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Biblioteca de México José Vasconcelos
Biblioteca Vasconcelos: digitalizando la cultura.
Biblioteca de México digitaliza 1.800 páginas por hora
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Personal especializado trabaja día y noche desde hace siete meses en la Biblioteca de México José Vasconcelos, y ya ha digitalizado alrededor de 25 mil volúmenes, según se informó este 8 de agosto. La actividad se realiza con el propósito de facilitar la localización de información, dejando atrás las búsquedas por orden alfabético en ficheros.

En el proyecto, auspiciado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), trabajan alrededor de cincuenta especialistas, distribuidos en tres turnos, las 24 horas del día. El proceso de escaneo puede convertir 1.800 páginas en sesenta minutos con equipos de cómputo dispuestos en varias mesas dentro de una de las salas donde el personal, ataviado con bata blanca y guantes de látex, manipula los libros.

En ese lugar, frente a monitores, robots-escáneres y cámaras fotográficas, los especialistas se encargan, en fases perfectamente controladas, del copiado, la edición, la limpieza, la restauración y la revisión de los volúmenes.

En esta sala dedicada exclusivamente a la digitalización se cuenta con dos escáneres, uno manual y otro automático. Éste último semeja un robot, por las pinzas que tiene, como si fueran manos; ambos equipos cuentan con dos cámaras en la parte superior.

El escáner manual, según se explicó, se utiliza para los libros más delicados, y en él trabaja una persona que cambia cada página para que sea copiada. En este escáner se ha registrado una velocidad de 300 a 700 hojas por hora. Mientras en el automático, con su par de pinzas, cambia casi sin ayuda cada hoja del ejemplar para obtener la réplica. Este robot es el que puede convertir alrededor de 1.800 páginas en una hora.

La siguiente fase del proceso —ya con los volúmenes copiados y guardados en un archivo— es el detallado de las cajas de texto y el trabajo con las imágenes. Después se efectúa una revisión integral de los textos y tipografías, así como de la presentación del volumen, que debe integrar también las notas, dedicatorias, testigos, y todo aquello que comprenda el ejemplar original.

Luis Jáuregui, coordinador nacional de Innovación y Calidad, describió: “El proceso técnico consiste en tomar una imagen en alta resolución en formato TIFF (Tagged Image File Format), la cual formará parte de la fase de preservación del contenido digital. Después se capta otra toma, pero de baja resolución, que permitirá la consulta en PDF; primero será de manera local y en un futuro podrá ser abierta”.

Más adelante, Jáuregui explicó frente a los dos escáneres la primera parte del proceso digital: “Luego de que se capta la imagen de cada hoja se resguarda todo en un archivo y en seguida se inicia el proceso de edición, el cual varía según las características de cada libro. Esto significa que no se puede avanzar tan rápido en un volumen antiguo como en uno más reciente”.

Al respecto, Fernando Álvarez del Castillo, director general de Bibliotecas del CNCA, refirió que algunos de los casos en los que se prolonga más el tiempo de digitalización son por el ajuste de la caja de texto y la tipografía. “Esto sucede sobre todo en ejemplares antiguos. La premisa general es que todos los libros deben quedar lo más claros y legibles posible para los lectores”.

Hasta la fecha se han digitalizado aquellos publicados en el siglo XIX, así como obras importantes de la literatura, filosofía, historia, diccionarios y enciclopedias. Estos libros deben regirse por la Ley de Derechos de Autor y ser útiles para consulta en bibliotecas públicas.

Enfatizó: “Los libros son susceptibles de digitalizarse, porque su valor no sólo radica en su contenido, sino por el trabajo artístico, la calidad de la imagen, el encuadernado, la fotografía y las guardas, entre otras cuestiones”.

Entre las características que deben poseer los materiales para ser digitalizados, el funcionario detalló: “Actualmente, diversas instituciones o instancias se encuentran en fase de digitalización de acervos de aquellos materiales o en riesgo de destrucción. En nuestro caso, establecimos además el criterio de que los contenidos digitales deben servir para las bibliotecas públicas y fortalecer la educación de los estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria”.

Así, con el paso del tiempo, prosiguió Álvarez del Castillo, los lectores tendrán mayor acceso a contenidos digitales, podrán archivarlos en menor espacio y no tendrán la preocupación de pensar dónde colocarán cada libro”.

La producción digital que involucra horas dedicadas a realizar una copia fiel y detallada del ejemplar se presenta finalmente en distintos soportes tecnológicos ajenos al papel, como iPad, tablets, smartphones, computadoras portátiles o de escritorio, gadgets que cambian de manera sistemática.

El proyecto se inició en octubre pasado impulsado por el CNCA, que a la fecha ha asignado alrededor de 20 millones de pesos para esta tarea; de manera paralela ha adquirido bibliotecas de autores emblemáticos de la cultura mexicana para conformar los fondos bibliográficos José Luis Martínez y Antonio Castro Leal.

La Universidad Autónoma del Estado de México creó el software que se emplea en este proyecto, y entre sus servicios contempla el resguardo de toda la producción digital a lo largo de un año. En tanto, el área de digitalización se encargará de las copias que serán resguardadas y de las otras que serán dispuestas para consulta.

Otro de los temas inherentes a los libros es el de la socialización, sobre el cual Álvarez del Castillo explicó que existen algunos volúmenes que pueden ser distribuidos en la red de bibliotecas, incluso, el préstamo podría ser posible mediante un disco compacto. “Si fuera el caso de que no hubiera Internet recibirían de todas formas la información de manera inmediata”. De hecho, aclaró que más de 50 por ciento de las bibliotecas ya cuentan con Internet.

“En este proceso de identificación y consulta de libros confluye una serie de candados para evitar que el volumen electrónico sea copiado, bajado a una memoria o enviado a algún e-mail”, agregó Álvarez del Castillo.

Catálogos en línea, recorridos virtuales, sistemas de radiofrecuencia para localizar el acervo, así como préstamo de iPads, notebooks y de equipo de cómputo, son algunos de los avances que se aplican de manera paralela en el Fondo Bibliográfico José Luis Martínez, que se encuentra en la misma Biblioteca de México, y del Castro Leal, en vías de instalarse.

El avance digital, aunque paulatino, dejará atrás la búsqueda de libros en los archiveros mediante fichas bibliográficas y las consultas por autor o título que se realizaban en las computadoras colocadas en las bibliotecas.

Entre las instituciones que están en proceso de digitalización de acervos se encuentran la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Fuente: Vanguardia