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“María”, de Jorge IsaacsMaría y la migración japonesa a Colombia

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“Pasados seis años, los últimos días de un lujoso agosto me recibieron al regresar al nativo valle. Mi corazón rebosaba de amor patrio... El cielo tenía un tinte azul pálido: hacia el oriente y sobre las crestas altísimas de las montañas, medio enlutadas aún, vagaban algunas nubecillas de oro, como las gasas del turbante de una bailarina esparcidas por un aliento amoroso... Cruzaba planicies de verdes gramales, regadas por riachuelos cuyo paso me obstruían hermosas vacadas... Mis ojos se habían fijado con avidez en aquellos sitios medio ocultos al viajero por las copas de añosos guaduales; en aquellos cortijos donde había dejado gentes virtuosas y amigas”.

Fragmentos de María, de Jorge Isaacs

La migración japonesa a Colombia se dio gracias al amor. Al amor que rebosaba la novela romántica por excelencia que surgió en Colombia en el siglo XIX y llegó a destinos inimaginables. María, la obra cumbre de Jorge Isaacs, salió desde el Valle del Cauca en el suroccidente colombiano y atravesó el Océano Pacífico hasta llegar al Japón, en donde gracias al trabajo de traductores y amantes de la literatura llegó a los ojos de lectores que no daban crédito a la belleza de los parajes que se describían en las páginas de la novela. Pero el trasiego migratorio también fue posible gracias a una historia de amor real, no sólo en la ficción literaria.

El traductor al japonés de María fue el filólogo Yuzo Takeshima, quien al parecer se enamoró de la colombiana Isabel Sarmiento. Cuenta la leyenda que en mayo de 1923, zarparon cuatro jóvenes del puerto de Yokohama y luego de cuarenta días de travesía arribaron al puerto de Buenaventura, dispuestos a conocer, trabajar y vivir en aquella tierra mágica que el novelista Jorge Isaacs había resumido con el nombre de “El Paraíso”. Al llegar al Valle del Cauca, los jóvenes comenzaron a trabajar en ingenios azucareros y en general en labores del campo. Serían los pioneros de las familias japonesas que llegarían posteriormente.

Isabel Sarmiento residía en Tokio y su familia pertenecía a la legación diplomática colombiana. Conoce a Yuzo, quien ya había iniciado la traducción de la novela de Jorge Isaacs, y se enamoran, rememorando a la icónica pareja conformada por Efraín y María; Isabel colabora con la traducción, ampliando la información y expectativas de Yuzo sobre el Valle del Cauca. El cineasta colombiano Carlos Palau estrenó en el año 2007 la película El sueño del Paraíso, en la que cuenta la metáfora romántica que explicaría la migración japonesa a Colombia. Para los curiosos, el tráiler de la película:

La historia oficial menciona que Colombia fue escogida en su momento por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón como un lugar favorable para la emigración de sus connacionales, pues ante los conflictos bélicos y crisis económicas de aquella época, el fomento de la corriente migratoria japonesa a diversos rumbos hacía parte de la política exterior nipona. De esta manera, en 1926 el cónsul de Japón en Panamá y una delegación técnica (en la cual se encontraba Yuzo Takeshima) recorrieron varios departamentos colombianos, escogiendo al Valle del Cauca como lugar de destino para las veinte familias que iniciaron la historia migratoria de Japón en Colombia. Los migrantes japoneses que se dedicaron a labores de agricultura en esas fértiles tierras.

Sin embargo la primera hipótesis, la del amor, resulta si no la más pragmática, la más encantadora explicación de cómo unas personas pueden llegar a una tierra extraña y adoptarla como propia. Uno puede imaginarse a un lector situado en cualquier rincón del mundo, que no puede despegar sus ojos de párrafos como el que encabeza el presente texto, decide comprobar si en efecto el “paraíso” existe y enrumba sus pasos sobre mares y montañas, hasta llegar a un generoso valle. Todo aquello, fruto del enamoramiento por una novela o por una mujer, amores que bien valen la pena.