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Terminó infructuosamente la búsqueda de los restos de García Lorca
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“Ahora hay que replantear la historia desde la base”, dice la historiadora Maribel Brenes

La Consejería de Justicia y Administración Pública de Granada ha dado por “terminada” la excavación en Alfacar, donde los historiadores han marcado el enterramiento de Federico García Lorca, e insistió en que ahora son los investigadores los que deben retomar la localización de los que fueron fusilados en aquel paraje junto al poeta.

Los trabajos de excavación para descubrir el enterramiento comenzaron el 29 de octubre de 2009, por decisión de la Junta de Andalucía, tras la petición cursada por los familiares de tres de los fusilados y enterrados supuestamente en la misma fosa común que el poeta: el banderillero Francisco Galadí, el inspector Fermín Roldán y el restaurador Miguel Cobo.

Además, se tuvo en cuenta la solicitud hecha por la Confederación General del Trabajo (CGT) en memoria del también banderillero Joaquín Arcollas, que se encontraría en el mismo lugar.

El equipo de investigación de la Universidad de Granada, compuesto por cinco arqueólogos, dirigidos por Francisco Carrión (Melilla, 1954), rastreó sistemáticamente mediante excavación arqueológica una superficie total de 276,75 metros cuadrados en el lugar donde se creía podrían encontrarse los restos del escritor. En total, ha extraído 75,76 metros cúbicos de sedimentos. En su informe, los investigadores concluyen que allí “nunca se realizaron fosas de enterramiento, ni han existido restos óseos humanos”.

La titular del departamento, Begoña Álvarez, manifestó este lunes 21 de diciembre que no es la Junta de Andalucía la que debe “buscar” sino que “tiene que abrirse una reflexión” a raíz de los trabajos desarrollados en el Parque Federico García Lorca, que concluyeron este fin de semana sin el hallazgo de restos óseos y con la “evidencia científica” de que en el lugar, situado en torno al monolito, nunca hubo fosas.

Sus afirmaciones se producen después de que el investigador irlandés/español Ian Gibson apostara el pasado sábado 19 por reanudar las excavaciones alrededor del olivo del parque y en las lindes del mismo, cerca de la zona repoblada de pinos, porque todavía “hay sitio” para localizar la posible fosa del poeta, con lo que la búsqueda, a su entender, “en absoluto” debe abandonarse y la Administración andaluza “tiene la obligación moral de seguir buscando”.

“Creo que ha sido positiva la labor que se ha realizado. Nosotros hemos terminado el trabajo y ahora le toca a los investigadores, a los estudiosos, retomar este tema y ver exactamente dónde pueden estar los restos de los familiares que los están reclamando”, sostuvo Álvarez, que reiteró que la Consejería “nunca” ha buscado a Federico García Lorca, sino a quienes lo han solicitado.

En ese sentido, ahondó en que la función de la Administración se limita a ayudar a los familiares a localizar y, en su caso, identificar, porque “es un deber que nos impone la Ley de Memoria Histórica”. “Buscar, no buscamos. Lo que hacemos es, previo proyecto, previa demanda de familiares, atender esas peticiones y ver sin son viables, para lo que está el protocolo andaluz de exhumaciones. Nosotros seguiremos trabajando con la memoria histórica en aquellos sitios en los que nos presenten un proyecto”, indicó.

“La investigación de una persona que se guía por el corazón y no la cabeza, nunca funciona. Después de las presiones, están los mitos y la gente que vive de ellos”, aseveró el arqueólogo Francisco Carrión el sábado en una entrevista publicada por el diario El País, en la que también fue consultada la historiadora Maribel Brenes (Úbeda, Jaén, 1971), presidenta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) de Granada, encargada de coordinar las excavaciones.

Brenes indicó que el fracaso de la búsqueda “ha sido un poquito frustrante” para ella, pues “hay que decirle a los familiares que no están allí, pero como historiadora es un buen reto. No se puede calificar esto como un error, porque ahora hay que replantear la historia desde la base”.

Por su parte, Carrión advirtió que las excavaciones fueron originadas “en testimonios orales, sin documentos. Nuestra obligación era confirmarlo. La excavación era precisamente necesaria por eso”. Agregó que, de haber restos en la zona estudiada, “probablemente estén tan sumamente compactados que sea difícil el rescate, pero sí hay posibilidad de dignificar el sitio”.

Carrión asegura, además, que según el informe preliminar de la investigación “La posibilidad de que ahí hubiera algo es ninguna”, refiriéndose al lugar donde se realizaron los trabajos. “Ni un solo hueso, ni una sola esquirla por pequeña que fuera, ni una sola pieza dental, que suele ser habitual”.

Ahora deberá iniciarse una labor metodológica de revisión de fuentes, documentos que aclaren por qué la mayoría de investigadores se basó en testimonios orales provenientes de un solo supuesto testigo. “Nos toca ver dónde está el fallo, pero a nivel interno. Hay que volverlo a estudiar todo y confirmar todas las teorías. Fundamentalmente, la comisión de investigación creada antes de instaurar el parque”, opina Brenes.

Los investigadores no descartan que el cuerpo se encuentre en los alrededores del parque. Todas las posibilidades están abiertas, pero localizar los restos de Lorca, el maestro Dióscoro Galindo, los banderilleros Joaquín Arcollas y Francisco Galadí, el inspector Fermín Roldán y el restaurador Miguel Cobo, se presenta como un enigma de dimensiones extraordinarias.

Descartada la tesis de historiadores como Ian Gibson, Brenes apunta a indagar en las teorías de investigadores como Eduardo Molina Fajardo, que señaló otros emplazamientos distintos del parque de Alfacar. “Hemos visto mapas militares de los años 40 con distintos barrancos”, abundó Carrión.

Aunque la fuente principal de Gibson —cuyos trabajos sobre el autor de Poeta en Nueva York abarcan ya más de cuatro décadas— fue el enterrador Manuel Castilla, conocido como “Manolo el Comunista”, un amigo de éste ha afirmado que Castilla “le tomó el pelo al guiri” y que en realidad no se acordaba de dónde estaba enterrado.

Otros investigadores como Gabriel Pozo sostienen también que años más tarde Manuel Castilla se desdijo y afirmó que llegó tres días después de los hechos, por lo que ni vio a Lorca ni participó en su enterramiento.

Pozo cree que Lorca fue enterrado en la zona del Caracolar, próxima a la Fuente Grande de Alfacar donde se le ha estado buscando, y después desenterrado y trasladado a otro lugar para ocultar pruebas de su muerte ante los reproches que comenzaron a llegar desde el extranjero. La tesis de este investigador, expuesta en su libro de reciente aparición Lorca, el último paseo, es que el cadáver del poeta está en alguna fosa común sin determinar.

En su libro, Pozo recoge también el testimonio póstumo, inédito hasta ahora, de la actriz Enma Penella, hija de Ramón Ruiz Alonso, quien supuestamente detuvo a Lorca en casa de los Rosales. Según Penella, el delator del poeta fue el hijo mayor de esta familia.

Los trabajos infructuosos llevados a cabo en Alfacar hacen dudar de la veracidad de los datos manejados hasta ahora por el historiador irlandés/español. Sin embargo, Gibson ha dicho que si el poeta no aparecía donde se le estaba buscando se encontraría muy cerca, por lo que creía que habría que seguir insistiendo.

El sábado, Gibson manifestó su enojo por los resultados de la investigación, aunque advirtió que no le sorprenden, ya que no se excavó al otro lado del olivo, en el barranquillo. “¿Por qué no han buscado al otro lado del olivo los tontos de Memoria Histórica?”, lamentó. “Jamás dije que se pusiera allí el monolito y que éste marcara la fosa donde se encontraba García Lorca”.

Pero lo que sí le ha sorprendido e irritado es el hecho de que, al hacer el parque en 1986, la Diputación moviera huesos en la zona donde fue fusilado Lorca. “Lo que dijo Ernesto Molina, quien era vicepresidente de la Diputación en aquel entonces, es tremendo y es posible”, comentó el investigador. “¡Cómo no se dijo nada de los huesos que Diputación encontró en Alfacar, cómo se trasladaron huesos en sacos a otro lugar! Eso es tremendo y quedamos en ridículo”, exclamó. “Lo peor es que argumentaron que no querían perjudicar a las obras, y los pusieron en sacos”.

Según el relato de Ernesto Molina, los huesos que se desenterraron en aquel entonces fueron llevados a otro lugar para poder seguir las obras, aunque se colocaron dentro de los límites del Parque Federico García Lorca, de forma que quedaran preservados al estar en el interior del recinto. Este último matiz habría permitido a los investigadores de Memoria Histórica haber encontrado, al menos, estos restos, según Gibson.

El investigador defiende la autenticidad del testimonio de Manolo El Comunista —corroborada posteriormente por Agustín Penón—, quien le indicó donde fue sepultado el poeta, junto al olivo donde se encontraba el ya famoso monolito. “Creo que Manuel Castilla no me mintió”, insistió.

Otros investigadores defienden tesis diferentes. Es el caso de Fernando Guijarro Arcas, que mantiene que la familia desenterró el cadáver tras pagar una fuerte suma como rescate y que podría estar enterrado en la finca familiar Huerta de San Vicente, como se explica en un extenso trabajo de investigación publicado en nuestra edición 175.

Fuentes: EFEEl PaísEuropa PressIdeal