Subversiones
esta poesía de bocaza de halcón
granítica
huraña
inabordable
háceme espionaje como en una batalla
desde la sombra hacia la sombra
el perfil tuyo y la paranoia son una misma cosa
gnomos escalando por tu lengua
ventanas ocultando el adiós
paredes sin sueño
cabeceando acezándonos decapitando ese
olor
a saladura
de nuestros cuerpos
he fabricado apenas unas desaplicadas manos
sin urgencia en el espacio
pinchaúvas me digo a veces
un poco en broma en mitad del bochinche
este sitio es un snack cosmopolita
donde beberé he bebido
dos mil años apadrinada por el muerto
deshuesada como una nuez
en su termodinámica
coexisto
coexistimos
fuera del curso de todas las escolleras
ningún encierro pervive
y ninguna poesía
dirá
demasiado
del poema es mi tosquedad
la granazón del adjetivo es mi nombre
el credo y la arenga son mis hijos ceñudos
retratistas sardónicos
nidadas
que he dado
a luz a contracorriente
para hallar el latido matricida.
Algo huele mal
él trajo el resuello que sesteaba en el arenal
como los antojos
ora y ahora estomagantes
aliñados
ganosos
volcánicos
la agudeza donde me despeina
el huracán es una yegua sin salvoconducto
sin
atascadero
encarrílame por una atmósfera
llena de bocetos
y manchones
igual que a una chiquilla obsequiosa en su desnudez
fanfarronéame bajo la luna
ajústame al escaño
húndeme en su vértebra de viaje
allí empolla el búho
corretea la palabra
enronquece el arrumaco
sintonizamos en la marejada frescamente
si yo soy o no soy lo otro o la otra
si soy lo suyo allá o acá
si no sé quién soy o sé de mí por él yo soy
quien huele mal.
Rompecabezas
según achica la luz entonces hay borrosidad
negrura laberinto somos un incómodo rompecabezas
para los mohines y las agallas
nos engolosinamos, todavía más,
dios
sonríe
carcajea
seriamente nos toma el pelo
por todo lo que no hemos sido
es una voz
allá y aquí
el día va pasando
más tarde arrullando ondula en el zumbido
sin
igual
ondula
tamborea
pendular yo también mudo el rictus
en mi borboteo de mamba negra impulsándome cuesta arriba
como un solo poema
te llevo me llevas, será por eso, que jamás
he amanecido con un esquelético
ateísmo.
Simplemente
soy una alevilla corcovada
entre los adoquines sufro descamaciones
mientras enclueco la muerte en el hermetismo del reloj
desconfío inclusive de mí
de la luz sobre los atajos
del nacimiento de las torrenteras
diferentes cosas las tuyas un poco más anexas a la punción
que hace la lluvia con el viento
como la luminiscencia a los ojos
y esa viruta que rueda en círculos hasta el polvo
de la ausencia parece desconfiar también
de mí
no esperes la crónica de mañana
no puedo verte sin ningún dolor de cabeza
desmochaste el último sangrado
aunque poco importa
si enflaquezco de sordera
simplemente.
Transfiguración
y sin embargo se volvió térreo
como el estómago de las avecillas
que desoyeron anoche
la avanzada
donde estuve
exageradamente unilateral
y donde
el tacto hizo trizas
ese sistematizado ideario
de turno
pasé a la espera
al soslayo
a la encrucijada en un santiamén
con ahínco y chillería
habré arrojado tales arañazos
como si fuera veinteañera
otra
vez.
Mutismo
y de mí
nadie dice nada si elijo echarme una siesta
como un pez a lo largo
soñar con el bermellón más oscuro para mi casa
como un grito descolgándose
cavar los mismos agujeros
ensalivada
por mis propias fieras rezongando
enronqueciendo porque suceda alguna cosa
y sin embargo
soy
un
abrazo
que
desangra
las uñas hacia a ti corren libres como una sola jabalina
presto oídos
al sonsonete de mis inútiles labios
mientras la tarde declina
otra vez en acertijos detrás de una ventanilla
expatriada
por el mundo
atada a lo que ni siquiera ato
entre un absoluto mutismo y discreción
nadie dice nada.
Zoom
libélula
liberta
libo
el ajetreo de la vida que entra en mí
como menudísimas hiladas de cenizas para rebalsarme
toda
bajo la ceja sombría el que salí a buscar
me aventaja
mientras sigo mordisqueando una insufrible desazón
y ya no queda más que un último
zoom
herrumbroso
por cierto
pobre niña mía es una salvaje
calva de pestañas y cuello huesudo
exageradamente atroz como la distancia
seguro que
dejaron de oírse
el juego de sombras
en las paredes de mi cráneo
una o varias o cada una fantasea
una lindeza con mi blanquinoso cadáver
o
soy
yo...
Águilas
Porque no me permitistéis mover los labios
toda una noche gastada de preguntas
y más aun
astillar
puertas y ventanas
a lo largo del cansancio
soy
una
interminable
metáfora
sobre
el tálamo
el sinsabor ondea debajo la oruga
rancia
este paréntesis
azuzando mi cuerpo donde una luz cae tristona
de sábado
que no florece como cenobita
dejaré águilas
para el desamparo
el desamparo está lleno de águilas dentro de mi boca
obviamente, eso, ya no
es mi tentempié.
Anacronismo
el cielo
mi
octubre
la
cruz
mis
labios
la
poesía
que llevo
entre mis piernas
húmeda de sangre
se emponzoñaba en el espejo de tu dormitorio.
Cronómetro de arena
Y entonces él abrió la ventana desvistiendo
la hendidura de mi razón
un cronómetro de arena
que al darse prisa desbordó el mundillo
como heridas
no hay palabras que puedan lamerlas
en torno a nosotros
conté insectos
por mis calles
es el día mismo
irguiéndose en órbita dentro de otra órbita
hasta asestarme contra el fondo de la jaula
de
este hervidero no te fugas
dije en algún lugar de mi testarudez
aun cuando la sesera idealiza
aun cuando yo hubiese estado allí.
Zoé
Olía sutilmente a desolación la vieja la chola la vida es
larga y
angosta como una avenida de abedules
invariable geometría de siempre
que anida en mi ladera
ofreciéndose
en un dantesco juego de ajedrez
yo no puedo con tanta libertad
alineando rostros y ninguno
ha dejado su envoltura corporal
río y viento
reza un letrero de carretera
ir y volver
apenas un cálculo mientras nos respiramos
epifanía heráldica
en qué frontera sujetarás mi reloj
el entusiasmo la herida tan desnuda como eres
esqueleto
en
ton
ce
s
t a m b i é n
y
o
humo llama fuego infierno rozamiento
latidos mordiscos
largo corredor
una jira que se deshace en otras jiras
en el oficio de exhalar el vacío infinito un mundo dual
yerbas
zanjas
paisajito inútil pero suelto
oliendo a un chardonais más afrutado
en las mañanas
en que no soy capaz de estirar los brazos
en este traje
terracota
verde
amarillo
como es el otoño armonizándose
más allá del ojo
difícilmente
soy la niña
que abre la puerta
cuando la noche anochece sola
me hundo en una especie de cautividad
entre
letras
y
palabras
y
gráficos
y
figuras
igual que una pirámide
en su domicilio.