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Nota del editor

Antología “De Moctezuma a los Andes”, de la Agrupación Cultural Chile México

La Agrupación Cultural Chile México presentó recientemente en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, FIL, y en la Fundación Neruda La Chascona, en Santiago, la antología De Moctezuma a los Andes, que reúne relatos de autores chilenos y mexicanos. Hoy ofrecemos a los ojos de la Tierra de Letras el texto de la presentación en la capital chilena, a cargo del escritor sureño Miguel de Loyola.

Presentación de la antología de cuentos De Moctezuma a los Andes

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Celebramos hoy una antología de cuentos que reúne a escritores chilenos y mexicanos, en cuyos relatos se habla del otro, donde el imperativo era mostrar la imagen del otro, hablando los mexicanos de los chilenos y nosotros de ellos, para explorar rasgos identitarios comunes y proseguir el diálogo abierto entre ambos países desde tiempos ignotos.

Así como se da mayor o menor empatía entre las personas, lo mismo parece darse entre los pueblos. La empatía entre Chile y México es un hecho evidente a lo largo de la historia, y la publicación de esta antología no viene más que a confirmarlo y a servir de tesis de una amistad entrañable. Sin el amparo de la amistad este sueño, soñado por un puñado de escritores, encabezados por la poetisa chilena Patricia Gómez, quien fuera la gestora de la idea, no podríamos estar celebrando.

Desde luego, nos une la lengua, pero no sólo eso, hay más, mucho más, hay raíces todavía más profundas que nos unen culturalmente. En esta oportunidad quiero destacar una de ellas, acaso porque todavía me asombra dejándome siempre perplejo. Me refiero a la influencia del folklore, y a las rancheras mexicanas concretamente, cuya música y letra nutre la fantasía popular en nuestros campos y ciudades, de la misma manera que en México.

Es sorprendente oír los sones de las rancheras propalados por el viento en medio de la soledad de los campos, es sorprendente oírlas a media mañana escapando por alguna ventana entreabierta hacia las calles silenciosas de un pueblo perdido entre los cerros, es sorprendente cruzarse con mariachis criollos en la misma Vega central de Santiago, embriagando a la muchedumbre con los sones inconfundibles de las rancheras, sorprende ciertamente, la irrupción de los mariachis en las celebraciones familiares, y en serenatas en plenilunio, y aún bajo un sol radiante en plena vía pública; ¿y cómo no a va ser sorprendente encontrar en el mismo México a cultores chilenos de este arte, pasando tranquilamente por autóctonos mexicanos? El sonar de la guitarra, el guitarrón y la trompeta, restañan como voces de conciencia, generando vasos comunicantes de emociones que abren las puertas hacia la intimidad de ambos pueblos.

Hay en esta expresión artística una fusión cultural tan interesante, que a mí se me antoja crucial a la hora de hablar de la empatía existente. México llega a Chile al son de las rancheras, de las rancheras que al principio del siglo XX (1910) narraban la Revolución mexicana, y que en Chile también cantan la suya, devolviéndoles así la mano a los mexicanos, cerrando un circuito bilateral de música y voces. Rancheras que en sus comienzos contaban la historia de las batallas, al estilo de los romanceros medievales, entremezcladas con relatos amorosos para endulzar el imaginario y las tristezas de la guerra. Este nudo musical reúne hoy en día las almas al punto de fundirlas unas en otras, prodigando un reguero emocional unívoco entre dos naciones muy distanciadas en el espacio geográfico de América, y sin embargo, hermanas de sentimientos.

Siguiendo los derroteros de nuestros embajadores más ilustres en tierras aztecas, Gabriela Mistral por allá por los años 20, y Pablo Neruda en la década del 40, podríamos hallar tantas otras razones para hablar de la empatía existente entre Chile y México. Ellos, indudablemente, cimentaron los caminos de un intercambio cultural que no cesa, dejando en evidencia que, en definitiva, son las expresiones artísticas las que construyen los verdaderos puentes y fortalezas de amistad entre los pueblos. Prueba de ello son también las obras de Rulfo, Alfonso Reyes, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Diego Rivera y tantos otros, que leemos y sentimos como nuestras.

Por eso, en esta cálida tarde de diciembre, le damos la más cordial bienvenida a la antología de cuentos De Moctezuma a los Andes. Responde, y es eco, de esta profunda amistad que une a nuestros pueblos.

Muchas gracias.

Santiago de Chile, Casa Museo La Chascona; 14 de diciembre de 2012.