Entrevistas
Gioconda Belli
La poesía me sobrepasa

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Gioconda Belli—¿Por qué escribes poesía erótica?

Yo pienso que empecé a escribir poesía erótica porque no tenía prejuicios ni tabúes con respecto al sexo, tuve la suerte de tener una madre muy sana que nunca me habló del sexo de una forma sucia o pecaminosa, al contrario siempre me lo planteó como una cosa hermosa y ser mujer me lo hizo sentir como un poder, no como una debilidad. Uno de los recuerdos más lindos que yo tengo de ella es cuando me habló de la regla, lo hizo con una charla bellísima, poética; me dijo que mi cuerpo iba a ser capaz de dar vida, yo me quedé con la boca abierta del don de ser mujer. Esto me marcó definitivamente porque yo empecé a escribir lo que sentía, en ningún momento me propuse escribir poesía erótica. Yo fui la primera sorprendida al publicar los poemas y resultaron ser un escándalo y los catalogaron como poemas eróticos. No estamos acostumbrados a ver a la mujer ser sujeto de su sexualidad sino siempre objeto. Las antologías de poesía están llenas de hombres que han escrito desde tiempos inmemoriales las cosas que yo escribo sobre el cuerpo de los hombres o los sentimientos que expreso y sin embargo no se les consideran poetas eróticos. Escribo de todo, no solo poesía sobre el amor, o el cuerpo, pero como me atreví a decir cosas que otras mujeres no se habían atrevido ahora soy poeta erótica. Yo hablo de la vida, del cuerpo, de política y de todas las cosas que me pasan. A las mujeres nos hacen sentir culpables del cuerpo, la mujer tiene una relación más sensual y profunda con su cuerpo.

—¿Qué relación tiene tu poesía con la naturaleza?

La naturaleza fue mi entorno porque yo nací y viví en Nicaragua, que es un país donde la naturaleza tiene una enorme fuerza y juega un importante rol en nuestras vidas. Nosotros no tenemos que ir a los parques porque los árboles están allí, alrededor nuestro. Es un país de volcanes, terremotos, lagos, grandes tormentas eléctricas, lluvias torrenciales, por ello la naturaleza marca tu vida de una forma muy importante.

—Cómo sientes tu ida de Nicaragua? ¿Acaso no hay un vacío?

No me he ido, yo estuve unos años que iba menos pero ahora vivo medio año en Nicaragua y medio año en Estados Unidos. No podría vivir sin Nicaragua, estoy tratando de crear un equilibrio entre mi vida familiar, mi vida política y Nicaragua.

—¿Qué autores te marcaron?

Desde muy niña empecé a leer, una de mis grandes influencias fue Julio Verne, mi abuelo cuando yo estaba chiquita —él era un gran lector— me traía los libros de Verne. Leía todo lo que me caía en las manos. Leía mucho teatro porque mi mamá estaba en el teatro y tenía libros de todo tipo en la casa: Lope de Vega, Shakespeare. También leí poesía, por supuesto Rubén Darío —que en Nicaragua es el héroe nacional— y ya más tarde me influyó mucho el boom latinoamericano, especialmente Julio Cortázar, él fue el ser que más me ha influido, pero también las mujeres, sobre todo las anglosajonas Virginia Woolf, Emily Dickinson, etc. En mi carrera como escritora los novelistas como Faulkner han sido muy importantes.

—¿Qué significa ser mujer y además escritora en Latinoamérica?

Pienso que hay una carga emocional muy grande, hay una dosis de sufrimiento bastante grande en el hecho de ser mujer porque de alguna manera tienes que luchar con uñas y dientes por tu lugar en el mundo. Uno de los grandes problemas que hemos tenido las mujeres es asumir nuestro propio cuerpo. En este sentido soy una privilegiada, porque yo nunca me he sentido culpable, me he sentido rabiosa cuando he visto mis derechos pisoteados. No me he sentido víctima de los hombres, a los hombres machistas los compadezco. Nosotras las mujeres tenemos que tomar conciencia de nuestro poder, pero hasta ahora en Latinoamérica no lo hemos tomado de forma como yo recibí mi feminidad, que fue como un poder.

—¿Por qué escribes primero poesía y luego pasas a la novela?

La poesía me sobrepasa, yo no logro sobrepasarla. La poesía me viene como un rayo del cielo, la poesía es un medio íntimo y la novela es un medio más propio para comunicar otras cosas que me es imposible a través del verso. Ambos medios son buenos y cada cual tiene su particularidad, a mí me encanta escribir novelas porque me permite una concentración a largo plazo, me siento arquitecta de un mundo, en el caso de la poesía es más como un médium. Además yo sigo escribiendo poesía, yo no he renunciado a ella.

—¿Existe una literatura de mujeres o es simplemente literatura?

Es absurda la separación entre literatura y literatura de mujeres. Sería como decir que la otra literatura escrita por los hombres es masculina. Es claro que existe un lenguaje masculino y otro femenino porque cada uno escribe como lo que es, y si soy una mujer hablo como mujer, hay un lenguaje particular que pertenece a la mitad del género humano. Pero hacer la separación entre literatura y literatura de mujeres es peyorativo, es como decir que nosotras las mujeres tenemos una cabeza y somos capaces de pensar, de ver con ojos propios el mundo.