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Poemas

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Furia mansa

Me refugio
en la ira que ronda
el candor de mi existencia.
La furia mansa
en la que camina mi silueta,
usándome.
Mostrando calma
en el volcán de mis espacios.
La furia mansa
que ruñe las esquinas de mi estómago.
¡Tiro los manteles de las mesas y las caretas de los carnavales abajo!
Y si algo se quiebra,
me habrán escuchado entonces
los oídos sordos
y las mentes toscas que me rodean.

 

Ruptura

Partiste en dos
la eternidad planeada.
Me desguazaste los sentidos
poniendo a prueba mi razón de ser.
Los fantasmas que salen de tus ojos
le clavan indiferencia
a mi tan criticada rutina.
Soy un árbol en el invierno de tu ausencia,
un grito inaudible
y mosquitos que te sacudes con desprecio.

Metiste tu mano negra
en mis oídos
sacándome los órganos
que te amaron a ciegas.
Sin vida mi pulso,
te miro a lo lejos
destronándote de mi reino.

 

Alcanzándote, poema

El sabor a tinta
se impregna en mi lengua
ofreciéndole un rumbo distinto a mi vida.
Teniéndote junto a mí
soy un ave que alcanza
la gloria de volar alturas inimaginables;
el agua cristalina del río
que detiene la corriente
cuando tú pasas;
la mano dura que se empeña
en mandar al demonio a quien te critique;
la persona que camina
por aquel puente inestable
para asegurarse de que no hay peligro
en atravesarlo;
la que te montará un altar
con flores y libros
de buenos poetas.

 

Ruido ensordecedor

Se me desgarran las entrañas
cuando el ruido entra en el subconsciente
y hace estruendos aterradores.
Empantanan mi concentración
¡Pido prudencia!
Se cuartea lentamente mi cerebro;
congelan mi estilo, lo dejan en blanco.
¡Bastardos, cállense ya!
¡Risas, voces mal nacidas!
Me arde aquí dentro
cuando se me impide materializar las ideas.
¿Ahora..., cómo podré volar?

 

Prueba de amor

Sueña cómo me invento
un retrato de nuestro futuro.
Piensa en estos hijos nacidos del amor
que sueñan con tus besos.
Acaricia mi espalda
cuando me canse del vivir cotidiano.
Imagina cómo salto
las barreras constantes que separan
el amor de ti y de mí.

Dale cabida a mis manos
que no quisieron soltarse de tu cuello.
Ata mi lengua para no cansarte de oír
lo que me invade
cada vez que te pienso.
Sueña conmigo encima, desnuda;
encima, capaz de devorarte.

Suéltame y déjame sin soltarme;
no en tu mente ni en tu risa.
Suéltame.
Para salir corriendo de nuevo
a buscarte.
Encarcela mi pensamiento
sin quedarte vigilante.
Tu amor y el mío es tan libre
que en sueños nos encontramos
sin habernos visto nunca.

 

La nueva patria

Con una mano
se perdió la fe
de la patria confianzuda.
No había prisa para matarnos a todos.
Pensé que lo harían
después de convertirse en ceniza
mi cuerpo
y aun así me importaba.
Todo es de noche,
se convirtieron los límites
en un sin límites
y risas descaradas.
Cayeron inocentes
manchando la bandera de sangre
en la quinta república.
Y lloran las madres
mientras el cinismo hace historia
en las hazañas de una mano
que debe ser cortada.