Letras
Poemas

Comparte este contenido con tus amigos

Abril es siempre cruel

April is the cruelest month...

T.S. Eliot

Abril es odioso.
Pone a soñar a los poetas.
Alborota a los púberes
y derrama perfumes.

En el trópico apabulla a los viejos con su luz
echándole a perder la vida a más de uno.

No olvida a los lirios y los hace parir flores
que luego se marchitan al sol.

Inspira, casi siempre, a los escribidores,
largas apologías de lo cursi.

Taimado y cruel, abril propicia siempre despedidas,
que muy pronto se vuelven definitivas.

T. S. Eliot siempre tuvo la razón.
Abril es siempre el mes más cruel del año.

 

Naturaleza muerta

A la memoria de Miguel Barco, pintor.

No son más que cáscaras
dejadas por abandono
sobre la mesa donde me preparo
el desayuno.
Pero Miguel cree ver en ellas
los elementos justos para plasmar su arte.

Yo soy menos imaginativo y sigo viendo cáscaras.
Cáscaras y rastrojos que me recuerdan cada día
que habito un cuarto miserable,
rodeado de gentes miserables
en un país donde sólo gobiernan
los miserables.

 

Retrato de hombre con piano

A Federico Chopin

La habitación a oscuras
y en un rincón el piano.

Federico Chopin
le arranca notas al teclado.

¿Evoca Federico aquellos días
en su lejana Zelazowa-Wola?

Pobre Federico con el rostro lánguido,
sus ojos como de vidrio,
y la tisis comiéndole un costado.

 

Golpes en la pared

Noche, que dejas tras de ti
viejos terrores,
y desatas golpes en la pared.

Golpes secos y sordos,
que escucho junto a la voz de Gary Brooker
girando sin marearse en un vinilo.

Golpes.
Golpes, que me llevan al desvelo,
y se amontonan todos en la pared,
junto a mi puerta.

 

Un cadáver exquisito

A Miguel Barco

Escribir poesía
debe ser siempre un acto lúdico
eso dijo —o quiso decir— André Breton
y propuso el juego del cadáver exquisito.

Miguel Barco y yo
quisimos escribir juntos un poema.

Miguel escribió:
“¡No soporto las lilas! ¡Me sofocan!”

Yo escribí:
“¡Odio las sonrisas estúpidas y evito los saludos!”

Ahora Miguel se pudre en una celda
donde no crecen lilas.

Yo me apresuro a terminar mis líneas
para evadir la sonrisa estúpida del cederista *
que cada noche me vigila.

* Cederista: miembro de los Comités de Defensa de la Revolución. Organización paramilitar de soplones al servicio de la policía castrista.

 

Un diálogo que se vuelve monólogo

A Francisco Mir Mulet, in memoriam.

¡Que no te mueras, coño!
¡Que no te mueras!
Estas, sin duda, hubiesen sido mis palabras
junto a tu lecho allá en Gerona,
pero nunca imaginé tu muerte.
La noticia me llegó abruptamente navegando en la red
—neologismos de la modernidad—
y abrió un vacío enorme en mi pecho,
desgarradura lacerante.

Recordé a Miguel Hernández
cuando perdió a su amigo Ramón Sijé
y le pedí prestadas sus palabras:
“Un manotazo duro. Un golpe helado.
Un hachazo invisible y homicida.
Un seco golpe de muerte al fin,
te ha derribado”...

No es fácil, ya te dije.
expresar esa angustia
que nos comprime el alma.
Pero los poetas no han inventado aún la muerte
Ya lo dijo Lezama, que sabía de estas cosas:
“Heidegger define al hombre como un ser destinado a la muerte
pero la Poesía lo resucita”...

Además, conociéndote tan bien, no me creo eso
de que has muerto.
¿Recuerdas cuando Ángel Pelfort comenzó a llamarte Paco Circo?
Quizás una noche allá en Gerona,
balanceándote entre los trapecios
fuiste a dar a algún fabuloso circo
y te escondes sabrá Dios dónde.

O quizá saliste a descubrir nuevos parajes,
con esa vocación de poeta,
y te fuiste junto a Reinaldo Arenas
a ese jardín donde crecen girasoles
y el cielo se nubla de cotorras.

Y desde ahí lanzas gritos y anatemas
contra los vándalos que violan tu tumba
y contra quienes se proponen borrar de un solo golpe tu obra.
Ya sabes, esa gente de la Unión de Escritores,
siempre tan oficiosa.

 

Un poema de amor sin adjetivos

Yo arrojo al aire los adjetivos.
Las palabras hinchadas de retórica.
Las florituras que tanto odiaba Pound
sólo para escribir: te quiero.