario a partir de las influencias familiares, sus primeros viajes a Europa, su activa juventud artística vinculada al ultraísmo, y sus primeros virajes hacia una literatura más conceptista y hacia la ficción y el ensayo. El minucioso rescate y estudio de la totalidad de las tempranas publicaciones del joven Borges, conjuntamente con un exhaustivo análisis de la documentación referida a su vida personal, le permite al autor trazar un riguroso recorrido por los distintos viajes y avatares personales e intelectuales de Borges, y por su vida literaria previa a su primer libro de poesía, Fervor de Buenos Aires (1923), y durante sus siguientes publicaciones hasta la edición de la biografía-ensayo Evaristo Carriego (1).

En estos primeros años, nos recuerda el autor, Borges plasmaría en su obra un fuerte porteñismo (a veces desde un activo anti-hispanismo), que no tardaría en desechar en favor de una escritura carente de localismos, pero que no por ello lo haría abandonar su fervor y admiración nostálgica por Buenos Aires, tópico recurrente en su poesía y en su prosa hasta el día de su muerte.

En la segunda parte del libro, Vaccaro analiza con igual rigurosidad la etapa quizás más interesante de la vida y, fundamentalmente, de la obra de Jorge Luis Borges. La madurez intelectual, la exaltación de la brevedad, la creación de sus primeras y más grandiosas obras narrativas (inaugurando un estilo propio con “Pierre Menard, autor del Quijote” y adentrándose cada vez más en el género fantástico y en la plasmación de inquietudes filosóficas y metafísicas, destacándose, en este sentido, la publicación en 1944 de Ficciones, “el libro capital, la columna vertebral” de la obra de Borges [2]), sus trabajos en colaboración con Adolfo Bioy Casares (y su incursión en el género policial), su creciente labor como conferencista y como escritor de reseñas y otros escritos para varios periódicos (Sur, El Hogar, La Nación, entre otros), sus propios proyectos editoriales y su profusa actividad ensayística, forman tan sólo una parte del perfil que, gracias a la copiosa documentación estudiada, es completado por las circunstancias de la vida personal y el impacto de la situación política en Borges: sus frustradas relaciones amorosas, su creciente ceguera (que llegado un punto crítico lo llevaría a invocar las “virtudes mnemotécnicas” de la métrica y la rima, contrastando con su elogio de los versos libres), su estrecha relación con su madre (quien se reconocía como los ojos y las manos de Borges), su trabajo en la Biblioteca municipal Miguel Cané, interrumpido luego de nueve años por el gobierno peronista, por haber firmado una declaración pro-democrática (y, antes de su renuncia, la amenaza de ser trasladado al cargo de inspector de aves), su claro posicionamiento político contrario a la dictadura de Perón y materializado en la Sociedad Argentina de Escritores (Sade), devenida “bastión anti-peronista” y por ello mismo cerrada por el gobierno en los primeros años de la década de 1950, sus festejos de la Revolución Libertadora que derrocó a Perón en 1955, su inmediato nombramiento como director de la Biblioteca Nacional (irónicamente coincidente con el avance crítico de su ceguera, admirablemente manifestado en su “Poema de los dones” [3]), como miembro de la Academia Argentina de Letras y como titular de la cátedra de Literatura Inglesa y Norteamericana en la Universidad de Buenos Aires. De acuerdo con Vaccaro, el reconocimiento era por estos años mundial, y no eran pocos los volúmenes dedicados enteramente a su obra.

Con un Borges consagrado, Vaccaro nos introduce en la tercera y última parte de este libro, iniciada con la publicación de El hacedor (1960), libro que reúne poemas y piezas en prosa y que fue considerado por el propio Borges (en sus Memorias de 1974) como su libro más personal y “quizás el mejor”. Si bien en esta etapa de su vida Borges publicaría otras grandes obras (El informe de Brodie, El oro de los tigres, La moneda de hierro, entre otras [4]) y se multiplicarían a una velocidad inusitada las traducciones de su obra a numerosos idiomas, destacaría sin embargo el Borges conferencista y el hombre de opinión. Recorriendo el mundo y recibiendo innumerable cantidad de premios y honores (incluyendo el premio Cervantes, el premio Interamericano de Literatura, los títulos de doctor honoris causa en varias universidades del mundo —destacándose Oxford, Harvard, Columbia, la Sorbona y Cambridge, aunque irónicamente nunca le fue concedido en la Universidad de Buenos Aires—, y hasta el título de Sir en Inglaterra y la Orden del Sol en el Perú), Borges sería el centro de la escena mundial en varias ocasiones, ya sea por la desconcertante negativa de la Real Academia de Suecia de concederle el premio Nobel de Literatura (concesión solicitada constante e infructuosamente por personalidades e instituciones de diversos puntos del planeta desde el comienzo de la década del ’60 hasta el año de su muerte) (5), como por sus polémicas declaraciones reproducidas en periódicos y programas televisivos de todo el mundo (en especial, su inicial elogio de las dictaduras militares que se erigieron en los años ‘70 en Argentina, Chile y otros países de Latinoamérica, y su concepción de la democracia como una “superstición basada en la estadística”, concepción que no tardaría en matizar al tiempo que concluiría por denunciar el terrorismo de Estado de los gobiernos militares).

En esta parte del libro, Vaccaro presenta también algunos otros aspectos de la vida de Borges, como fueron su desavenencia con Victoria Ocampo y su alejamiento de Sur, su reunión memorable con el compositor de tango Astor Piazzolla, las circunstancias en torno a su casamiento, a los 68 años de edad, con Elsa Astete, y su posterior divorcio, su colaboración con Hugo Santiago en la filmación de Invasión (1969), su vínculo profesional y amistoso con Norman Thomas Di Giovanni, su estrecha relación con María Kodama (quien se convertiría en la heredera de los derechos de la obra de Borges, y quien se tomaría atribuciones —de acuerdo con el autor— ilegítimas como albacea literaria), sus recurrentes viajes por el mundo dando conferencias y cursos, su renuncia al cargo de director de la Biblioteca Nacional ante el retorno a la presidencia de la Nación de Juan Domingo Perón en 1973, sus opiniones políticas que le vedarían el premio Nobel de Literatura y generarían una relativa falta de reconocimiento de su obra entre la juventud argentina, y por supuesto la publicación de sus últimas obras literarias (La cifra, La memoria de Shakespeare, Atlas, Los conjurados).

Como balance, se podría decir que este libro de Alejandro Vaccaro no deja de ser una biografía más de Borges, y es cierto que la mayor parte del libro reproduce elementos presentes en biografías anteriores —incluso, en las biografías publicadas por el mismo autor. Sin embargo, alguno podría replicar diciendo que el mayor rigor documental, la corrección de algunas afirmaciones previas hoy invalidadas, el agregado de aserciones antes omitidas, y el formato en un solo volumen (de 776 páginas de lectura fluida), todos ellos elementos indudablemente positivos, convierten al libro de Vaccaro en la biografía definitiva, y que por lo tanto se justifica su publicación, no como un aporte más, sino como cierre de un proceso de construcción biográfica sobre Borges. Por mi parte, tiendo a pensar que no existen biografías definitivas, aun cuando haya biografías fundamentales, y que toda biografía puede ser revisada, corregida, aceptada, rechazada, sin que una VERDAD ilumine a un autor y le dé carácter definitivo a su obra (6). Sí podemos distinguir entre distintos niveles de rigor documental y de actualización de los fundamentos y argumentaciones que estructuran la biografía. En este punto, Borges. Vida y literatura lleva las de ganar. Todos los elementos positivos —enumerados más arriba— de esta obra, justifican su publicación, si no como biografía definitiva, sí como la biografía quizás mejor documentada, actualizada, de fácil acceso y destinada tanto al público especializado como al público masivo, que fue escrita hasta el momento.

Es una pena, dicho esto, que Alejandro Vaccaro no comparta con Borges ciertos hábitos estéticos, y que no sólo descuide su prosa —dato irónico para alguien dedicado a la vida y a la obra del más pulcro escritor argentino del siglo XX—, sino incluso los detalles estructurales, haciendo de la edición actual de su libro casi un diccionario de erratas (7) —responsabilidad compartida con el personal de la editorial, y evidentemente vinculada, al menos en parte, con la premura en la edición de esta biografía para el mes del vigésimo aniversario de la muerte de Borges, en junio del presente año. Aun así, y deseando que una próxima edición del libro sea más cuidada, Borges. Vida y literatura es una biografía, si bien no esperada, sí bien recibida, y en adelante un referente para entender algunos aspectos de la vida y de la obra de Borges, y seguramente un detonante de nuevas críticas y discusiones en torno de la insigne figura de Jorge Luis Borges.

 

Notas

  1. Es interesante notar que Borges consideraba que la literatura era su “destino”, y que éste le había sido revelado una noche en la cual escuchó al poeta Evaristo Carriego recitar un poema de Almafuerte.
  2. Vaccaro enumera algunas características de la escritura de Borges de esta época: “Despliegue deliberado de erudición literaria, filosófica, religiosa, etc.; recurrencia de citas conocidas, casi desconocidas o apócrifas; borroso límite entre ficción y realidad; argumentos rigurosos que incluyen enigmas policiales o misterio; rasgos humorísticos expresados a través de la ironía” (p. 319).
  3. Nadie rebaje a lágrima o reproche
    esta declaración de la maestría
    de Dios, que con magnífica ironía
    me dio a la vez los libros y la noche.
    (Jorge Luis Borges, “Poema de los dones” [fragmento]).
  4. El informe de Brodie (1970) es, nos recuerda Vaccaro, el primer volumen de relatos publicado por Borges luego de veinte años, y en él se hace manifiesto un cambio en el modo de encarar la narración, recurriendo a “un lenguaje llano, alejado de cualquier barroquismo, aunque siempre encerraba una modesta y secreta complejidad” (p. 668).
  5. Vaccaro cita una sentencia de Guillermo Cabrera Infante al respecto: “No dar nunca el premio a Borges es un crimen contra la literatura. Puedo decirlo más explícitamente: si Borges no merece el Premio Nobel de Literatura es que el premio (como se ha dicho tantas veces) no tiene nada que ver con la literatura, o que la literatura, según la definen los cánones del premio, no se merece a Borges” (p. 663). En efecto, se asume un determinante político en la concesión de los premios Nobel, y también en su negación a personalidades como Borges.
  6. En palabras del propio Borges, en el prólogo a la traducción castellana de Néstor Ibarra de El cementerio marino de Paul Valéry, “El concepto de texto definitivo no corresponde sino a la religión o al cansancio” (citado por Vaccaro, p. 279).
  7. Este es un dato no menor. Grande es la molestia causada en el lector (más aun, en el lector de Borges) al encontrarse con un mismo párrafo repetido en el párrafo siguiente, o como nota a pie de página; o al tener que sortear las incorrecciones en los números de notas al pie; o al toparse no sólo con innumerables erratas tipográficas, sino también con otras desprolijidades (como por ejemplo un llamado a “completar cita” en una nota bibliográfica que debía incluir los datos del libro citado) sólo aceptables en algún borrador y no en un libro que debió ser leído y revisado por el autor y por el personal idóneo de la editorial antes de ser editado y lanzado a la venta.