Letras
Tres poemas

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La casa deshabitada

Llevo en el vientre
una casa solitaria,
su austeridad de madera,
su adolescencia en cemento;
la melancolía de un árbol
que lo resistió todo.

En la memoria cargo,
precisos, los olores
de cada esquina profunda,
y cada danza espontánea
que bailo en algún centímetro.

Oscilan imperturbables
los ecos de cada risa;
desabatidas las voces
que habitaron mis tímpanos
cuando cruzaba el portal.

Y las luces,

con sus trazos de memoria,
las mismas sombras
dibujan en el salón.
Las cotorras han cambiado alrededor.

Unas han muerto;
Otras se han ido;
Algunas han parido
—pequeñas cotorras
     que ya repiten lo mismo.

Las paredes
no han mudado la tristeza
de aquel verso que escribí
sobre su rostro,

ni aquel insecto aplastado.

El árbol que yace al frente
—mi gemelo— gruñe;
se arroja al aire
viejo y desalentado.

Es un embarazo largo.
Ha durado ya tres años.

 

Para Salinas, mi intento

Dice Pedro Salinas que Quevedo, ya de Horacio
había expresado mientras escuchaba al muerto
con sus ojos aún abiertos, y con su pluma mojada,
la quietud del espíritu en el tiempo,
recogida por Quevedo la de Horacio,
junto a Shakespeare, junto a Homero, y a Ronsard.
Y recogiendo Salinas, cual mendigo
moribundo, errante, en la carne,
una entonces alejada viva tarde, la promesa de sus muertos,
entregando sin querer, pero queriendo, la suya,
ausentó también su muerte;
mientras yo, junto a Salinas, con fragilidad hiriente
marcada en mi carne efímera,
intento salvar la mía, como arriesgado sirviente.

 

Insomnio

al poeta Noel Luna

“Tu sombra se aproxima lentamente”,
tu cuerpo hace contacto,
se funden las dos fases
y cierran las cortinas que hace un rato
“la brusca tempestad de los segundos”
agitaba a conciencia.

Por la concavidad de aquella bóveda
se cuelan los cantos,
y los peces,
y nada se desviste de su alta precisión;
más bien, todo permuta:

los que bailaban, hablan;
los que hablaban revuelven letras,
sentados a sus mesas beben vinos,
y trazan con el ritmo de sus dedos
las curvas del jazz que los agarra,
guarecidos de la caída del sueño.

Tal vez mañana intenten recordarlo,
                                  pero estarán dormidos.

El bar abre sus puertas, de nuevo,
a medianoche.