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Poemas

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Diez

Cuatro espaldas decrépitas componen las paredes de mi casa
los ojos miopes son las ventanas por donde entra el verano
con sus viejas trivialidades ya olvidadas
la puerta es una enorme boca con incisivos amarillos
hay una oreja roja diseccionada
una luz tenue dispersa
y un surco de centellas abriéndose paso por donde
crece la hierba
En una de las espaldas he pintado el mar
y sobre ella un navío en llamas
y sobre el navío un caballo de obsidiana huyendo
                                              despavorido por el campo
En mi sala hay muebles de cristal
una mesilla de mimbre
dos candelabros
y una utopía despedazada tirada por el suelo
En la ventana
tengo una estatua de sal de Dios en el horizonte
creando el mundo
allí está la griega mirándonos a través del vidrio
allí están sus grandes ojos buscándonos
de lado a lado por toda una vida
Tengo un perro con espuelas y con la noche rabiosa
es negro
y tiene hormigas en la espalda
En mi habitación hay veintitrés flores petrificadas
un rayo clavado en el suelo
algunas calles desconocidas por donde
voy huyendo de la noche
Tengo por espejo un lago
una hielera de días de invierno
cuatro ranas muertas colgando de la vieja vitrina
Hay un desierto al este por donde sale el sol
por ratos camino a solas
recordando cosas y cosas
hasta que llega la hora de volver
y estoy solo
solo otra vez con un atado de nervios
y un silencio sepulcral
quizás hubiese preferido abandonarlo todo
ir a París puntual a los diecisiete años
casarme con la griega en Santander
dosificar mejor estos martes interminables
Pound estaría mejor acomodado en mi cajón
y yo ya no estaría buscando a nadie
por estas cuatro paredes del cuarto donde me desangro
hasta morir.

 

Diecisiete

Un ataúd para Rosa Vrúbel
busco un ataúd rojo para sus escupitajos
una hora del día para construirle el camino
por donde irá exhumando muertes
Rosa náutica     Rosa ascética     Rosa agnóstica
toda rosa reluciente
María Rosa Vrúbel tuvo para sí
los fantasmas que llegaban por las tardes
y se tragaban la luz de sus ojos
Cogí una rosa del jardín
y la rosa me clavó sus espinas y me cortó las venas
habitó mi alcoba
mezcló su sangre con la mía
se amarró a mi cuerpo por siglos
La rosa se hizo un puñado de lumbre
e iluminó la vida     mi vida
esta vida que escogí para vivirla
tirada hacia las cosas que más amo
hacia la real irrealidad de siempre
allí donde estoy atado a tu piel
a tus entrañas
a tu Cracovia natal
Rosa Vrúbel tiene la edad de la media luna
el cuerpo de los quejidos que nadie soporta
tiene por sueño la podredumbre de los pasos
que se van para no volver
de las mariposas que vuelan y se parten en dos
en DOS largos gritos
Es dos de octubre y los árboles se parten en dos dos veces
en dos las rosas
en dos los caminos por donde regreso a casa
Rosa es la noche dos veces
Rosa las constelaciones dos veces
El recuerdo de Rosa crece en este rincón donde
está pintada con sus senos pequeños
sus violines     sus murciélagos     su migraña
su cárcel     sus balas     sus tatuajes     sus traumas
y etc etc etc.

 

XXXVII

Un candelabro alumbra Europa
desde aquí lo veo
desde esta terraza anacrónica donde el horizonte
nos muestra Lima bajo un invierno gris
allí creció tus sueños de recorrer el mundo
pero aún estás aquí
entre nosotros
comprando los colores más intensos para pintar
Europa con sus ciudades y sus mares
y pintarle nuevos ríos y nuevas llanuras
barcazas de hojalata para echarlas a andar
                                                   por el mediterráneo
de papel serán los murciélagos
las islas serán violetas con cadáveres de pájaros
del subterráneo harás crecer alambreras con buitres colgados
y crearás rascacielos  pondrás alas a los lagos
de negro pintarás las lamentaciones
las tinieblas lo harás verde safari
la espina dorsal del continente sangrará sangre azul
los frutos crecerán por el septentrión
el Sena se levantará y huirá por los Pirineos
Europa será un horror
un horror que tú quisiste crear
un bello horror que se fue contigo.

 

Indrani en tus ojos

Un hoyo al sur intangible que fue abriéndose para mirar el mundo,
las variaciones ascendentes de una naturaleza presente en tus ojos.
Una voz de mujer anunció el inicio de la transformación, ahora está allí dibujando el cielo sobre el tapiz de las paredes, clavando aquellos cuchillos sobre su pecho en un ritual de iniciación.
Indrani está en la hierba edificando una casa bajo un piano, llamando a Galba que se oculta en esa choza polvorienta de esteras rotas donde ayer colgaba las cicatrices de su cabeza, estaba desnuda
multiplicándose, delineando sus formas con los cosméticos viejos y las cenizas de aquella tarde muerta en sus manos.
Un hoyo al sur sobre la polvareda la recuerda, una belleza eterna tirada hacia atrás por el viento que levantaba sus cabellos, los muérdagos bajo los pies, la rafia celeste que hacía el cielo,
la línea bifurcada hacia los extremos de su ser y la nada,
la recuerda esta cuesta arriba hacia el infinito que no termina.

La luz de la vida no estaba en sus ojos, estaba en el bus yendo al Nirvana.

 

Un cisne sobre un lago púrpura

Un cisne que cuelga del lago trasluce la magnitud del día y la noche,
el otoño de los años enumerados que es la suma de este horror que todo
lo contiene.
Un bosque de albas emerge de lo oscuro donde tus miedos están acumulados en un rincón.
El lago hecho de pedazos de periódicos envuelve tu desnudez. Tu cabeza púrpura se yergue ante mis ojos, tu cuerpo flota en medio de la noche mientras doce cisnes te rodean en una danza infinita.
Una ventana se abre en el aire para que el mundo te vea, hay muertos flotando en el lago boca arriba con los brazos extendidos. Nadie los ve.
Un poco de luz se derrama a lo largo del día mientras danzas una música hindú que lo alcanza todo.
Hay arrugas en tu piel, dos puntazos de lanza en tu cráneo, cicatrices de partos y sólo a ti te preocupa la menopausia que no te deja bailar como antes, pero estás vieja y eso todos lo saben.
Mañana será domingo y estarás mejor, recordarás aquella estación de los iniciados que simbolizaban utopías hechas a mano.
El espíritu liberado que ahora teje recuerdos
al borde de un lago púrpura que se nos va por entre los dedos.

 

XXXV

Virgen de basalto
en este día cargado de muerte
te pido que guíes los pasos de Eleanor
te pido que le bajes los frutos porque ella es pequeña
desquiciada  no tiene ojos
está decrépita y se desangra.