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Concierto en sol menor

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Hojas del camino

Hojas del camino,
esparcidas al aire por el viento,
trozos de un dominio
del que no se conserva documento;
hojas del camino,
manuscritos sobre pieles resecas,
dibujos de signos
pentagrameados en la arboleda.

Hojas del camino que voy pisando,
dolorosos crujidos
de los huesos de mis antepasados;
hojas del camino que voy hollando,
unánimes palabras
de épocas lejanas,
con las que historias que vais contando;
hojas del camino que voy andando,
un puzzle carcomido
con los símbolos de tiempos pasados.

Hojas del camino,
en vuestras páginas, ¿quién sabe leer
del hombre el destino
sin miedo a equivocarse otra vez?

 

Arenas del desierto

Arenas del desierto,
infinitas esferas de cristales
en que viven los sueños;
de geometría, practica constante
en manos de los vientos;
si ayer grandes, hoy vetustas ciudades,
disueltas por el tiempo.

Arenas del desierto,
vibrantes recibís al sol naciente,
dando forma a su deseo,
en el Nuevo Día, ser la simiente;
suave presentimiento
de la figura que, cual recipiente,
sigue al pensamiento,
recibiendo las formas inherentes.

Arenas del desierto,
raudas obedecéis al sol radiante,
geométrico concierto
de efigies por vientos artesanales
que siguen a su maestro,
transformando las dunas ondulantes
en maquetas de sueños,
que al espíritu puedan cobijarle.

Arenas del desierto,
huérfanas disueltas al sol poniente,
rotos, gastados cuerpos
donde la vida anidar no puede...

Arenas del desierto,
sobre vuestras figuras, ¿quién maneja
a los aires obreros
diseñándolas con tanta belleza?

 

Divertimiento caprichoso

Hojas del camino que voy pisando,
de geometría, práctica constante
con los símbolos de tiempos pasados;
huérfanas disueltas al sol poniente,
del que no se conserva documento;
en el Nuevo Día, ser la simiente
de los huesos de mis antepasados,
transformando las dunas ondulantes,
esparcidas al aire por el viento,
recibiendo las formas inherentes;

trozos de un dominio
en que viven los sueños,
de épocas lejanas,
suave presentimiento...

sobre vuestras figuras, ¿quién maneja
del hombre el destino,
diseñándolas con tanta belleza,
sin miedo a equivocarse otra vez?

 

Tríptico egipcio en tres movimientos

Primer Movimiento

Corrían tiempos remotos,
en los que lucha no había
pues la Edad era de Oro;
toda norma se cumplía,
en medida satisfecha,
por cuanto sólo ocurrían
cosas en su sitio y fecha;
aguas del Nilo crecían
fecundando el Alto Delta,
con los ciclos de la vida
que brotan bajo la tierra.
Los reyes con valentía
este mundo gobernaban
con la correcta medida
que de la Regla manaba:
“No lo hagas a tu hermano,
si no quieres que otra mano
te lo haga triplificado”.

Pero la astucia crecía,
entre juncos ocultada,
pues a Osiris no quería
quien la avaricia sembraba,
convirtiendo cada día
en negra noche encelada,
y la muerte le traía
en un cofre ocultada...

                                        “...por su recuerdo,
                                        transformó todo un mundo de tinieblas
                                        en, de su esposo, el mejor reflejo;
                                        para que su verbo no se perdiera,
                                        reconstruyó su cuerpo
                                        para que un hijo diera...”
                                        (de “In témpore aeternum”)

...y la buena gobernanta
el reino establecía
sobre lo que recordaba,
pues aprender cada día
con gran ardor procuraba;
mas pronunciar no podía,
como Osiris, la palabra,
que su poder ya perdía.
Recuperar procuraba
lo que factible no había,
y contra Osiris tramaba
como traerlo a la vida,
y su opinión ignoraba
acerca de esta osadía,
pues su empeño, la palabra
era, pero no su vida
florecer con su substancia.

Al Rey, su esposa divina,
de esta forma traicionaba,
sin saber la felonía
que su plan manifestaba...

               La esposa engalanada,
               para su esposo amado
               con flores de albahaca
               y cantos desagrados,
               le prepara el lecho
               donde, a la alborada,
               tendrán un heredero,
               ¡Oh, esposa que tanto lo deseaste,
               cuánto amor cobijaste,
               que aun tras la muerte lo procuraste!
               La esposa engalanada,
               para su esposo amado,
               con flores de albahaca
               y cantos apenados,
               prepara la mortaja
               que no será su lecho.
               (canción de la esposa engalanada)

...de un embarazo divino,
humanamente paria
al más bello de los hijos;
de esta forma sostenía,
de reina, su aspiración
al Cetro del Mediodía,
recuperar con honor...

                                       “Lo educó, entre las cañas del Delta,
                                       y para el logro el nombre eterno,
                                       con el que mayor poder obtuviera
                                       en contra del enemigo paterno,
                                       guerra que establecería
                                       la ley y orden perfectos...”
                                       (de “In temperé aeternum”)

Pero su hijo no podía,
como ella lo procura,
compartir su felonía,
porque alta era la cuna...

             La esposa extraviada,
             a su esposo persigue,
             por la arena cegada,
             entre Eros y Psique;
             de flor del tamarindo,
             su aroma la embriaga,
             por la luna del vino,
             de su sangre manchada;

                          ¡Oh, que al más hermoso Dios contemplaste
                          y al que tanto amaste,
                          que su magna esencia en ti cambiaste!
                          La esposa extraviada,
                          a su esposo persigue;
                          por la arena cegada,
                          deja a su amor y sigue
                          detrás de una idea
                          a la que todo entrega.
                          (canción de la esposa extraviada)

Por la semilla y su flor,
abandonada partía,
con un menguante clamor
que su cuerpo le dolía;
dos veces, lesa esperanza,
de sus luces huía,
levantando nueva casa
donde cobijar quería
sus ojos negros y grana;
nuevo nombre tomaría,
como la noche estrellada,
Hécate la llamarían;
lejos de cualquier mirada,
en la tierra viviría...

 

Como gota de agua

Como gota de agua,
límpida lluvia que baja del cielo,
del mar evaporada,
esculturas de hielo,
en tus labios nevadas.

Como gota de agua,
el filiforme barniz de tus gestos,
por el aire llevada,
suspendida en el viento,
tu risa alborozada.

Como gota de agua,
deseado espejismo del sediento,
en el oasis, salada,
los mares de tus besos,
de la tierra manaban.

 

Segundo movimiento

...Entre juncos del Delta,
la existencia discurría,
con los huidizos amantes
festejando agravias;
entre los cañaverales,
pájaros cantautores
armonizan su maestría.

De dolores arrastrada,
hermosa se recogía
en la sufrida cabaña,
que su gozo protegía;
bajo el sol más radiante,
sus trenzas entretejían
flores y estrellas donantes
de aromas, luces y vida,
mientras que su caudal de aguas
al río Nilo nutría
de prisas alborozadas
por ver al Rey que venía;
y el universo le canta
al niño con alegría:

              “Arenas del desierto,
              vibrantes recibís al sol naciente,
              dando forma a su deseo,
              en el Nuevo día, ser la simiente;
              llamadas y escogidas
              para ser las primeras sembradoras
              de la nueva semilla
              en tierra de labranza alentadora”.

Lapislázuli sus ojos,
centro del centro divino,
demuestran en su contorno
—de su padre, un suspiro—
el camino de retorno
hacia el hogar prometido;
avanza el caminante
con su deseo, bien medido
en balanza equilibrante,
en su razón satisfecho
de su amor ilusionante.
Hecho de substancia humana
y con esencia divina,
pues para crecer el sol
debe menguarse la luna,
en un trabajo de amor
que no se da tregua alguna...

                                        “...Aunque está hecho de carne humana,
                                        en verdad forma de espíritu tiene,
                                        pues cosa, a la prueba, tan liviana,
                                        por si no alcanzara gozo perenne,
                                        sino que transmutada,
                                        igualársele debe...”
                                        (de “In témpore aeternum”)

Buscando al enemigo
de su madre, se alejaba,
registrando escondrijos
donde esquivar procurara
la justicia de la lucha
que finalmente acabara
con el clamor de la cuna...

             El príncipe guerreó
             buscando la justicia,
             encuentra su aliento
             la maldad peregrina;
             luchando con empeño,
             lo malo perseguía,
             henchido el momento,
             ¡Oh, príncipe, que al mal perseguiste,
             para bueno sentirte,
             no encontraste vara con que medirte!
             El príncipe guerrero,
             buscando la justicia,
             encuentra sin aliento
             que ante los dos se inclina
             (canción del príncipe guerrero)

...la derrota implacable,
a la victoria seguía,
a dúo, incuestionables;
inagotable maestría
que lograr sobre los pares,
con su juventud, debía,
sobre la que inmemorable
texto proverbial decía:

              “la izquierda y la derecha
              juntas recorran la senda,
              y quienes no lo entiendan
              regresen a la contienda”.
              Tras luchas itinerantes,
              con la lección aprendida,
              se vistió de caminante
              que la senda recorría;
              hasta el pantano bajó,
              donde cayó de rodillas,
              a la montaña subió,
              sin hallar lo que quería,
              que era ver al tercer sol,
              que más relucía...

              Señor traspasado,
              bajo el árbol quedaste,
              que acertó en el blanco
              la flecha de tu padre;
              gozo más acabado
              ni recuerdo más grande,
              lograrás sin su agrado.
              ¡Oh, príncipe, que a tu padre te uniste,
              que con él uno fuiste,
              que verlo, cara a cara, conseguiste!
              Señor traspasado,
              bajo el árbor quedaste,
              pues llevabas sembrado
              el ideal de tu padre.
              (canción del Señor traspasado)

...Toda cosa suspendida,
fuera del conocimiento
que en aquel grado tenía;
lleno de abatimiento
miró su pasada vida,
dando su consentimiento
a quemarla en la pira
de un mayor discernimiento,
experiencia dolorida
para su mundo interno...

                                           “...su juicio quemará
                                           a cuantas iniquidades hubiera
                                           dentro del mundo que él gobernara
                                           y la ley del padre resplandeciera;
                                           del cuerpo soberana,
                                           en su mente estuviera,
                                           en la mayor perfección la palabra,
                                           que nadie pronunciado la hubiera,
                                           de tal modo que las letras sagradas
                                           su magno poder intacto tuvieran,
                                           que nadie lo bajara
                                           ni se lo descendiera...”
                                           (de “In témpore aeternum”)

Flora y fauna le cantaban
en hermosa sinfonía,
entre luces extasiadas,
porque noches ya no había­:

“Arenas del desierto
raudas obedecéis al sol radiante,
geométrico concierto
de efigies por vientos artesanales;
a las formas vistiendo
para que puedan experimentarse
en los mundos sensibles
de lo que les es inteligible”.

 

In crescendo

...La música de las esferas,
en la que cada nota, in crescendo,
de su Creador expresa
la grandiosidad de su pensamiento;
tocatas, fugas, minuetos...
cada una en su octava acrecienta
la presteza del maestro
cuando dirige el sin par concierto...

pentagrameados en la arboleda
en que viven los sueños,
manuscritos sobre pieles resecas
en manos de los vientos...

 

Tercer Movimiento

Habiendo civilizado
a los egipcios del delta,
habiéndolos contentado
la luz de su inteligencia
al mostrarles el arado,
la escritura y la ciencia,
su corona le entregaron,
como Rey de la Prudencia;
su palabra se extendía,
acogida con agrado
por cuantos la conocían...

                                         “...su reino, sobre la paz construyó:
                                         con la ciencia, enseñó la paciencia,
                                         con la palabra santa, compasión,
                                         y aumentó la conciencia
                                         de a quienes les enseña
                                         que, con la paz, se consigue el amor...”
                                         (de “In témpore aeternum”)

...pero concluyó su tiempo:
salir debía de Egipto
para que su pensamiento
ya no fuera de él mismo,
sino que fuera la dicha
de cuantos lo conocían,
que en su gusto anidara
obrar en paz con amor,
de modo que no olvidaran
la fe que les regaló.
Los apegos se oponían
a que él, con mansedumbre,
realizara su salida
en contra de las costumbres;
las leyes, un enemigo
buscaron, que le dejara
partir sin permiso
a quienes así deseaban...

                                         “...por excelencia,
                                         habiendo sido un buen gobernante,
                                         Osiris se retiró de esta tierra
                                         y, desde los mundos espirituales,
                                         siguió las experiencias
                                         de sus hijos mortales...”
                                         (de “In témpore aeternum”)

Llegado al bajo Egipto,
su luz diluyó las sombras
que sobre tantos egipcios
pesaban como unas losas;
la vida entró a raudales,
como aguas de la crecida,
sanando a los mortales
de sus infectas heridas,
que volver a levantarse,
sangrantes, les impedían.
Agradecidos le dieron
el Cetro del bajo Egipto,
complacidos recibieron
al Rey de los dos Egiptos,
que, con semejante porte,
los dos mundos igualaba;
la luz sobre el horizonte
bajo el mismo llevaba,
reluciendo los dos soles
con la misma llamarada...

                          “...tras haber muerto, cuidando de ellos
                          de modo que cruzaran las tinieblas
                          sin que, a extraviarse, tuvieran miedo,
                          sino que, por sus méritos, nacieran
                          de mujer, y de nuevo
                          bajo el sol crecieron...”
                          (de “In témpore aeternum”)

...al primogénito dio
instrucciones más puntuales
sobre el túnel que cruzó
y en lo que pudo hallarse,
y le enseñó los destinos
grabados por inmortales
en las hojas del camino:

“...substancia de la substancia,
que bajando procedías
hasta ser tu propia causa,
de la primera salías,
y forma de sol tomabas,
con lo que alumbrar podías
tu misma y nueva bajada...
Bajando tomas figura
y experimentas la vida;
aprender pronto procura,
no te fíes en heridas;
que te estará ayudando
todo aquel que en la vida,
tus planes dificultando,
te haga andar más de prisa;
que no existe el enemigo,
sino el que extraviado anda,
ni tampoco el amigo,
que de lo bueno demanda,
pues sólo hay un camino
que por esta puerta pasa;
unos lo han recorrido
antes, a otros los aguarda,
porque no existen desvíos
que, de la prueba, libraran;
cada uno, en su razón,
avanza por su destino,
sembrando de su zurrón,
lo que lleva comprendido...”.