El pabellón de Argentina ocupaba 2.500 metros cuadrados de la Feria de Frankfurt.
Argentina ha sido uno de los países invitados de honor “más literarios” de los últimos años en la Feria del Libro de Frankfurt, aseguró este 9 de octubre el director del evento, Jürgen Boos, quien además calificó de “éxito” el pabellón argentino y subrayó su calidad sobresaliente en una de las principales citas del mundo literario, una opinión que comparten otros expertos.
“He hablado esta mañana con Peter Weidhaas, que ocupó durante 35 años mi puesto y se inventó la institución de los países invitados, y me dijo que la presentación argentina ha sido una de las más literarias de los últimos años”, agregó Boos.
El director de la muestra destacó a este respecto la reacción del pianista y director argentino Daniel Barenboim, que tocó en el concierto inaugural, y que afirmó que, de no tener compromisos profesionales, se hubiera quedado toda la semana en Frankfurt, porque el pabellón argentino le había “conmovido”.
“Si un hombre como Daniel Barenboim, que ha estado en todo el mundo, se conmueve con la presentación (argentina), creo que la podemos calificar de éxito”, señaló Boos.
Argentina acudió a la mayor feria editorial del mundo, en la que estuvo representada por un pabellón de 2.500 metros cuadrados, con una delegación de unos setenta escritores, invitados por el gobierno de la presidenta Cristina Kirchner, quien participó en la ceremonia de apertura.
Tras la intervención de Boos, Magdalena Faillace, presidenta del comité organizador del Frankfurt argentino, dijo que los elogios recibidos eran la muestra de que se había cumplido un sueño. “Después de tantos debates que trataron de distorsionar el sentido de nuestra presentación, con críticas negativistas y agoreras que decían que íbamos a traer políticos y deportistas y no escritores, que me digan que es la feria más literaria de los últimos años es un sueño cumplido”, agregó.
Los debates a los que hizo referencia tenían que ver con la idea original de montar el pabellón alrededor de seis iconos de la cultura argentina de los cuales sólo dos eran escritores, Julio Cortázar y Jorge Luis Borges. El resto eran Eva Perón, Ernesto “Ché” Guevara, Diego Maradona y Carlos Gardel, pero al final todos los iconos estuvieron presentes de diversas maneras.
Una rayuela daba la bienvenida a los visitantes, a la manera de Cortázar.
Borges y Cortázar estaban en el laberinto en que se presentó a 45 figuras históricas de la literatura argentina y en diversos debates que se organizaron durante la semana. Una rayuela, en referencia a la más famosa obra de Cortázar, esperaba a los visitantes en uno de los pasillos. Los otros cuatro fueron situados en unas vitrinas al margen del laberinto y al lado del auditorio donde se han celebrado los actos del pabellón de honor argentino.
No obstante, los iconos no literarios acapararon la atención en una mesa redonda sobre fútbol y literatura, en la que Maradona fue el protagonista, y en un homenaje al autor de letras de tango Homero Manzi, considerado uno de los “poetas” del género.
Por otra parte, uno de los asuntos presentes en el certamen fue la recuperación de la memoria histórica y la confrontación con el terror que padeció Argentina durante la dictadura militar. También se celebraron homenajes a los escritores desaparecidos Rodolfo Walsh, Haroldo Conti y Héctor Oesterheld. “Queríamos mostrar una Argentina que celebra su bicentenario tratando de saldar sus deudas con la historia”, aseguró Faillace a este respecto.
La presidenta del comité argentino destacó también el éxito del programa Sur de apoyo a las traducciones, y que ha permitido la aparición de 300 títulos argentinos en 38 idiomas diferentes.
En su evaluación final, Boos ligó el éxito de la presencia de Argentina y la concesión del premio Nobel de Literatura, anunciada el jueves 7, al peruano Mario Vargas Llosa, y apuntó que América Latina entera está resurgiendo en el ámbito literario. Además, pronosticó que ambos acontecimientos generarán un creciente interés por las literaturas de otros autores latinoamericanos.
En el cierre de la feria, el 10 de octubre, Argentina pasó el testigo a Islandia, en una ceremonia en la que participaron el poeta Juan Gelman y otras personalidades.
Gelman fue entrevistado por los periodistas Patricia Kolesnicov y Osvaldo Quiroga, paisanos suyos, quienes declararon de antemano que “es muy difícil entrevistar a Juan Gelman”, y como encontraron frases cortas, pulidas como diamantes con exquisito humor, declararon su derrota.
“La poesía militante es muy antigua”, dijo Gelman. “Arquíloco, que era soldado, escribía poemas pacifistas y ese tono ha estado presente en la poesía de todos los tiempos. Yo sigo el postulado de Paul Èluard: se escribe poesía militante cuando la circunstancia exterior corresponde a la circunstancia del corazón. De lo contrario se vuelve panfleto”.
Y como la poesía “es palabra calcinada, el único tema de la poesía es la poesía. Y de esa manera puede hablar de todo, desde las medias rotas de mi abuelo, hasta lo que uno quiera. Bueno, yo no conocí a mi abuelo, así que no sé si tenía las medias rotas, pero lo digo como ejemplo”.
El humor, la pérdida, el trasterramiento, la memoria, la militancia, la dictadura, la música (“lo que encuentro en el tango es la referencia a la pérdida”), la vida en México, la vida con la palabra. Juan Gelman disertó durante una hora sobre todos esos temas sin dejar de lado su humor característico.
Entró al quite el público, pero en realidad el poeta se mostró coherente con la personalidad que sus lectores conocen en las entrevistas. Por ejemplo, cuando el tema era lo que más extraña de Argentina y respondió “el lenguaje porteño”, contó la siguiente anécdota: “Tengo un nieto que hace cuatro años, cuando tenía 10, se paró frente a mí imitando el acento porteño argentino, y me preguntó: ‘Che, abuelo, ¿sabés por qué los argentinos se bañan con agua fría? Para no empañar los espejos’, respondió”. Y coronó las carcajadas de su público de esta forma: “Cría nietos y te sacarán los ojos”.
Narró nuevamente su infancia, recitó en ruso un poema de Pushkin, “esa música que contiene la poesía de Pushkin” y que le leía su hermano mayor. En el barrio pobre y multicultural de su infancia tuvo su primer contacto con el tango.
Gelman: no puedo escribir poesía porque quiera.
Y jugó entonces con la palabra “contacto”: “Como el de mi infancia era un barrio pobre, las bodas se celebraban en el patio de alguna casa. Podía faltar el vino pero nunca el bandoneón. Y la gente bailaba. Ese fue mi primer contacto con el tango, como dirían los electricistas”, y como algunos no entendían el chiste, lo explicó: “Digo electricistas por lo del contacto” (el enchufe) y remató: “sobre todo en la calle Corrientes”.
Inventar juegos de palabras, dijo, “también es algo muy antiguo, una vieja tradición en la literatura. El primer libro que me hizo reír a carcajadas fue El Quijote. Recuerdo por ejemplo cuando dice: siempre mañana pero nunca mañaneamos”.
Dejó de escribir durante cuatro años, los primeros del exilio. “Los primeros años los viví en Italia, pero el idioma me molestaba porque no tenía nada que ver con lo que sentía: furia, impotencia, dolor. Por eso tardé cuatro años en volver a escribir, y cuando lo hice fueron sonetos en romanesco, porque se parece al lenguaje porteño”.
Pero, atajó: “Es un error pensar que el dolor o la alegría es el motor del poema. Hay grandes poetas a quienes nunca les pasó nada y a los que recibieron golpes ya eran grandes poetas antes. Yo no puedo escribir poesía porque quiera. Cuando lo hago entro en un estado que yo llamo obsesivo: todo me molesta, me pongo de mal humor, pero yo aguanto todo lo que puedo para estar seguro de que eso no es falso y entonces escribo.
“Pero eso sucede por momentos y se termina y uno deja de escribir, hasta que vuelve a suceder. Porque, insisto, no se puede escribir poesía cuando uno quiere o de lo que uno quiere. La pregunta es ¿qué pasa con la palabra cuando atraviesa el infierno? Paul Celan da la respuesta: sale más enriquecida, es lo único que le pasa a la palabra”.
“No puedo escribir poesía porque quiero, sino que porque entro en un estado obsesivo”, explicó. “Siento un zumbido en la oreja, me pongo de malhumor y después escribo. Pero esto me pasa sólo por rachas. Llega un momento en que la obsesión se agota y la racha pasa”.
¿Cuál es la diferencia entre estar exiliado y vivir fuera del país cuando se puede volver?, le preguntaron los periodistas en un momento. “Bueno, estoy trasterrado, que no quiere decir lo mismo que exiliado. Vivo en México por razones personales, es una cuestión personal”.
Minutos antes de que la Argentina le pasara la simbólica posta como “invitada de honor” a Islandia, la proyección de un video con un breve fragmento de una entrevista al autor de El Aleph y la lectura de un poema suyo dedicado a ese Estado europeo fueron los motivos elegidos por ambos países para anunciar el traspaso, y prenuncian una significativa presencia de la obra del escritor en el stand nórdico.
En el poema “Snorri Sturluson”, llamado así en homenaje a un importante historiador islandés del siglo XI, Borges calificaba a esa isla como “la más remota y la más íntima”, una frase que, sin que su autor se lo propusiera, sirvió de puente para unir el ingreso de aquel país y la despedida de Argentina.
De esta manera, Borges que fue mencionado varias veces en la feria como el “primer escritor universal” de la literatura argentina, volvió a ser el centro de la escena, apenas tres días después de que su viuda, María Kodama, consiguiera vender los derechos de sus obras completas al gigante editorial Random House Mondadori.
Durante la presentación de Islandia, el presentador alemán Michael Schmidt dejó en claro que la muestra será más pequeña que la de Argentina. Con sólo 40 editoriales en total (la Argentina debió restringir su selección a 113) y una población que no supera los 310.000 habitantes, todo parece indicar que Islandia organizará un stand con un criterio muy diferente al argentino.
Sin embargo, como bien ironizó Schmidt, el país se guarda una gran carta, que seguramente se transformará en la figura central de su presentación. “Islandia es el Estado que más premios Nobel tiene por habitante... Y todo gracias al de literatura que ganó el gran Halldór Laxness en 1955”, bromeó.
También el escritor Guedeburg Bergsson, que representó a Islandia en ese acto, hizo referencia a las “grandes dificultades” que tienen los escritores para poder ganarse la vida en su tierra, reconociendo incluso que la escritura no es su principal ocupación. “Gano más dinero con mi otro oficio, que es el de traductor de obras literarias al portugués”, señaló en correcto español.
Fuentes: Clarín • EFE • La Jornada • La Nación