Letras
Tres poemas

Comparte este contenido con tus amigos

En esta casa nada se desperdicia.
Con la ternura que ya no usamos, hice un mantel
lo bordé con palabras amorosas que intenté tragarme.

Hay un terreno baldío en la esquina
a veces corto flores silvestres para adornar la mesa
los vecinos creen que es un basurero
cada día es más difícil llegar a las flores
en poco tiempo voy a tener que adornar mi mesa con
basura.

Lo que antes eran caricias y besos ahora son
almohadas.

Cruzando la calle, hay una tienda donde venden de todo
si necesito detergente, aguacates, angustia, desvelo
o hasta platicar un rato, ahí lo encuentro.
Los dueños creen ser una pareja envidiable
siempre agarrados de la mano
cuando quieren pelear se van a la trastienda
gritan sus verdades quedito
no saben que todos escuchamos
yo me guardo algunas de esas verdades, tal vez sirvan
de algo.

Cuando barro mi casa, lo hago con cuidado
para no tirar los pedacitos de lo que éramos
que se nos desprenden día con día
los guardo en el refrigerador para condimentar la
cena.

Lo mejor es alejarse
no percibir el olor y así no recordar a qué sabe.
Tan lejos
que no se escuchen las voces
en el lugar donde se puede llegar a un acuerdo con la
tristeza.

 


 

Es el camino seguro en el instante del beso,
sensación de encontrar un lugar eterno para las manos.
Demasiadas expectativas en el instante
por una eternidad transitoria.
Todo se acumula en los ojos,
por ellos podemos saber el sitio que ocupamos,
hasta el inicio de la cuenta regresiva;
tratamos de frenarla con palabras,
pero éstas son frutos inmaduros
que caen del árbol a destiempo.
Entonces, como camellos,
acumulamos agua para resistir el desierto.

 


 

A veces te imagino triste
buscando una excusa para llamarme
con tu tristeza y la mía tejo un rebozo
te cargo en la espalda.
Otras veces te imagino feliz
sin remordimiento por mi dolor y cansancio
entonces, te amarro de los pies y te arrastro.
Me hablo de la necesidad de dejarte
te escondo debajo de una piedra hasta que se desgasta
al verte, te sigo cargando.
Ya no estoy segura que seas tú
en estos meses has cambiado, eres demasiado manejable
tendré que esperar a que el azar me deje verte
cerciorarme de que es tu misma cara,
tus mismas manos.