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Corín Tellado y los márgenes de la literatura

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Literatura es todo lo que se lea como tal.
Guillermo Cabrera Infante.

El reciente deceso de Corín Tellado nos sirve como pretexto para realizar una lectura del folletín sentimental como una forma literaria de amplio espectro popular y de las características que hicieron de nuestra autora un fenómeno de masas, al punto de que Cabrera Infante en un ensayo que le dedica en su libro O nos informa: “En 1965 supe que era una ‘española de verdad’ y que es, para asombro de muchos pero no mío, el ‘escritor español más leído de todos los tiempos’, incluyendo, por supuesto, a Miguel de Cervantes”.

Según la Enciclopedia Sopena, la literatura es el género “cuyo fin es la belleza por medio de la palabra”. La definición nos obliga a pensar que “literatura” es la que se refiere a las “grandes obras”, o sea, que por su expresión y su estructura poseen un valor estético unido a una “altura intelectual general”; si alguna obra carece de los valores referidos nos vemos en la obligación de de pensar en ella como “sub-literatura”; sin embargo, la sub-literatura posee un “interés literario bastante considerable” según el fallo de Andrés Amorós. De allí que sólo un juicio de valor estético nos lleve a diferenciar la literatura de la sub-literatura, a pesar de lo que nos proponen René Wellek & Austin Warren,ese dúo dinámico de la teoría literaria: “Uno de los modos de definir la literatura es decir que es todo lo que está en letra de molde”.

Al hablar de sub-literatura siempre es conveniente descartar juicios ambiguos: “esencia”, “categorías lógicas”, “experimentación de las formas”, etc., ya que la narración es simple y pura, sin ninguna ambición de experimentación ni afán esteticista. Sin embargo, la sub-literatura al igual que la literatura crea sus propios códigos, tipos y formas. En el folletín sentimental, y en el caso de Corín Tellado en particular, podemos enumerar las siguientes características:

  1. Las tramas siempre son las andanzas sentimentales de un hombre y una mujer frente a una cantidad de obstáculos en busca de la felicidad a través de una relación amorosa;
  2. Abunda una serie de encuentros aparentemente fortuitos cargados de un sentido erótico. Por ejemplo en Así aprendí el encuentro en una escalera donde Él la besa furtivamente tratando luego de explicar su actitud como algo accidental;
  3. La narración está llena de lugares comunes presentados como descripciones apasionadas: “besos ahogantes”, “como si los dos tuvieran hambre de amor”, etc.;
  4. Ellas son, mayoritariamente, jóvenes que estudian o trabajan creyendo que allí está su “superación personal”, cuando en realidad ésta se halla en el matrimonio con Él al final de la novela;
  5. Son frágiles, esbeltas, aturdidoramente bellas y terriblemente femeninas, si por casualidad alguna posee algún defecto físico (situación que no es muy dada) queda opacado por su hechizadora simpatía;
  6. Visten de forma sencilla, dejando entrever una necesidad de protección, que siempre es dada por Él;
  7. Él suele llevarle algunos años (aunque no muchos) a Ella. También estudia o trabaja, pero no como un anhelo de superación personal, sino para poder ofrecerle a Ella una vida plenamente segura, sin tropiezos económicos;
  8. A diferencia de Ella, Él ha tenido experiencias amorosas con otras, pero es siempre en Ella que encuentra una serie de encantos nunca conocidos: “Había besado a muchas mujeres, claro. Pero jamás sintió una sacudida igual como cuando la besó a ella” (de Así aprendí);
  9. En algunas novelas Él es un amable seductor que considera su relación con Ella como un simple juego, pero (¡oh, avatar de avatares!) Ella logra seducirlo con sus encantos y Él termina perdidamente enamorado (el cazador cazado).

En otras historias, cuando la pareja logra alcanzar desde el principio un grado de comprensión mutua siempre aparece algún malvado, tenebrosamente feo, que busca aprovecharse de la inocencia de Ella para seducirla y apartarla del amor verdadero, como “una serpiente venenosa”, para alimentar con ello sus sentimientos profanos. Lo interesante es que siempre aparece Él para poner al villano, a fuerza de golpes, en su lugar. Según Amorós esta situación crea un esquema triple: “tentación-peligro creciente-salvación”, que Cabrera Infante en un golpe de ingenio crítico define de la siguiente forma: “Recordé el diseño de una o de todas las novelas de Corín Tellado donde el dibujo forma un triángulo en que los catetos son amor posible, amor imposible y la hipotenusa es inamorposible”.

Estas son, vistas a vuelo de pájaro, las características generales que poseen los folletines sentimentales de los cuales ha sido Corín Tellado su máxima exponente en lengua española. Todas ellas forman el cuadro general de una fórmula literaria con afianzamiento propio.

Otro problema planteado por la sub-literatura y por el folletín sentimental en especial es el de su utilidad. Horacio nos dice que en la naturaleza de la poesía existe una relación entre dolce et utile, este axioma nos remite a una concepción del arte en función de la siguiente ecuación: “juego” más “trabajo” igual “artificio”. La definición horaciana nos ofrece una referencia aprovechable: “útil” equivale a lo que no sea malgastar el tiempo, es decir que la literatura como tal, aparte de ofrecer una función “dulce” (horas de esparcimiento) nos ofrece también una serie de datos aprovechables acerca de un conocimiento universal, son obras netamente “instructivas”.

Con el folletín sentimental (y también con otros sub-géneros) sucede lo contrario, es “dulce” pero no “útil”, en estas obras la ambición de conocimiento queda descartada, según Juliette Raabe: “el objetivo siempre será el mismo: la evasión”. El lector que recurre a estas obras jamás se preocupa si la anécdota es verosímil o no, su única ambición es sentirse plenamente identificado con el personaje central. Corín Tellado explica: “Cuando escribo realmente pienso en el lector, pienso en darle aquello que le gusta, que lo entretenga. Que cojas un libro en una estación de tren, o en un aeropuerto y que recuerdes aquel momento con agrado y digas: me hubiera gustado vivir eso o lo he vivido ya, porque yo me identifico con el personaje”.

Durante los años de la transición política española y con el afán de mantenerse en el tiempo, Corín Tellado terminó por condenar al ostracismo las ingenuidades que marcaban sus libros durante la época del franquismo (una línea distante frente al sexo y al erotismo) lanzándose hacia una sensualidad al principio incipiente, sutilmente disfrazada, hasta llegar en los años del “destape” a mostrarse cómicamente descarada: “Marta, te amo y te deseo y no soy capaz de conducir serenamente hasta la villa” (de Así aprendí).