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Carlos FenollCentenario del nacimiento del poeta Carlos Fenoll (1912-2012)

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En este 2012 celebramos el centenario del nacimiento de uno de los poetas oriolanos llamados “malditos”, el amigo más íntimo del universal poeta Miguel Hernández, el poeta de la tahona o el poeta-panadero. A quien se le acusa —sin pruebas— de haber quemado en el horno del pan cartas y poesías que le había dejado su buen amigo el poeta-pastor, el poeta de la revolución, el poeta del pueblo, para publicarlas en la revista Silbo, del que era director-fundador. Hay un remordimiento latente, nunca revelado, jamás confesado, del tal amplitud que dejó de escribir.

Carlos Fenoll Felices nació en Orihuela (Alicante) el 7 de agosto de 1912, calle San Juan, hijo de Antonio Fenoll y de Monserrate Felices. Su padre era panadero y conocido como popular trovero que iba recitando por las ferias de los pueblos para ganar un sobresueldo pues tenía trece hermanos de los que sobrevivieron cinco. Con 17 años de edad y a la muerte de su padre con 42 años, se tuvo que hacer cargo del negocio familiar, un horno de pan, conocido como la tahona de los Fenoll, en la calle Arriba Nº 5.

Autor de numerosos poemas publicados en diferentes revistas oriolanas como Actualidad, El Pueblo de Orihuela, Destellos, Silbo... Un poeta destinado a ser un gran poeta, sin embargo no quiso seguir su destino literario al que estaba predestinado. Fundador, junto a otros poetas, de la revista Silbo (salieron dos números: mayo y junio de 1936). Es autor de una numerosa correspondencia con amigos y familia de gran prosa literaria. Uno de sus poemas más destacados es “Canto encadenado”. A mediados del año 1929 tomó contacto “literario” con su vecino de la misma calle, Miguel Hernández, al que recomienda para que el poeta-pastor publique su primer poema, “Pastoril”, el 13 de enero de 1930 en El Pueblo de Orihuela. Y empiezan a reunirse en el alcabor, en lo que podía llamarse el primer ciclo de reuniones de amigos en la tahona.

Carlos FenollFue director de la revista Silbo, fundada en Orihuela junto a Jesús Poveda, Justino Marín y Ramón Pérez Álvarez. Salieron dos números: el de mayo y el de junio de 1936, publicaron Vicente Aleixandre y Juan Ramón Jiménez, con viñetas de la pintora Maruja Mallo y Francisco Díe —trabajos conseguidos por Miguel Hernández en Madrid. Al sobrevenir la rebelión militar de Franco, no se pudo editar más números. Marchó al frente de Madrid y Toledo con el bando republicano y estuvo en el Batallón de Milicias. Al terminar la guerra era un hombre cambiado y perseguido por las purgas franquistas, se tuvo que ocultar y dejó de escribir poemas con la fuerza de su primera época. Solamente escribirá muy a pesar suyo a petición de algunos amigos para libretos de fiestas populares.

La descripción que hizo de Carlos su biógrafo Manuel Molina fue muy acertada:

Carlos Fenoll era un fino y delicado poeta. Su obra es muy re­ducida y de ella hay buena parte que no responde a su auténtico sen­tir; son los escritos de ocasión motivados por peticiones de personas a las que no quería negarse, o no podía por un exceso de generosidad. Eran en los programas de los festejos del pueblo, Bellea del Foc, en el periódico de un amigo, o en otras muchas circunstancias semejantes como en la Semana Santa. Teniendo en cuenta que Carlos Fenoll se convirtió en un apático, un ser dominado por la desgana, dominado por el sentido de la obligación familiar, por el pre­sentimiento de la impotencia creadora, por la conciencia excesiva de su falta de cultura, por la depresión angustiosa... su poesía personal fue breve e irregular, intermitente, e intensa.

Decepcionado por el asunto de la herencia del negocio de la tahona, y con la firme determinación de no volver a escribir, el 5 de agosto de 1947 partió en barco a Barcelona, buscando nuevos horizontes económicos. Primero fue solo por unos meses. Se colocó de panadero en la Dirección del Parque de Intendencia del Ejército, que lo obligaba a salir por meses en duras campañas por Cataluña. Mantuvo correspondencia con amigos. Fue panadero hasta que falleció a los 60 años en Barcelona el 31 de diciembre de 1972.

En Barcelona había alquilado una casa y cuando, meses después, se presentó toda la familia Fenoll-Ávila en Barcelona, el tal piso alquilado no existía, le habían estafado. Momentáneamente se tuvieron que instalar de urgencia en una barraca de Montjüic —era un pueblo de barracas, de obra y de madera (no en una cueva como comentan algunos malintencionados autoproclamados biógrafos). Unos meses después y en 1948 se fueron a vivir al piso de la calle Aurora Nº 7. Mantuvo correspondencia con Manuel Molina, quien publicó una antología: Canto encadenado, en el Instituto de Estudios Alicantinos, 1978. En una carta a Molina le comentó que su amigo Miguel Hernández le dijo una vez: “Carlos, tu mejor poesía está en tu corazón; escribir es lo de menos”.

Su poema más conocido es “Canto encadenado”. En las últimas estrofas declara su intención de que cuando no escribe poesía, es cuando encuentra la paz, por un sentimiento de remordimiento que nunca reveló.

Deseando la paz, quiero aplacar mis sueños,
borrarlos, como borra la aurora a las estrellas,
pero igual que la espuma, son vanos mis empeños:
germinan sin descanso, renacen como ellas.

Cantaré entre herramientas de fatiga y quebranto
ya que un juego inmortal, divino, me lo ordena.
Pero siempre habrá un dejo de amargura en mi canto
mientras llore mi alma su pesada cadena.

Carlos Fenoll (1947), España.