Artículos y reportajes
Mercurial Periodística
Un caso de ética y defensa del derecho de respuesta y un intento de preservar la memoria política de David Ledesma Vázquez (1934-1961)

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¡Ay, del periodista que convierta
su pluma en cuchara!

Juan Montalvo (1832-1889)
polemista ecuatoriano, autor de Mercurial Eclesiástica

I. Brújula de Mercurial Periodística

Norte.
“La frase de la discordia” (cita del tercer párrafo del artículo del señor Luis Gerardo Salgado Espinoza: “El poeta de la corbata amarilla”).

Sur.
“Intento de aclaración” (carta 1 destinada al señor Luis Gerardo Salgado Espinoza, periodista del diario El Mercurio, Cuenca, Ecuador).

Este.
“David Ledesma Vázquez: ¿desganado o entusiasta de la Revolución Cubana?” (carta 2 destinada al señor director del diario El Mercurio, Cuenca, Ecuador).

Oeste.
Anexos (no se incluyen).

 

II. Contenido de Mercurial Periodística

Norte.
Cita: La frase de la discordia

Para enfocar la atención en la frase que llevó a Sergio Román Armendáriz a redactar dos cartas, vía correo electrónico (al autor del artículo y al director del diario El Mercurio de Cuenca, Ecuador), se transcribe únicamente el tercer párrafo del texto del señor Luis Gerardo Salgado Espinoza: “El poeta de la corbata amarilla”, enfatizando, con letra itálica, la frase de la discordia:

“La Casa de la Cultura Ecuatoriana, matriz, editó la poesía completa, en la colección Memoria de Vida. El escritor, en su desencanto, estuvo en la búsqueda de una definición más clara de la existencia, e hizo que pugnara por los interrogantes, en esa escena de hombre cotidiano que se batió el pan como locutor (voz varonil la suya en contraposición con sus preferencias amatorias), colaborador de prensa, actor de teatro, viajero por Cuba y Argentina, desganado de la revolución cubana, pese a que mantuvo un programa radial sobre ésta”.

Salgado Espinoza, Luis Gerardo. “El poeta de la corbata amarilla” (tercer párrafo). En: Diario El Mercurio, Cuenca, Ecuador, 11 de septiembre del año 2008.

 

Sur.
Carta 1: Intento de aclaración

Curridabat, Costa Rica, 11 de septiembre del año 2008

Señor Luis Gerardo Salgado Espinoza
Diario El Mercurio. Cuenca, Ecuador

Sr. Salgado:

Los insomnios propios de la vejez me llevan a la deriva por la red de redes y así, en este amanecer del día 11 de septiembre del año 2008, acabo de leer su artículo “El poeta de la corbata amarilla” acerca de mi entrañable compañero y hermano en la poética simbolista y en la política de izquierdas, David Ledesma Vázquez, nota que publica, hoy mismo, El Mercurio de Cuenca, texto que yo me apresuro en contestar.

En mi calidad de sobreviviente del lírico Club 7 y del Toachi urjista, debo agradecer que su pluma nos recuerde, gracias a David, poeta emblemático que le da voz y nombre a toda nuestra generación. Pero, permítame expresarle mi desacuerdo en lo concerniente a su expresión “...desganado de la revolución cubana, pese a que mantuvo un programa radial sobre ésta”.

Debo decirle que conocí a David desde nuestras primeras escaramuzas estudiantiles en la imprenta y en las aulas del Colegio Nacional Vicente Rocafuerte, hasta el momento de su adiós supremo, y en ese tránsito de 1951 a 1961 hicimos juntos muchas cosas que ya pertenecen a la historia, siempre juntos, también con Carlos y Gastón e Ileana, entre ellas, el Club 7, su taller y su publicación plural; Triángulo, otro libro compartido; el programa radiofónico “Aquí... Cuba”, que dedicamos a combatir la desinformación o el silencio alrededor de tan libérrima gesta.

Además, viajamos juntos a la isla, barajamos horas y horas de conversación política (que iba desde la Bolivia insurrecta de 1952 y la Guatemala o “Guatebuena” de 1954, hasta la Cuba guerrillera de 1959) charlando alrededor de algunas cervecitas frías o sin ellas, y, resultado de nuestra militancia revolucionaria y poética, él escribió Cuba en el corazón y yo escribí Varón en La Habana, dos poemarios breves que íbamos a editar asimismo unidos bajo el título Dúo, pero su muerte y mi exilio frustraron ese afán.

Dígame, señor Salgado, si yo tengo o no tengo elementos de juicio para saber si David era un desganado o un entusiasta de la causa socialista.

Permítame con todo respeto decirle que David nunca fue un desganado de la revolución.

David Ledesma Vázquez fue un ser sensible y laborioso y por eso, un antiburgués, y un heterodoxo, y un alma con efluvios de ese Cristal que le dio carácter a su primera publicación. Y como todos nosotros, agonistas, sí, herederos literarios de Vallejo y de Medardo Ángel Silva y de Barba Jacob y de Hugo Mayo y de César Andrade y Cordero. Herederos de la utopía a la que se refiere Agnes Heller, neomarxista: “La utopía es lo que debe ser... hecho, ya”.

De todas maneras, muchas gracias por recordarnos, y disculpe mi intento de aclaración cuyo énfasis puede confundirse con descortesía.

Atentamente,

Sergio Román Armendáriz

 

Este.
Carta 2: David Ledesma Vásquez: ¿desganado o entusiasta de la Revolución Cubana?

Curridabat, Costa Rica, 12 de septiembre del año 2008

Señor director del diario El Mercurio
Cuenca, Ecuador

Señor director: Saludo a usted.

Acompaño otra vez mi “Intento de aclaración” respecto de una frase que me parece infundada y desafortunada dentro de un artículo (por lo demás, elegante incluso desde el título metafórico y metonímico) del señor Luis Gerardo Salgado Espinoza (“David Ledesma Vázquez, el poeta de la corbata amarilla”, 11.IX.2008) publicado en el diario de su digna dirección.

David (1934-1961) emblemático poeta, como todos sabemos, no puede defenderse porque murió hace cuarenta y siete años. Casi todos los miembros de nuestra generación han muerto. Sobrevivimos pocos de los cuales yo fui muy cercano amigo y compañero en la lid poética pero, sobre todo, en la lid política.

El señor Salgado da una versión acerca del estado de ánimo de David y lo califica como “desganado de la Revolución Cubana”, pero esa versión es una suposición. Los hechos dicen lo contrario y esos hechos son, entre otros, nuestro programa radiofónico “Aquí... Cuba”, en defensa de la gesta revolucionaria y los poemas de su Cuba en el corazón entre los cuales emerge su “Castro en Manhattan”. ¡Ésa es la realidad!

Sus lectores y sus lectoras, señor director, tienen el derecho de conocer esta otra realidad que encierra mi versión, la cual surge de mi relación cercanísima con David, como lo atestiguan dos libros publicados en conjunto: Club 7 en 1954 y Triángulo en 1960. Y, también lo atestigua el hecho de haber creado juntos el programa radiofónico mencionado que David dirigía y distribuía, pero, en el cual yo escribía los editoriales que después publiqué en Alcantarilla, sitio de ratas, 1962, un poco antes de salir al exilio.

Sr. director: acuse recibo y publique mi “Intento de aclaración”. Es lo justo para sus lectoras y lectores y también para la salud del derecho a la libre expresión que defiende este ciudadano que se suscribe de usted como un atento y seguro servidor.