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Poemas

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El recuerdo

Hay engaño, tal vez, en quien recuerda...
La piel crea un erizo desvalido,
estático, inmóvil, conmovido,
que baja en su cenit por larga cuerda.

Hay una nota demorada y lerda
que corta las entrañas del olvido,
y tiene lo querido y lo temido
como rosado labio en dura cerda.

La bella evocación es una fría,
dorada imagen en el vidrio umbrío,
es un viejo hechicero sepultado

que transmuta temblor en terca vía,
y al aspirar el corazón con brío,
veloz, acude Lázaro al llamado.

 

Pese a todo te busco como forma

Pese a todo te busco como forma,
silente te me escapas como sueño,
es tu riqueza que me da el empeño
como viva obsesión que me conforma.

Universo regido por la norma,
que incendia el intelecto en cejo y ceño;
como después del fuego queda el leño
dinámico, encendido, se reforma.

Volvamos otra vez a quien escribe,
que descubrió en el aire los protones
y la Psiquis en cósmica tangente...

de allí tomó la tinta que transcribe,
hirvió razón y tuvo en borbotones
una abierta conciencia al inconsciente.

 

Abrí la puerta y me encontré contigo

Abrí la puerta y me encontré contigo.
Plural de mí, mis yoes y motivo,
desdoblada y en casi desabrigo,
volcó sobre su falda apelativo.

Ráfaga y furia yo como enemigo.
Plural de mí, de mí, se torna vivo
intempestivo asalto y es testigo
la desnudez en gesto combativo.

De ese río colmado de abadejos
surgió en su interior hondo, fecundo,
una vedada zona de amaranto.

Reuniendo de mi rostro los espejos,
plural de mí, mas ánima del mundo,
guardé aquella razón bajo el encanto.

 

Cierro la puerta y pongo los cerrojos

Cierro la puerta y pongo los cerrojos
camino por el límite del borde
hasta llegar, ausente, al desacorde,
sumerjo brazos y me nacen ojos...

ojos que allá en la hondura son abrojos
y en la sien ahuecada es un acorde;
templada sinfonía monocorde,
de música del cielo, sus despojos.

Por qué será la vida de tal forma:
si grande el corazón, es su desdicha
si chico el corazón, es un avaro.

Tantos cerrojos son la justa norma
por donde pasa sólo alguna dicha,
aunque tal desvarío cueste caro.