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Geometría corpórea

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Itinerario

Cuando ya más no pueda enseñarle,
que el discípulo mate a su maestro.
Como las aguas desbordan su cauce
o, a la mecha que lo sustentare,
agota el triple fuego,
que la verdad sea sometida a prueba
en el níveo crisol de la experiencia.

Cuando la verdad se quede pequeña,
búsquese otra nueva.
Que el discípulo haga el camino
sobre lo ya construido,
buscando y adorando
dioses de barro, de cobre y de hierro;
cuando finalmente esté preparado,
vendrá un nuevo maestro,
con el que las tablas de la verdad
volverán a brillar.
Que siga así hasta que halle en su interior
el reflejo de Dios.

Que aquél que hallar maestro ya no procura,
entre en la noche oscura,
donde sus apetencias lisonjeras
serán puestas a prueba
y sus ideas habrá de defender
por medio de la fe.

Que el triunfador conozca a su esposa;
que sus velos descorra
cuidadoso, en el orden debido,
usando mucho mimo,
mientras que la unión se va completando,
uniendo sus dos manos.

 

La rosaleda

Después de su segundo nacimiento
haber tenido,
como un gozoso vergel floreciendo,
a sus familiares y amigos,
daba sus rosas,
siendo las rosadas las más hermosas,
sin que las mil espinas, en sus dedos,
rojo teñido,
les dejasen en, de partir, la hora.
Dejando tras sí todos sus recuerdos,
cruzó el río,
donde, por el asceta, fue ungido
con las aguas que purifican el cuerpo;
mas, en el fuego,
su espíritu resultó elegido
por la belleza del ramo de rosas
que hacían, de su vida, la gran obra.
Lo recibido
lo fue dando a cuantos pedigüeños
se iba encontrando por el camino,
dando a cada uno el conocimiento
de su desvío,
de modo que,
asentando su injerto,
la rosaleda fuera, candorosa,
una ofrenda de pequeñas obras.

 

Gusto facultativo

En la noche primera,
tras la puesta solar,
el gusto pasa su primera prueba
librado de la apetencia lunar,
en el fuego que eleva la consciencia;
mas tendrá que ir a la tierra del fuego
para purificar sus apetencias
y dejar tras sí cuanto, como un peso,
aún lleve su esencia.

En la noche segunda,
cuando no hay luz de luna ni de estrellas,
el gusto pasa su segunda prueba;
que nada halla que su fe confunda,
que tan sólo de ella guiarse quiera.
Entre las dobles fuerzas,
que tanto lo apuran,
tendrá vislumbres de su amada esposa,
en la razón que su fe asegura,
en extremo hermosa.

En la noche tercera,
por el gusto, se consuma la unión,
cuando flores matutina estrella.
El esposo ha puesto
tras este empeño, semejante fuerza
y determinación,
que ha sido recibido con amor
y sabio, prudente recogimiento,
quitándole a su esposa los velos
sin torpe ligereza.

 

Imagen en el espejo

Imagen reflejada en el espejo,
en tu faz me conozco.

Imagen que me traes tantos recuerdos,
como tú, cristal roto.

Imagen tintada de sentimientos,
mis cortes dolorosos.

Imagen esquirlada de reflejos,
yo no te conozco.

 

Tres caminos

Tres caminos se ofrecen a mi vista.

Uno, a la derecha, escarpado,
picos y pedregales
son su apoyo constante;
el segundo a  la izquierda, lejano,
se pierde en los valles
con sus sones y bailes;
y un tercero, centrado,
que sin ser uno u otro,
de los dos tiene trozos.

¿Por cuál avanzaré de buena prisa?

Para tomar uno, no tengo fuerzas
bastantes para aguantar su medida;
el otro extremo, con sus lisonjas,
podrá adormecerme la presteza,
haciéndome pernoctar en sus fondas;
el que discurre por el curso medio,
que no tiene lisonjas ni fiereza,
se ajusta mas al vaivén de mi empeño.

 

Geometría corpórea

Primera parte

“Cuando ya más no pueda enseñarle,
que el discípulo mate a su maestro.
Como las aguas desbordan su cauce
o, a la mecha que lo sustentare,
agota el triple fuego,
que la verdad sea sometida a prueba
en el níveo crisol de la experiencia...”

Tras haberse educado
a los pies de su maestro,
aprendiendo, de las plantas del campo,
sus usos y misterios,
del orden animado
como se forma el razonamiento,
y en la tierra y en el cielo,
de lo in manifestado,
los signos que revelan sus secretos;
habiendo demostrado su control
sobre el pulsante deseo,
domesticada su satisfacción
y con el amor presto,
obtuvo la esperada bendición
de manos de su maestro,
quien, reconociendo a su sucesor,
le dijo estos versos:

            “Aunque tengas frío, que no te importe
            si a quienes te rodean, das calor
            en lo profundo de tu corazón.
            Quizás te reconforte
            saber que tu luz en amor ha prendido,
            como un recién nacido”.

                        ...después de su segundo nacimiento
                        haber tenido un gozoso vergel floreciendo,
                        a sus familiares y a sus amigos,
                        daba sus rosas,
                        siendo las rosadas las más hermosas...

y a ponerse en camino lo animó
ya que era el momento
en que, a las puertas del templo del sol,
debía hacer su intento:
            “Ante la puerta, modula tu voz:
            debes, con una palabra,
            hacer la triple llamada.
            No creas que es tarea fácil la misión:
            debes conjugar deseo,
            en tu razón, satisfecho,
            con el debido, candoroso amor”.

 

Segunda parte

                                   “Cuando la verdad se quede pequeña,
                                   búsquese otra nueva.
                                   Que el discípulo haga el camino
                                   sobre lo ya construido,
                                   buscando y adorando
                                   dioses de barro, de cobre y de hierro;
                                   cuando finalmente esté preparado,
                                   vendrá un nuevo maestro,
                                   con el que las tablas de la verdad
                                   volverán a brillar.
                                   Que siga así hasta que halle en su interior
                                   el reflejo de Dios”.

Tras sí dejó su aldea,
familiares y amigos,
su plácida y fructuosa existencia
y todo cuanto le era conocido;
bajando las laderas,
se dirigió hacia el mar bravío,

                        ...cruzó el río,
                        donde, por el asceta, fue urgido
                        con aguas que purifican el cuerpo,
                        mas, en el fuego,
                        su espíritu resultó elegido...

por cuyas mil desparramadas islas
fue cosechando nuevas experiencias,
multiplicando sus siete talentos,
enseñando la siembra
de las hijas del fruto, las semillas,
en su adecuado tiempo,

            Geográfico camino
            no es el que tú recorres,
            que es, de tus interiores,
            senda de peregrino
            que va descubriendo velados dones
            con los que has nacido
            y con los cuales te vas facultando
            para tareas mayores
            en el silvestre campo.

Luego, sobre una roca se sentó,
mezclándose entre cientos
de aspirantes contritos de emoción
y henchidos de anhelos.
A muchos apartó el sol radiante,
pues no pudieron ser, como la arena
del desierto, bajo su luz, vibrantes;
a otros, gráciles reminiscencias
llevaron de recuerdo
al frescor hogareño;
y otros no encontraron de recibo,
tan sudorosos, no ser acogidos...
por tanto, cuarenta y nueve quedaban
cuando la hora llegaba.

Estando en plenitud la luna nueva,
uno por uno fueron recibidos
con exhortaciones sobre las pruebas
a las que, quizás algo confundidos,
tan seguros habían acudido,
y admoniciones sobre las penas
que conllevaban, de verse caídos;
mas ninguno se retiró.
Después fueron obsequiados con baño
y sabrosos refrigerio y bebidas;

                        “...tras la puesta solar,
                        el gusto pasa su primera prueba,
                        librado de la apetencia lunar,
                        en el fuego que eleva la esencia...”

unos los tomaron de buen agrado,
otros, de una manera comedida;
unos, de piedra, tuvieron salida,
otros, al atrio fueron convocados,
donde vieron la boca de la tierra
abierta en par, con toda su fiereza;
mas ninguno se retiró.

Uno a uno, entraron al pasillo,
dispuestos a alzarse victoriosos
por encima de lo desconocido
que los esperaba tan cauteloso.
Con paso seguro, el aspirante
penetró en las sombras acechantes:
“nada debo temer
si por este trance ya he pasado;
he sido preparado,
consistente en mi fe,
para afrontar cuanto se me presente,
si tal cosa sucede;
pero, si así no fuere,
nada adelantaré
por mucho que temiere”.

 

Tercera parte

                                   “Que aquél que hallar maestro ya no procura,
                                   entre en la noche oscura,
                                   donde sus apetencias lisonjeras
                                   serán puestas a prueba
                                   y sus ideas habrá de defender
                                   por medio de su fe”.

Con la única luz de una antorcha,
prendida con fuego de su corazón,
atento, avanzo
entre las densas sombras tenebrosas
que llenaban la galería
—las puertas a su espalda, atrancadas—,
con sólo una salida
en la piedra excavada,
negra hambrienta garganta
por la que introducirse debía.
Las húmedas paredes se estrechaban,
el calor, desde el fondo, ascendía
mareando al aspirante
en su descenso a las profundidades,
mientras oye en un eco
trozos de una canción que habla de espejos,
“...en tu faz me conozco...”
con la antorcha apagada,
las manos y pies como ojos reptantes,
prosiguió su bajada,
“...como tu cristal roto...”
El sudor lo asfixiaba
y el corazón flojeaba,
perdiendo cinco kilos de peso,
“...mis cortes dolorosos...”,
mientras invadían su pensamiento
visiones de hallarse en un rojo fuego
que pedazos de su ser le arrancaba,
y el dolor le embriagaba
en la oscura garganta flameante.

                                   “Mas tendrá que ir a la tierra de fuego
                                   para purificar sus apetencias
                                   y dejar tras de sí cuanto, como un peso,
                                   aún lleve su esencia”.

Cuando estaba a punto de desmayarse,
sus manos hallaron una salida
que subía describiendo espirales,
“...yo no te reconozco...”,
hasta encontrarse en otra galería,
a cuyo fondo un débil resplandor,
figura daba, tan llena de ira
que todo era temor.
Tomó tres respiraciones profundas
y se tranquilizó;
mirando la figura,
comenzó a caminar, firme el paso
y continuada la respiración,
observando caídos a ambos lados
a otros que lo habían precedido,
seguros de sí mismos,

                                   “que nada halle que su fe confunda,
                                   que tan sólo de ella guiarse quiera”

mas numerosos, según avanzaba.
Formas difusas tiraban de él,
por ver hacia qué lado se inclinaba
y caía, a la vez
que firme proseguía avanzando,
recordando las rimas de la espera
que compuso en la arena:

“Cuando tu bien yo procuro,
tiran de mí hacia abajo,
pretendiendo que no avance
ni permanezca en tu agrado;
aunque con fuertes tapujos
intentan este apaño,
mantenerme fiel procuro,
porque, fuera de este trance,
unidos en mayor grado
seremos en adelante.
Luego se sigue una calma
            como ninguna lograda,
            donde ni vientos ni lluvias,
            ni las calores avanzan,
            sino que todo aquietado
            permanece en lontananza.
            Más próspera que ninguna,
            dichosa asciende mi alma
            por fértil, celeste prado...”

La efigie de la diosa
lo observaba con iracundos rasgos,
presta a abalanzarse de su estrado
ante la firmeza tan pretenciosa
de quien se acercaba sin inclinarse;
mas, según se acercare,
su cara, al trasluz, iba cambiando
de la severidad
a la hermosa magnanimidad.
Llegado hasta ella, pudo observar
la delicadeza de los cinceles
que la habían podido diseñar
con trazos tan finos y sugerentes
que tantas emociones despertaron
en quienes hacia ella avanzaron
sin estar preparados.
Y en los que estaban a sus espaldas,
pudo leer un grabado
con, de la divinidad, la palabra
que trae la sanación
en manos del amor,
que pasa por el camino del medio,
entre los dos extremos.

                                   ...lo recibido
                                   lo fue dando a cuantos pedigüeños
                                   se iba encontrando por el camino,
                                   dando a cada uno el conocimiento
                                   de su desvío...

Agrupados sacerdotes salieron
a felicitarle por las dos pruebas
pasadas, y luego lo condujeron
donde debía pasar la tercera.

 

Cuarta parte

                                   “Que el triunfador conozca a su esposa;
                                   que sus velos descorra
                                   cuidadoso, con el orden debido,
                        usando mucho mimo,
                        mientras que la unión se va completando
                        uniendo sus dos manos”

            “Bendito seas, ¡Oh Señor! que has triunfado
            sobre quienes se enfrentan,
            tirando de su lado de la cuerda,
            a los que adoran al dios contrario;
            estando sobre lo bueno y lo malo,
            en la Casa del Bien
            conservas tu sagrario,
            prendido en tu inagotable fe”,

le homenajeaban al aspirante
los sacerdotes que lo conducían,
entre los dos pilares,
a la dispuesta cripta,

            “Bendito seas, ¡Oh Señor! que has triunfado
            sobre las ilusiones,
            sabiendo que conoces,
            fruto de tu fe, la sabiduría”.

Agua del rocío, sobre las flores
de alerce, genciana y pasionaria,
caída, tomó, con la de lavanda,
para que tranquilas las emociones,
tuviese en sí confianza.
De hyperico y de espino blanco,
untado fue con aceites y aromas;
lecho de lino blanco,
tendría esa noche.

            “Bendito seas, ¡Oh Señor!, que has triunfado,
            pues habiendo muerto, fuiste enterrado”

La mecha se agotaba,
el silencio crecía
y la última prueba comenzaba,

             “y has resucitado”

Sus párpados pesaban,
su vista se nublaba,
mientras que, en un profundo sopor,
su cuerpo penetraba
entre imágenes sin ilación,
y sintióse ligero, sobrevolando
el pozo en el que crujían los dientes
y en donde intentaban atraparlo,
sin que poder tuviesen
para haberlo forzado;
entonces, mirando a lo alto,
tomo su decisión
y la oscuridad entró en movimiento,
llevándolo muy presto
hacia la puerta de la intensidad,
quedando todo atrás...