Entrevistas
Luis Alberto AmbroggioLuis Alberto Ambroggio
La poesía tiene mucho que ver con la capacidad de asombrarse

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El doctor Luis Alberto Ambroggio nació en la provincia de Córdoba, República Argentina, y desde el año 1967 radica en Estados Unidos; se desempeña desde el año 2003 como miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Estudió filosofía y letras, y ciencias sociales y económicas. Colabora con publicaciones literarias en Estados Unidos, Europa e Hispanoamérica, en donde ha participado en diferentes recitales poéticos, congresos literarios y simposios. Ha publicado los siguientes libros: Poemas de amor y vida, Los habitantes del poeta, Oda ensimismada, Poemas desterrados, El testigo se desnuda, El cuerpo y la letra y La desnudez del asombro.

—¿De qué forma ha desarrollado su vida literaria tanto en Argentina como en Estados Unidos?

—Empecé escribiendo poesía a los 14 años, dato que puedo confirmar porque sé que gané un concurso en la escuela secundaria; escribía entonces versos libres, y después mi preocupación literaria en la época universitaria se dirigió hacia la esfera social, en ese contexto dirigí una revista que se llamaba Sur, revista de estudiantes. Luego en el año 1974, cuando nació mi primer hijo, lleno de felicidad, reinicié la escritura poética.

—¿Y cómo contribuye literariamente a Estados Unidos?

—Mi preocupación es rescatar la rica historia hispana que tiene Estados Unidos. Publiqué varios trabajos sobre la poesía escrita en español en Estados Unidos. He de destacar que en Estados Unidos el primer poema fue escrito en el año 1571; esto es 200 años antes de que se independizara y surgiese como nación. En este momento somos la segunda nación hispanoparlante del mundo. Mi contribución literaria es la lucha por la cultura hispana en Estados Unidos, no solamente como miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, desde hace 18 años organizo un recital de poetas en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos celebrando cuatrocientos cincuenta años de poesía hispana en ese lugar. Invito a poetas, representantes de los diferentes cuerpos poéticos, para hacerlo más diverso. El año pasado invité a Isaac Goldemberg, originalmente del Perú, y a poetas representantes de Centroamérica y del Caribe español. Este año vamos a presentar una antología que se titula Al pie de la Casa Blanca, hecha por poetas hispanos latinos residentes en Washington DC. También me interesa cultivar la identidad hispana y cultural de Estados Unidos. Le digo a los alumnos que aprendan el inglés pero que jamás olviden sus raíces, el español, y se sientan orgullosos de nuestra historia.

—¿Cree que la lengua es un fenómeno vivo y que está sujeto a cambios?

—Sí, claro, en la Academia discutimos este tema, porque tenemos el problema con el llamado “spanglish”, que es la mezcla de inglés en el español. Yo soy partidario, dentro de las discusiones lingüísticas, de la necesidad identitaria por conservar el idioma de la manera más pura posible, porque un modo de conquistar una cultura comienza por la conquista de la lengua. La lengua es la patria; cuando comenzamos a hablar en inglés, “inglesamos” en castellano, es señal de que hemos sido conquistados. Esto es parte de mi militancia como académico de la lengua. A propósito, presentaré en la Biblioteca del Congreso de Washington el libro Hablando bien se entiende la gente, que es un esfuerzo por hacer notar que tenemos en español las palabras que a veces por comodidad usamos en inglés. Por ejemplo, “mandatorio”, traducción del inglés “mandatory”, mientras existe en castellano o español “obligatorio”. Es importante que usemos las palabras que tenemos.

—¿Por este motivo la lengua va evolucionando o no?

—Sí, y esta preocupación es muy importante; existe desde el comienzo del encuentro entre las lenguas en Estados Unidos, la lengua dominante que es el inglés y la lengua española existente antes de la nación en Estados Unidos. Hay un poema sarcástico que se escribió hace doscientos años, en que el poeta dice que conoce a una muchacha rubia que fue a la escuela americana y que, hablando en español... le llamaba al mercado “grosería”. En ese entonces el poeta ya tenía la preocupación por conservar el español como la patria de la identidad cultural.

—Su último libro se titula La desnudez del asombro. Dígame, ¿qué cosas lo emocionan en su vida?

—Lo interesante es que me emociona todo, este libro precisamente resalta las cosas que uno pensaría ser las menos asombrosas, como lo obsceno, lo profano, el poema principal del libro es “Casa de citas”, en realidad son citas bíblicas donde la imaginación del poeta Dios nos hace pensar cambiándonos el esquema de la supuesta “moralidad”.

—¿Cómo y cuando nació en usted la poesía?

—Yo creo que en general nace de la infancia, en el sentido de la rebeldía, en el sentido de la imaginación, de reinventarse uno mismo, entonces entre tanto el poeta siga siendo niño, y tenga la capacidad de asombrarse. Tiene mucho que ver con la capacidad de asombrarse. En mi caso, la mayoría de los poemas los he escrito en los aviones, y me asombro cuando yo mismo soy el piloto del avión, “niño del aire”; me asombro y pienso cómo es posible volar, que el avión vuele y esté donde está... y toco el horizonte que “ya no es una lejanía sino una referencia”.

—¿Cree que su infancia afectó de alguna manera su poesía?

—Sí, definitivamente, mi madre era profesora de filosofía en la Universidad de Córdoba, tomé de ella a Nietzsche, y fue ella quien me regaló una antología de César Vallejo, mi primer libro de poesía.

—¿Cuáles son sus lecturas o sus escritores preferidos?

—César Vallejo es uno de ellos, Elliot, Edgar Allan Poe, y de los poetas hispanoamericanos, Rubén Darío, los poetas de la generación del 27, Luis Cernuda, José Hierro, Antonio Machado, Jorge Luis Borges, y mi gran epifanía reveladora fue ese encuentro con Borges a mediados de los años 70 en donde lo escuchaba recitar tomado de su bastón, y escucharlo hablar sobre los arquetipos de Plotino, y recitar el poema “Ajedrez” y me transmitió una tremenda riqueza interior.

—¿Qué les diría a los escritores que aún no tienen su libro publicado?

—Creo que en la actualidad, con el fenómeno del Internet, ha cambiado un poco el panorama, la diferencia entre el libro de poemas y la novela, es que al libro de poesías siempre se regresa y repetidamente; mientras que la novela una vez leída se archiva, se regala y se recuerda la trama. Pero ya no existe esa urgencia en publicar.

—¿Qué compromiso tiene usted con la palabra?

—Es el gran compromiso que todo poeta tiene con la palabra; una lucha continua con el texto, un enamoramiento con la palabra, en toda su connotación. Es un tema que lo trato en bastantes de mis poemas y específicamente en mi libro El arte de escribir poemas: apuntes para no llevar el apunte.

—¿Cree, a la hora de escribir, en la musa inspiradora, o cree en la disciplina del escritor?

—Yo creo que la creación poética es diez por ciento inspiración y noventa por ciento sudor, como lo dicen tantos maestros. Creo que hay un gran proceso de dedicación, y creo que la musa del poeta es la lectura. No dejo de lado la inspiración, pero creo que la dedicación es primordial.

—¿Cómo es su relación con Dios?

—Es una pregunta interesantísima. Mi relación con Dios es una relación de padre a hijo, como el de la parábola del hijo pródigo, o sea un padre muy bueno, y un hijo un tanto rebelde, entonces hay un gran amor, y grandes peleas. Mi libro Por si amanece... cantos de guerra refleja el período más agnóstico de mi vida.

—Su poesía está embriagada de nostalgia, y siente cierto dolor por el paso del tiempo, como aquel poema de “Si los ladrillos hablaran... hablarían en español”, ¿que nos puede agregar?

—La nostalgia es una de las características de los poetas y escritores de la diáspora, como lo es del dualismo. La idea de irse del lugar donde están sus raíces, y estar “lejos de”, existiendo siempre un ir y venir, desarrolla la nostalgia. Allí uno se aferra a un cuerpo, el cuerpo de los recuerdos. Los poemas de, por ejemplo, Laberintos de humo, específicamente “Paisajes de USA”, me permiten insistir con la ilusión de mis raíces.

—¿Qué cosas extraña de su provincia, de Córdoba?

—Obviamente, a mis padres que todavía viven en Córdoba, a mis hermanos, extraño ir a ver a Instituto a la cancha de fútbol, y escuchar las “cordobesadas”, extraño las sierras de Córdoba. Hay muchos lugares que son parte de mi recuerdo. El año pasado escribí un poema que se titula “Patria”, y que recorre muchos lados, y finaliza: “Y llego a Córdoba para besarla”.

—¿Qué cosas disfruta de la vida?

—Disfruto muchísimas cosas de la vida; disfruto este diálogo entre poetas, la amistad, el amor, compartir experiencias de vida profundas; disfruto los viajes; disfruto conocer el mundo. He tenido la oportunidad de recitar en la Universidad de Jerusalén, Malasia, Singapur, muchos países de América del Sur, Centroamérica y Norteamérica, Europa, que son bastante distantes de los que tenemos en mente.

—En el epilogo de La desnudez del asombro dice: “La verdadera literatura se alimenta de la incertidumbre”; me gustaría que aclare este punto.

—Claro, cuando hay una certeza dogmática no hay misterio, no hay asombro, porque para mí la poesía es una búsqueda, y mientras es búsqueda es el juego del niño, del niño que crea. Por el contrario cuando ya se sabe a dónde se va a llegar, ya no hay misterio. Muchos escritores dicen “escribo para entenderme”, ahora, yo digo si uno ya se entiende antes de comenzar a escribir, no va a escribir mucho, entonces en ese sentido uso la palabra incertidumbre.

—¿Que es la poesía para Luis Alberto Ambroggio?

—Para mí la poesía es dolor, alegría, felicidad, asombro, amor, en diferentes momentos, hay momentos cuando escribo sin saber que escribo. Mis poemarios lo reflejan, como por ejemplo Laberintos de humo.

—¿A qué cosas le teme en la vida?

—Yo trato de no temer, porque parto del principio de que el miedo no es mi amigo.

—Sus libros han sido publicados tanto en Estados Unidos como en otros países, pero también hay otras publicaciones.

—Han publicado mis poemas en revistas “populares”, en diarios, periódicos de habla hispana, pero esto es algo que me asombró, en la revista popular Somos, una revista del sur de Florida y en el mes de la poesía, publicaron uno de mis poemas, y me enteré de ello por la encargada de la caja de un supermercado quien me reconoció.

 

Testamento

Mi ilusión es dejarle
Un bosque que no tiemble
Un arroyo de juegos infantiles
de los pájaros
el amanecer con todos sus matices
palomas, calandrias y cardenales
y una familia de águilas
unida en la montaña
del firmamento y los astros
quiero dejarles una noche transparente
para que gocen las galaxias
sin esa neblina que apaga el brillo de la luna
la cruz del sur, la vía láctea
y las horas de pesca junto al lago
mi ilusión es dejarles un mundo en paz
nada de basura
y el pan justo y necesario
dejarles tiempo para que amen la tierra
en el pequeño tramo de una caminata
el recuerdo de nuestro amor
en la brevedad eterna de los besos
dejarles la luz de los tigres en sus ojos
las bibliotecas,
nuestra casa y los árboles
siempre dispuestos
a sobrevivir los huracanes
que en mis quejas no encuentren el fastidio de las moscas
Guarden, sí, algunos de mis consejos
Sobre todo que se amen
No dejen de atravesar el cielo
Visiten Iguazú
Las cataratas mientras no se sequen,
La Alhambra, el Taj Majal
Las playas vírgenes,
Jerusalén, ciudad de heridas
El Machu Picchu, Teotihuacán.
Lleguen hasta el Amazonas
Si les alcanza la vida y el aire.
De mi cuerpo y de mi alma
El amor que no se quema
Tal vez la felicidad de algunos de mis versos.