Letras
Poemas

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Al aire libre

El manjar de tu reclamo
corrió sobre mi río
hasta llegar a la arena fértil de la sabana
donde se deslizó sobre troncos,
piedras y alguna que otra hoja caída.
El gemido matinal,
la respiración de nuestros cuerpos,
despertó la música
de tu locura.
Regresé a tus brazos inquietos
acariciando las corrientes translúcidas
de tu aroma,
manchado por la fuerza torrencial
de tu lujuria,
en el sedimento
de mi piel oscura.

 

Agua y sed

Fue un sueño
sobre la sed y el agua,
donde los números contaban
y las conversaciones fueron
guardadas en privado.

Fue un sueño
sobre el agua y la sed
donde el perdón
fue la causa
y aceptación el efecto.

Fue un sueño
sobre la sed y el agua
donde todos sabían
el significado del agua
pero nadie entendía
el significado de la sed.

 

Ingratitud

Soy una perra, a mí nadie me humilla.
“Tía, ven, que estás cansada”.
No estoy cansada. Sólo que nadie me deja sangrando.
“Parece que la política te ha acalorado”.
Qué política ni ocho cuartos, lo que pasa es que últimamente
esos malditos perros se pasan contemplando a las ratas
mientras juegan con sus rabos, y me han puesto a mí a cazar.
Eso sí, a la hora de comer enseguida quieren que yo se lo dé todo
masticado. No puede ser, perra. Hoy alzo bandera,
porque yo soy una dama. A mí nadie me humilla.
Si quieren algo de comer que se eduquen.
“Tía y dale con lo de los cerditos”.
Si quieren la planchada y almidonada, que miren a ver con quién.
Busquen a Pancha. A ver cómo les va con esa perra del demonio.
Esa hembra sí que no come ratas, ni desperdicia ratos.
“Tía, los perros no usan ropa”.
¿Ropa? Anda pues, llámalo como te dé la gana,
perra ingratitud, total es la misma cosa.

 

Algo más que el orgullo

Tanta vulgaridad perseguida
tantos tablados descoloridos
vulgaridad caminando
obstinada en el lodo de una noche
estrellada en la melodía de una viola
vulgaridad arrodillada
que se encona
ven y sin más preocupación
olvida la vulgaridad de mis ojos
nadando en el abrazo de tu silla

 

alma perdida

tanto odio
entre mangos escondidos
casi maduros
yo los como muy picantes
y echo el corazón al olvido
la vida es así
entre los bosques y ríos
irremediable
locura que me llena de hastío
allegada a los mares
batiendo el cuerpo contra corales muertos
fétido
herido