Letras
Tres poemas

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Elogio del vuelo enclaustrado

Estas manos
no firman decretos
no cultivan rosas
no dirigen naciones
no amasan harina
no levantan muros
no matan tiranos
no arreglan relojes

Y las amo
Ellas tañen a la Necesaria
Arrancan de su garganta sedas guturales
Con papilas imposibles la catan de punta a punto final
Y en el colmo de la magia
transforman sus ojos en avellanas líquidas

Las amo también
por otros prodigios

Frente al liso dominio de la pared
conducen animales oscuros, domésticos
hacia un Arca de Noé que no sabe de caídas

Su muda semántica da la misma carne
al retorno
al presente
lo cercano

En la noche de mi habitación
atrapan la tenue luz de una plegaria
La ciudad y sus filos
se asoman humillados
y giran alrededor del breve sol de Dios

Hay momentos en que estas manos
destinadas a concluir mis muñecas
se convierten en puños de alegría
Y el ademán las enclaustra

Su genética es de alas
Deberían volar

 

La suerte de la ceniza

Eres una palabra en un índice
Jorge Luis Borges

Querido poeta
Hermano menor en la antología
Padre de versos menospreciados:

El río numerable de los años
perdió la memoria de tu dicha casera
y de tu gran dolor, universo que cabría en un puño distraído

Los dioses te negaron la gloria de las tesis profesionales
de las biografías autorizadas y las mesas redondas
de las calles y las bibliotecas
de los premios literarios con tu nombre

Oscuro hermano
poco sabemos de ti

Que amaste a una sola mujer
Que siempre tuviste el mismo número telefónico
Que una tarde escuchaste al ruiseñor

No lamentes tu pobre fortuna
Si los dioses dieron a otros la luz de la gloria
ésa que escanea y deteriora el perfume de la rosa venerada
contigo
contigo han sido piadosos

tuyo el sino de la referencia onomástica
Tuya la suerte de la ceniza
Que no da luz
mas conserva el calor de la otra orilla

 

Cursi

¿Cursi yo?

Cursi la noche de Cancún, imitadora no oficial de tus ojos
Cursi el hilo de grana, tibio símil de tus labios

Y el trinar de sinsontes que suplanta los arpegios de tu voz
Y las bíblicas gacelas, hologramas humildes de tus pechos

¿Cursi yo?

Cursi tú
Dueña de prodigios