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En plena jauría

tímida
la mano coloca el cerco donde
                                                  caerás
en busca de sustento. No hay salvación
en esta tierra que el fuego consume levemente y
se hace cuita entre los cielos advenedizos. No hay paz,
animal atrapado por el error de huir hacia el cerco cuando
otras comitivas se afanan en la caza. Ante la lanza que el hombre
dispone para su primera estocada serás mortal
y sin embargo:
aquí tendrás tu eternidad.

 

Iniciación de la palabra

veo el cuerpo diezmado en este templo que me edifico. La rutina
es el espacio jugando a persistir entre la sábana y el café que
inicia el día. Hablo de amor sin advertir la última  propuesta. Hallo
la calma cuando el silencio recobra su esplendor en este tractus
que el mañana impone, sortilegio de conocer otra historia que avizoro
sobre el gobelino desdibujado con nombre de ciudad
en donde rostros emergen de la lluvia
con un cómplice ademán de sarcasmo.

No es la ingratitud lo que nos salva
ni el creciente fervor por el ídolo del sueño
enmascarado en el portarretrato.
Aquí habita un hombre conspicuo
a la hora de la partida.
Todo reino anuncia sus fantasmas / utopías
medianoche de desvelos
salpicando lo que queda abocetado de ciudad.

Veo el cuerpo dibujado: un bisonte que inició el viaje y que hoy
apresuro en otra caverna. Rehago el dibujo al estilo de Miró.
Difícil me ha sido repetir la historia. Son otras las dádivas que asoman
desde la pared con eco de bestia, caricias que el ido viajero no repetirá
y yo lamo en la advertencia de esta necesidad de ser escuchado,
de querer salvar todo argumento, ponerlo ante los paseantes,
esos que no perciben el rumor, el vaho de la bestia sin guarida,
el hombre que escribe las actas de un pasado elocuente, de un principio inhabitado
en el instante en que llega mi mano y traza otra curva, otra flecha
otra paradoja traslúcida, celestial.

Ay de este escriba macilento
que tiende a trocar el rumor que baña a Altamira
de líneas y salvaje voz,
visión de ir numerando cada acta en donde el anochecer
comenzará por ser alma descreída
dispuesta a perpetuar el grito del hombre, del poeta
de este que insta a echarse junto al animal y arrancarle los símbolos,
sólo los símbolos que lo hacen mortal
en este otro lenguaje que aquí pugna por ser lumbre
en tanta oquedad sostenida
y lacerante.

 

Pretexto del animal

llevo años sin pensar
sólo te dibujo en mi absorto aislamiento
avizorando
la necesidad de otra mano cuando todo
depende ciertamente de ti
y desconoces del rito que nos unirá
al trazar la curva insolente que tu cuerpo
impone en cada estancia como un aullido ahogándose en mis ojos
como un perfecto estado donde aunar la lírica
a esa voz que me turba hasta la mudez
razones inequívocas que dicen / ilusamente
profetizar los siglos por venir
el pan que tendremos para salvarnos antes que otra religión
instaure un anónimo ídolo semejante al nuestro, idéntico a ti
pretexto que exploro por el vórtice de estos años
sin diálogo
salvándome en la rutina del dibujo
                                            del enmascaramiento
                                            del juego de vestir otra piel
como si fuéramos animal sin caza
caza sin acechador.

 

Últimas monedas
(Díptico)

I

buscábamos la piedra, aquel sitio del país
que se marchitaba a los pies
la cuerda marcaba el regreso y confiados
nos dimos a la juerga sin importarnos
la luz que se fue retirando en la crispadura
fuimos hacedores de milagros
contorsionistas en una feria sin preludio
todo intento goza de su quimera
del vértigo que produce la confianza
todo juego lleva un nuevo paquete de cartas
unas monedas. al desapercibir el hilo
perdimos la orientación de las galeras
y no hubo rey a quien sobornar
no hubo albor prorrumpiendo en la oquedad
pretendimos ser salvados desde un pozo innombrable
maquinando otro juego
cuando las monedas fueron retiradas
el silencio fue un instante
una reminiscencia que entrego a la noche.

 

II

dimos las últimas señales por si alguien nos observaba
fue extenuante la esperanza
largos días de zozobra y mudez
vencimos los pocos recursos intentando hallar la salida
vernos de vuelta
recobrar la lucidez de aquel ego prorrumpiéndose sin avergonzarse
de una imagen distorsionada e irreverente
la confusión fue inevitable
toda palabra engendra música
todo asechanza acaba por desmentir al hombre.

ay de mi mano
intentando dibujar aquella cuerda, intentando jugar al cero
ay del ídolo cayendo en su perfección sobre el agua de mi boca.

hoy me propongo sostener el rito que conferimos a la tarde
el vicio para subsistir sobre el país
que ya es un signo en medio del mar, un símbolo en el agua.

ay de mi mano que escribe estos horizontes
que dibuja otro cielo y otro nombre sobre estas palabras
que algún día tuvieron un sitio
para el otoño y quedaron allí
como un extraño mapa sobre la mano que tiembla
y escapa ante estas verdades que no diré más.