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¿Quién es la mujer desnuda?

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“Desayuno en la hierba”, de Manet

Se llamaba Victorine Meurent, fue modelo de artistas y pintora, y es la mujer que aparece desnuda junto a dos hombres vestidos elegantemente en el cuadro Desayuno en la hierba de Manet.

El cuadro representa un almuerzo campestre en el que se ven tres personajes en primer plano sentados en la hierba —Victorine y los dos hombres— y una mujer al fondo que emerge del río tras un baño. La obra fue presentada en 1863 en el Salón de los Rechazados porque el Salón oficial se negó a exponerla. Apenas algunos pintores jóvenes, futuros impresionistas, la ensalzaron, mientras el resto de los artistas y de la masa crítica la rechazó, sin duda a causa del desnudo de Meurent.

A pesar de que en aquella época los artistas no dejaban de pintar a las deidades desnudas y que el espectador era bastante familiar con la representación del cuerpo femenino, el Dejeuner fue percibido por las clases intelectuales de la época como una ofensa. “Representa una relación inmoral entre dos señores y una prostituta”, dijo el jurado del Salón; “lo pintó para llamar la atención del público y hacerse notar”, dijo un grupo de críticos. En el Salón más de un visitante golpeó el lienzo con el bastón y muchos caballeros obligaron a sus mujeres e hijos a pasar por delante sin mirar... para poder regresar tranquilos a observarlo después.

Manet convirtió al espectador en un voyeur.

El desnudo es tan provocador porque contrasta con todo lo que se había visto hasta entonces y hasta con el cuadro mismo. Para empezar, la mujer mira al espectador de frente, desafiante, desde su cuerpo blanco del que se siente orgullosa, en el que se siente fuerte y cuya sexualidad le pertenece. En Victorine no hay vulnerabilidad, no hay fragilidad, no hay flaqueza a pesar de estar desnuda delante de dos hombres vestidos hasta el sombrero. Además Victorine no es una alegoría, no es una diosa o una metáfora, es una mujer real cuyas ropas están desparramadas por la hierba, en una atmosfera tradicional y bucólica que no inspira siquiera la indecencia de un burdel o de un cabaret donde su actitud desnuda hubiera entrado en el orden.

Por si fuera poco, los dos hombres, probablemente el hermano y el cuñado de Manet, están vestidos, charlando en una actitud normal, sin mostrar sorpresa alguna por el desnudo de su compañera.

No se sabe de qué están hablando ni cuál es la relación de ellos con la mujer. No se sabe siquiera si la ven o no, hay quienes opinan que parecen ignorarla porque no saben ni que está ahí. Lo cierto es que el cuadro contiene toda una historia que da para un cuento, una película o una novela de acción. Activa la imaginación de quien lo ve, no impone, sugiere, es una puerta que invita a los espectadores a pasar al otro lado.

Manet mezcla la realidad moderna con el ideal tradicional, el desnudo provocador con el entorno campestre, abandona los degradés y pinta el fondo sin detalle, ilumina los sujetos centrales de forma irreal, pinta una naturaleza muerta entre las ropas de la mujer desnuda y dibuja un pájaro y un sapo que apenas se identifican a primera vista... Se anticipa al arte moderno, a la fotografía, es libre en la composición, en el manejo de los colores, en la decoración del entorno, en la perspectiva.

¿Y Victorine?

“Olympia”, de ManetVictorine Meurent no se sienta solamente desnuda en la hierba a almorzar con el hermano y el cuñado de Manet, también aparece en otros cuadros. Pero sobre todo es Olympia, otra obra espectacular del pintor. Dicen que este sí que es su verdadero cuerpo, que el cuerpo desnudo del desayuno en la hierba pertenecía a la mujer de Manet, una holandesa gordita y virtuosa del piano que aguantó con bastante buen humor los adulterios de su esposo.

En Olympia, ella vuelve a aparecer desnuda mirando al espectador con una actitud pasiva mezclada con el poder de decidir sobre su cuerpo y sobre su sexualidad. Y lo cierto es que Manet no fue más allá de lo que tenía enfrente, Manet pintó lo que vio. Y lo que veía era el carácter de una mujer fuerte y femenina que luchó durante toda su vida por su independencia y que fue una pintora excepcional.

Los biógrafos del pintor casi no hablan de ella, apenas la tildan de prostituta alcohólica que murió joven. Sin embargo Victorine vivió hasta los 83 años, nunca mantuvo relaciones sexuales con Manet —si no probablemente habría muerto de la sífilis que acabó matándole a él— e hizo los estudios de bellas artes mientras trabajaba.

“Le jour des rameaux”, de Victorine MeurentNació en París en 1844 en una familia pobre, su padre era grabador y su madre tenía una lavandería. Empezó a trabajar para Manet a los 18 años, probablemente tras su encuentro en el estudio de Thomas Couture, donde ella posaba. Pasó cinco años en América, no se sabe muy bien por qué, y en 1875 regresó a París, donde empezó a ir a las clases nocturnas de arte de la Academia Julian y dibujó su primer autorretrato, muy bien acogido y expuesto en el Salón oficial en 1873. En 1903 fue admitida en la Sociedad de Artistas Franceses pero ya no obtuvo más reconocimiento. No se volvió a saber de ella casi nada más, fue amante de un pintor belga con el que no vivió nunca, y acabó sus días conviviendo con una profesora de piano en la banlieue parisienne.

Su única obra conservada es Le jour des rameaux, adquirida recientemente por el Museo Municipal de Arte e Historia de Colombes. Una niña de aspecto decidido y absorto sujeta un ramo. Los expertos coinciden en que se trata de una obra de una técnica y una sensibilidad excepcional.