Letras
Brabante

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Era una noche fría y oscura, recordó Richard Brabante; una noche de murciélagos aterciopelados, de negro manto pegajoso que se adhería a las ondulantes colinas, a los árboles sacros de ramas retorcidas y añosas. Descansaba en medio de un pozo negro sin tiempo, ensoñado en la música de los grillos verde oliva, destrozando hierbajos con sus dedos. Su nombre real era Leonardo, su nombre ficticio, Richard Brabante; su realidad era una mariposa de fieltro negro adosada al papel tapiz de un cuarto de enfermo. Si Leonardo levantara su cabeza siquiera un poco, por encima del nivel de la horizontalidad observaría en toda su extensión su mundo de doce metros cuadrados.

Una mano poderosa aferró la empuñadura, la cruel estatura de Richard Brabante sonrió salvajemente y desenvainó su espada, en la colina cuatro jinetes aguardaban con paciencia. Mamá había querido un ingeniero, un doctor, un... no eso que dormía en el cuarto de arriba como una cucaracha patas arriba, intoxicada por insecticida. Leonardo se aferraba a las sábanas mientras soñaba con un universo de murciélagos amarillos y ratas de albañal, donde la música de Richard Brabante era un cielo lleno de agujeritos. La gotera descargaba gotas de sangre que sonaban a sinfonía quinta monoaural de Brabante.

Un grito nocturno asaetea a los búhos antiguos, vejestorios, que pernoctaban entre el ramaje con un ojo brillante, alumbrando los rostros crispados de los perdidos, y el otro ojo cerrado como un pirata en un mar de magma ardiente. Richard Brabante lanzó su fiero grito con voz de orquesta heroica, que interpreta la pieza aunque el mundo se esté derrumbando bajo un concierto de bombas atómicas. Un jinete responde a aquel grito primigenio, primitivo, que sonaba a frustración, frustración de un Leonardo no Brabante, de un Richard no compositor como aquél de un millón de discos con su genio incrustado en los surcos negros de un plástico negro. La redundancia toma la fuerza de espada contra espada, de esquive y golpe, de herida en un costado y un caballo solitario al galope en el horizonte.

Leonardo escupe sangre, más que escupirla la arroja burbujeante hacia un costado, la sangre maldita se desliza por las comisuras de sus labios y traza meandros en su rostro; un agudo dolor en el pecho lo pone rígido, con los ojos fijos en el techo, la oscuridad juguetea con su visión, oscilando deliciosamente dentro de su mente desfallecida. Tres años habían pasado desde que su madre comenzó a verlo raro, a tratarlo como a un anormal. El médico tenía la culpa, si él o Richard Brabante pudieran ir hasta allí, hasta la mole de concreto con un millón de ojos de cristal donde la gente se moría en medio de tubos de plástico y juramentos de Hipócrates; si pudieran llegar hasta donde estaba el doctor y con una inyectadora ponerlo malo como estaba Leonardo. Si Richard Brabante con su espada y con sus discos lograra morderle la sangre y acabar con sus sufrimientos... Pero no, la punzada en el pecho le tenía los ojos vidriosos, frágiles.

Richard Brabante escupió fuego sobre el cadáver, entre él y el último jinete reposaban tres cuerpos mutilados; el último jinete, oscuro en la lejanía, agita su arma curva, la hoja de acero destella visiones de guerra. El galope es violento, el arma es apenas un reflejo y Richard Brabante en un instante olvida su origen, su infancia y su música, olvida su segunda realidad, la de su espada y aquel mundo donde su música era el susurro del viento. Un cuerpo sin cabeza suelta su espada, cae de rodillas y en un momento, infinitamente repetido por la mente febril de Leonardo, el cuerpo de Richard Brabante se sostiene oscilante para luego caer pesadamente sobre la hierba húmeda y cargada de melodías del siglo XVIII.

Los ojos de Leonardo, fríos como el cristal, observan las elipses, las parábolas, las ondas y sinusoides que adopta aquel techo de doce metros cuadrados mientras él se hunde en las profundidades de su cama y su mente se adentra en la oscuridad aromática de la noche. A lo lejos, traído por las garzas blancas, se oye un vals ácido de Richard Brabante.