Letralia, Tierra de Letras - Edición Nº 26, del 16 de junio de 1997

Las letras de la Tierra de Letras

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Planeta de fantasmas

Cornelio Hernández Sánchez

Mi casa es el diluvio

Busco entre los cuartos de esta casa
los ecos tatuados por mi llanto.
Ahora no soy yo sino mi padre
que construye el arca
para perderme entre las olas del Diluvio.
Ya no encuentro mis pasos,
sólo escucho los golpes del martillo.
Primero un clavo,
luego una estaca y me doy cuenta
que la madera se ha podrido.
La luz sacia mi soledad,
sacia la sed de mis ojos.
Son cuarenta días y cuarenta noches
que indago por mi familia.
El pan se ha terminado
y busco el rincón
donde quedaré dormido.
Hallo entre los cuartos de esta casa
la cicatriz que Dios dejó en el cielo
y el sitio donde encontraré
a la muerte diluida en el silencio.


Si como Jonás

Si tan sólo naufragara en el mar
como Jonás,
haría puentes donde pudiéramos pasar
al lado oscuro de los recuerdos.
El hogar donde viviré
son las ballenas.
Jonás naufragó
en las intimidades del océano,
tres noches sin ver a la luna
enorme de mayo
(Jonás, el fugitivo de la palabra).
Si como él naufragara,
tal vez te encontraría con tu arpa de arena.
Las oraciones de Jonás
se escuchan en los caracoles.
También se oirán
las mías cuando te llame.
Si llego a Nínive
ojalá encuentre
las huellas que sus pies
tatuaron en el polvo
y que aún se dibujan en el cielo.
Como Jonás la noche
naufraga en mis ojos;
también las sombras
que buscan mi alma
para saciar la sed de los pájaros.
Las piedras nos miran
como cualquier otra estatua
miró a Jonás.
Los ecos de mis pasos
me hieren como Jonás hirió a las piedras.
Sus pies descalzos lastimaban
el polvo del que aún no era hombre.
Ah, si alguna vez naufragara el mar como Jonás
y luego este hombre imaginario
hiciese que la mano de Dios guiase a la ballena.


No quise nombrarte

Había tanto polvo
que no quise nombrarte,
mas no hubo palabras.
Callaron los presentes en la mesa.
Piedras y libros alzaron su vuelo.
Los que se encontraban
en el tercer piso
abrieron sus ventanas.
Era de noche.
Los peces del Cuarto Planeta
ofrecían sacrificios a sus ídolos,
los duendes tocaban
lentamente sus arpas.
Nacieron imágenes de una piedra.
Entonces el cántaro quebrado
en mil fragmentos
nombró sangre a la lluvia.


Lancé la piedra: una ciudad

Lancé una piedra al vacío.
Sólo escuche su llanto.
Nunca dudé que sus cenizas
levantarían mi estatua.
Luego descifré el maullido de mi gato.
En él descubrí que la piedra
era la Ciudad Perdida
de los Niños-Hombres
que poseen espinos y escamas en su carne.
Nunca lo supe. Cuánto siento
haber asesinado a esa piedra.
A esta raíz que brota de mi alma.
Quizá por haberla exterminado
me doy cuenta
que soy un niño desnudo,
que soy un árbol inválido,
que mi esqueleto
no es el jaguar que pensaba,
y mi sangre
no es sustancia que los grillos
dan a beber a la noche,
que sólo soy un sueño
o una pesadilla,
un gránulo de arena
que ya no es trigo.

Me encuentro solo.
Pienso en no soñar de nuevo
este sueño que no es el mito
que suponía.


El tiempo se detuvo

El tiempo se detuvo.
En su cola mostraba
una trenza de verdes calaveras.
Entonces se oyó la voz de una laja,
pero sus manecillas marcaron
la hora de los huesos.
"Tiempo, Tiempo",
contestó aquel cántaro lluvioso
mientras sus astillas caían
en cercana lumbre de pájaros poseídos.
Los cuatro puntos cardinales
se desprendieron de aquel incendio.
Dos pedían agua: les daban fuego.
Los otros dos pedían fuego: llovía.
Pedían pan y les daban piedras
para saciar su hambre.


Quizá sea una estatua

No ignores a tus sombras
porque parte de tu cuerpo es fantasma.
Tengo sed.
Navegaremos para confundirnos
entre los ojos de los dioses.
Estamos viviendo
la pubertad de nuestras venas.
Entre tus pasos y los míos no somos los mismos.
Tú eres balcón opuesto entre piedra y piedra
y yo soy el faro
que cuida de los mares
y que siempre está atento
a las lágrimas que ahora son espejos.
¿Por qué hay paz en esta guerra de hechizos?
¿Por qué camino si fui estatua?
¿Acaso soy la brisa que arremete
contra las montañas?
Tal vez soy el espino
que se burla de la muerte.
Quizá no soy yo,
sino la brisa de los mares
que aún no son fantasmas.
Tal vez
                    mi otro yo
                                      es quien habla
                                                          estas palabras


Detrás de la puerta

1

Detrás de la puerta
está la luna pintando mi nombre.
Toca tres veces
y verás que no estoy.
Mirarás la almohada
atrapando mis sueños
y a mi lápiz escribiendo
sus palabras de insomnio.
Toca tres veces a la puerta
y tal vez conteste la muerte
con su voz de Virgen.

2

¿Hay alguien en casa?
¿Quién eres tú para preguntar?
Toca tres veces a la puerta.
El polvo esté haciendo el amor
con mi silencio.


Cierro puertas y ventanas

1

Cierro las ventanas
para que "Miedo"
no entre a mi cuarto.
Si viene y toca a la puerta,
llamaré a mi madre
a fin de sepultarlo
en el hormiguero del patio.
Si no acude,
tal vez me busque por teléfono.
Si pregunta por mí, iré
a los caracoles para quitarle la voz.
Y si intenta asustarme
con sus historias de fantasmas,
llamaré a las estatuas
para robarle sus huesos.
Lo atraparé
en este libro de leyendas.
Quizá allí deba permanecer.
Quizá sea su casa.
"Miedo", mi gato,
tal vez no llegue;
si retorna, lo bañaré
para derretir su piel de fantasma.
¿Vendrá?
No sé.
No sé...

2

Salí y "Miedo"
se colgó de mi playera;
por eso es que está en mi habitación.
Su trabajo de espantapájaros
lo deja tirado en la alfombra.
Si se levanta,
le pediré que se aleje
porque mi madre nos puede
oír platicando.


Adiós, alguien me vio sentado junto al viento

Alguien me vio sentado junto al viento
y preguntó:
¿A dónde van las calles
o quién las espera bajo los puentes?
¿A dónde van ellas,
ciudad sin alma?
Alguien tomó su bastón y dijo:
Adiós pájaros sin certidumbre.


       


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