Artículos y reportajes
Sirena
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Las revistas literarias, ¿qué sería de la literatura sin su existencia? Sin duda, sin ellas, infinidad de textos aún permanecerían en oscuros cajones o cubiertos por el polvo del tiempo en algún olvidado anaquel, aguardando pacientes a su posible descubridor.

Son incontables los casos de textos que resultan de importancia para la literatura actual, que sólo despertaron el interés de la industria editorial y la crítica especializada luego de ser puestos a disposición del público en las páginas de alguna de estas publicaciones periódicas.

James Joyce nos ilustra acerca de las dificultades que enfrentó para poder dar a conocer su libro de cuentos Dublineses: “He consumido diez años de mi vida escribiendo cartas y litigando sobre mi libro Dublineses. Fue rechazado por 40 editores; en tres ocasiones fue compuesto, una vez quemado. (...) Mantuve correspondencia al respecto con 110 periódicos, 7 abogados, 3 sociedades de lectores, 40 editoriales y muchos hombres de letras. Todos se negaron a prestarme ayuda con la excepción del señor Pound”.

Finalmente Dublineses vería la luz en 1914, palabra por palabra, tal cual fuera escrito en 1905. Sin embargo, los próximos dos títulos del irlandés, Retrato del artista como un hombre joven y Ulises, corrieron distinta suerte. Fueron impresos por entregas en The Egoist (Inglaterra) y en The Little Review (Estados Unidos de América) por la sencilla razón de que Ezra Pound se ocupó de persuadir a sus responsables, Harriet Shaw Weaver y Margaret Anderson, de que se hallaban en presencia de una nueva y vital voz de la ficción contemporánea.

En el territorio del Río de la Plata es conocido el hecho de que Jorge Luis Borges, hacia fines de la década de los 40, en su condición de secretario de redacción de Anales, publicó, ilustrado por Norah Borges, el cuento Casa tomada de Julio Cortázar. La mención de esto último no tiene por objeto destacar la generosidad de Jorge Luis Borges sino poner de relieve el tópico de esta nota. No son pocos los autores que por razones de esta índole han defendido la función de las revistas literarias, en las que también presentaron sus trabajos: T. S. Eliot, Ezra Pound, W. C. Williams, Allen Ginsberg y César Fernández Moreno, cuyo poema Argentino hasta la muerte (1954), uno de los precursores del tono conversacional de la poesía latinoamericana, llegó a la letra de molde en el primer número de la revista Correspondencia (Buenos Aires, julio de 1956).

La aparición de una revista literaria, o de un nuevo número de las ya establecidas, es por lo tanto motivo de celebración y regocijo. Esta entrega de Sirena, dirigida por el escritor y traductor Jorge Sagastume, lo confirma. Sirena, definida como un medio para la poesía, el arte y la crítica, es, asimismo, un espacio en el que se produce un variado cruce de culturas y poéticas. Sus páginas nos permitirán tomar conocimiento del trabajo de muchos poetas que de otra manera nos resultarían remotos, desconocidos, ajenos; apreciar cómo cada uno de ellos reelabora la respectiva tradición poética de la que se considera tributario. Y esto no es poca cosa en un mundo fragmentado e ilusorio.

Los poemas elegidos son publicados en su lengua original y están acompañados de su traducción al castellano o al inglés respectivamente; aquéllos en otras lenguas cuentan invariablemente con sus versiones, castellana e inglesa, excediendo en este caso el bilingüismo de otras revistas, haciendo de Sirena un instrumento de difusión del trabajo de numerosos traductores, enriqueciéndonos, en tanto lectores. Jorge Luis Borges, en “Las versiones homéricas” (Discusión, 1932, Emecé, Buenos Aires, 1964), dice, no sin cierto énfasis: “La Odisea, gracias a mi oportuno desconocimiento del griego, es una librería internacional de obras en prosa y verso, desde los pareados de Chapman hasta la Authorized Version de Andrew Lang o el drama clásico francés de Bérard o la saga vigorosa de Morris o la irónica novela burguesa de Samuel Butler”.

En esta edición dedicada a Pearse Hutchinson, se incluye un dossier en el que destacados poetas como P. J. Kavanagh, Gabriel Rosenstock, Macdara Woods, Vincent Woods, Philip Casey, Eva Bourke, Michael Augustin, Sujata Blatt, Joris Iven y Hanne Rouweler rinden homenaje al poeta irlandés; quien cuenta con un pequeño pero selecto grupo de lectores en América Latina. También incluye una entrevista al narrador argentino Abel Posse realizada por Edgardo Cora, un ensayo de Juan Forn sobre el artista plástico Pat Andrea y poesía en traducción de Darcy França Denófrio (Brazil), Lucija Stupica (Eslovenia), Aizawa Keizō (Japón), Igor Kolarov (Serbia), Holly Jones (EEUU), Titos Patrikios (Grecia), Giles Goodland (Inglaterra) y Jefferson Holbridge (EEUU), entre otros. El volumen fue ilustrado por Sjef Hendrickx.