Entrevistas
Edelmis Anoceto VegaEdelmis Anoceto Vega
“Poesía es igual a las mejores experiencias, en las mejores palabras en el mejor orden”

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Edelmis Anoceto Vega (Santa Clara, Villa Clara, 1968), poeta cubano, ganador de varios premios de poesía y décima, llama la atención por la forma en que concibe la poesía.

Cantos del bajo delta (1998), Mortgana (2002), La cólera de Aquiles (2005) y Desertor del cielo (2007) son algunas de sus obras publicadas. De su poesía se dice que “se caracteriza por la alternancia de las estrofas clásicas (soneto y décima) y el verso libre (...). Así como son frecuentes en sus poemas los cuestionamientos existenciales del hombre...”. Por razones como estas su obra merece nuestra atención. De ahí mi interés por esta entrevista.

 

—Desde tu criterio... ¿cuál sería tu sinónimo de poesía?

Es una pregunta que se ha hecho a muchos poetas, y comúnmente éstos responden con alguna frase poética. Al respecto es célebre la disquisición de Octavio Paz al inicio de su ensayo “Poesía y poema”. Pero si lo que buscamos es un sinónimo entonces el campo de definición se reduciría a una palabra, lo que lo haría mucho más difícil, por lo que sería mejor aquí eludir ese sondeo. Lo primero a tener en cuenta es que eso que llamamos poesía es en sí algo que tiene como esencia precisamente su condición de indefinible, de misterio que nunca llega a revelarse, sino a anunciarse. Mejor decir como Lezama: “Ah, que tú escapes”.

Sabemos que la poesía no es únicamente la expresión de la belleza por medio de las palabras; no es el poema, éste es una manera más que tiene la poesía de manifestarse, como lo puede ser el cuadro o la pieza musical. La obra artística, sea cual fuere su género, se diferencia del resto de las obras humanas necesariamente por su componente poético.

Cuando en el hombre se da una manera peculiar y “otra” de percibir el mundo, la humanidad y la vida, suceso que produce en su espíritu una especie de movimiento, de sacudida, extrañamiento, sobrecogimiento, y además ese hombre es capaz de comunicarlo, estamos en presencia de la poesía. Este es un proceso único e irrepetible en cada individuo. Por eso se dice por ejemplo que la poesía es conocimiento, pero un conocimiento del ser interior, un descubrirse en esa forma peculiar, individual y enriquecedora sobremanera. Se revela un modo de ser en —y relacionarse con— el mundo, que es diferente en cada individuo. Ese conocimiento del “yo” produce una suerte de liberación comparable sólo con la experimentada por el místico al entrar en contacto con la divinidad. Es un proceso en el que se llega a la plenitud a través de la percepción creativa. No estamos hablando de mera percepción o mera creación, sino de un proceso extraordinario que implica ambas cosas.

Según Coleridge, poesía es igual a las mejores palabras en el mejor orden. Y yo agregaría —con permiso—: poesía es igual a las mejores experiencias, en las mejores palabras en el mejor orden.

—¿Y el de literatura?

Asumo que hablamos de lo que conocemos como literatura artística y que comprende categorías como ficción, lenguaje imaginativo, tratamiento especial de la lengua, subversión del discurso ordinario, Les Belles Lettres, etcétera.

Los juicios de valor acerca de la literatura y el arte en general varían según las necesidades epocales, y en ese sentido podemos decir que la literatura es una convención. Por supuesto, las instituciones educacionales y culturales históricamente han emitido criterios de valor jerarquizantes que tienen en su trasfondo ideologías, iglesias, políticas...

También las personas llaman literatura a aquellos escritos que hoy les parecen de valor y que les resultan gratos. Así han desfilado por esa categoría tanto las tiras cómicas, los guiones cinematográficos o El origen de las especies, de Darwin. Las crónicas de revistas sensacionalistas, por ejemplo, cada vez incorporan más elementos de ficción y técnicas narrativas, y los mensajes publicitarios acuden a recursos del lenguaje poético, sin embargo no son considerados literatura.

Para decirlo medio en broma, la literatura es todo aquello que constituye campo de estudio de la teoría literaria, disciplina mucho más exacta, y por lo tanto más definible, que su objeto.

—Eres editor, traductor literario... pero sobre todo eres un poeta. ¿Qué hallas en la poesía como género literario que la has asumido con rigor?

A mi entender, en la práctica requieren mayor rigor las labores de edición y de traducción que la de la creación poética. Esta última es más libre en tanto es mucho más individual, es lo que mencionaba antes de indagación en el “yo”. En la edición y la traducción estoy sujeto a un texto ajeno que ya establece una especie de poder, es como una jurisdicción que no se puede violar, o se puede violar sólo hasta cierto punto. También están las exigencias extracreacionales: debes entregar el texto traducido o editado a la editorial y esto supone una disciplina.

La creación poética sólo demanda rigor en el orden de la convicción, la consagración, la sinceridad, la vocación, la ética. Muchos presumen que escribir poesía es un acto sencillo, un hobby, como un entretenimiento, algo que podemos hacer con la mano izquierda, en los ratos libres. Eso puede ser, pero creo que entonces no estaríamos hablando de un verdadero poeta. Para el poeta de rigor —creo que esto ya lo escribí—, la poesía es una cuestión de vida o muerte. Se trata del centro de la existencia. Y casi siempre es un proceso agónico, desgarrante; lo es porque el poeta no debe demostrar su condición sino a sí mismo. Una cosa es ser poeta y otra “la vida literaria”, o sea la socialización.

—¿No tienes pensado escribir narrativa?

Tengo una novela terminada y dos cuentos para niños. Pero no tengo apuro en que vean la luz. El hecho de haber escrito esas obras ha sido muy gratificante, eso es lo más importante. El escritor tiene que tener mucha seguridad en sí mismo, y sobre todo estar satisfecho con su labor sin que nadie venga a decirle que ha escrito una gran obra, puesto que el escritor, el literato verdadero, ya conoce las grandes obras de la literatura, o su gran mayoría, y podrá valorar, sin pretensiones y con sinceridad, la suya propia.

Por otro lado yo asumo mi escritura toda como creación poética —con las especificidades escriturales que demanda cada género, por supuesto—, porque, como dije, la poesía es esencia en toda obra artística. De hecho estas obras narrativas tienen como centro y fondo la poesía, de manera implícita.

—Hasta la fecha has publicado varios libros de poesía, como por ejemplo, Cantos del bajo delta (1998), Mortgana (2002) y Desertor del cielo (2007), entre otros... De tus obras publicadas, ¿tienes preferencia por alguna, o no? ¿Por qué?

No podría preferir uno entre los libros que he publicado, cada uno tiene una significación especial, no comparo uno con otro. Siento cierto apego por los dos decimarios: La cólera de Aquiles y El sueño eterno, por estar escritos en esa estrofa que tanto quiero y respeto, y por comunicar cosas y estados que no comunican mis libros en verso libre, estados cercanos al dolor, sobre todo. Creo que de todos mis libros prefiero los que están inéditos, Agujero negro, por ejemplo, uno que está a punto de salir por la Editorial Oriente, y otro decimario: Cansado de soñar todo, que cierra el ciclo de los dos anteriores.

Los libros son como las etapas de la vida, no tiene mucho sentido preferir una sobre otra, porque en la práctica ninguna se puede repetir.

—¿Qué necesitarías para escribir? ¿Tienes algún método, algún sitio preferido que te ayuda a escribir?

Soledad. Quiero decir, en el momento y en el lugar donde escribo necesito estar solo, que siempre es en mi estudio-dormitorio, generalmente en las mañanas. Cuando estoy en algún proyecto de libro escribo desde el amanecer hasta la media mañana, y cuando es un texto ocasional, un artículo, por ejemplo, lo hago en cualquier momento. Escribo con mucha dificultad, y no me gusta hacer bocetos, ni tampoco dejar una idea u oración a medias. Reviso constantemente lo que estoy escribiendo. Como todos los días debo caminar mucho, tengo tiempo para pensar, eso me ayuda sobremanera.

—¿Quién es Edelmis Anoceto Vega?, ¿podrías dejarnos ver al poeta bien adentro?

Edelmis Anoceto Vega es un hijo de torcedores de tabaco, santaclareño el padre y manicaragüense la madre; ¿sorprende a alguien que se haya convertido en escritor? ¿Acaso no es lo más natural? Si Edelmis Anoceto Vega fuera sólo un licenciado en lengua y literatura inglesas seguramente estaría en una universidad o, como muchos de sus condiscípulos, trabajando en el turismo, o enseñando inglés; no sería alguien en que se conjugan la cultura del rock, el dominio de una lengua extranjera, la simpatía por los poetas ingleses románticos y victorianos, un poco de vida bohemia, bastante de escepticismo; no sería alguien que ha aprendido a amar y a valorar lo tradicional cubano, lo guajiro que encarna su familia materna, la décima... y sobre todo no sería alguien que ha aprendido a trabajar sin descanso, a emprender siempre un nuevo proyecto.

—¿Autores preferidos? ¿Alguno ha influenciado de alguna manera en tu obra?

Son muchos, y todas las lecturas nos van formando una noción acerca de lo que es la literatura, los géneros, sus fronteras y relaciones, nociones y concepciones. Lo más importante es descubrir uno mismo qué es la literatura, y ésta está en el principio: los textos bíblicos, Homero, Dante, Shakespeare, los románticos ingleses, el Siglo de Oro español, los simbolistas franceses —esto no es una receta—, después toda lectura aporta, enriquece, complementa, pero en el principio está la verdad. Eso fue lo que nos enseñó T. S. Eliot al considerar los ismos de la literatura inglesa como una desviación e ir directamente a la tradición poética europea para dialogar con ella. Nos dijo simplemente que hay que subvertir la tradición para que luego ésta te acoja. Los clásicos no son algo que un literato pueda obviar. No tiene sentido hacerlo.

—Si la poesía (casi) ha sido relegada para darle paso a la novela, ¿persistirías en hacer poesía?

¿De qué poesía y de qué novela estamos hablando, de qué contexto? No creo que la poesía (como género) haya sido relegada para dar paso a la novela (como género), ni siquiera (casi). Eso sucede sólo en el campo del mercado editorial; sólo en ese terreno un género puede relegar a otro. Todos los años se celebran festivales de poesía como el de Medellín, se realizan compilaciones importantes como el anuario The Best American Poetry, se otorgan premios relevantes a poetas, sin que ello disminuya o minimice otro género.

Pongamos un ejemplo: ya en el período isabelino Inglaterra fue llamada por el auge de su expresión poética A nest of singing birds, y en los dos siglos subsiguientes no fue menos, sin embargo en el XIX, dadas las crecientes exigencias editoriales, la poesía fue “relegada” a material de relleno en las revistas, a tal punto de que casi ningún poeta —excepto los dos grandes: Tennyson y Browning— emprendiera una obra poética extensa. El poeta no se ocupa de esas cosas, el poeta persiste siempre en hacer poesía.

—¿Cómo valorarías tu vida actual como creador..?

La vida del creador literario siempre está marcada por la devoción, la entrega y la consagración, independientemente del sitio donde ejerce su arte. En Cuba yo ejerzo la escritura con más o menos éxito y con mucha satisfacción, publico casi todo lo que escribo y soy editor de dos revistas, una muy importante, la otra apenas comienza.