Artículos y reportajes
“Bojeo a la isla infinita. Antología de 6 poetas cubanos”, selección e introducción de Arístides Vega Chapú
Bojeo a la isla infinita. Antología de 6 poetas cubanos
Sergio García, Ihosvany Hernández, Sonia Díaz Corrales, Juan Carlos Recio, Arístides Vega Chapú y Félix Anesio
Selección e introducción de Arístides Vega Chapú
Colección Antologías
2013, 96 pp
ISBN: 978-84-8017-325-4
Apuntes a propósito de cierto bojeo

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Infinita es la isla, como lo es su lírica o el intento por agruparla, reseñarla, antologarla.

Varios compiladores se han referido al hecho de la exclusión o la inclusión que conlleva todo compendio por motivos de diversa índole. Pudiera ser el interés por mostrar en el volumen determinado punto de vista, ya sea temático o más bien generacional, en la mayoría de los casos.

A ojos vistas no es el fin en esta ocasión de Arístides Vega Chapú, quien se reconoce miembro de un grupo que en su momento, los años ochenta del siglo pasado, enrumbó la poesía por derroteros más volcados al sujeto en sí, a la búsqueda de una reafirmación del yo, a diferencia de la que se venía gestando en la isla desde promociones anteriores.

Más allá de corrientes o estilos, el propósito de este proyecto ha sido el acercamiento, el disfrute que emana de los encuentros entre un grupo de amigos que se reúne a leerse sus versos. Sin la ambición representativa, casi inabarcable, de la vasta producción de la literatura cubana.

Intentos que se vienen gestando desde la década de los noventa por cubanos en varias partes del mundo. La editorial Betania, en España, es una muestra de ello, hecho que tuvo su iniciativa en Cuba con los dossiers publicados por la Gaceta de Cuba a fines de la centuria pasada. Es válido destacar que desde un lejano 1981, Edmundo Desnoes emprendió una apertura a la integración al compilar Los dispositivos en la flor.

En Bojeo a la isla infinita, propuesta que entrega la citada editorial Betania como e-book y en una segunda edición impresa por Publicaciones Entre Líneas de Miami, confluyen seis autores de variadas edades y modos de abordar el ejercicio poético, todos de origen cubano. Sólo dos residen en Cuba, el joven y laureado Sergio García Zamora (Esperanza, 1986) y el propio seleccionador, de probada trayectoria con varios títulos en el género. Los demás poetas mantienen su obra más allá de nuestras costas —geográficamente hablando— desde diversos puntos que eligieron para vivir, pero en unos y otros la insularidad es un lugar común.

Cuba y la diáspora, desde Heredia y José Martí hasta nuestros días, han sido constantes tópicos en la literatura cubana. No importa el tiempo de vida en ella, el hecho de haber nacido cubano hará que sea por siempre “un territorio afectivo, imposible de fijar, pues su verdadera dimensión está signada por sueños, preocupaciones, anhelos que exceden esa porción de tierra”, al decir de Arístides en sus palabras a manera de presentación del texto.

De otro modo lo expresa Ihosvany Hernández en “Últimas monedas”:

(...) hoy me propongo sostener el rito que conferimos a la tarde
el vicio para subsistir sobre el país
que ya es un signo en medio del mar, un símbolo en el agua.

La certeza de pertenencia a un universo de apegos que supera ideologías y distancias asiste a Juan Carlos Recio en “Para no vivir de espaldas a mí mismo”:

(...)
mis amigos son mi primera patria
sin que importe qué piensen
ni dónde vivan
como el agua de un pozo
como la luz de un mediodía
como si siempre nos reconstruyeran
por salvedad
sin dispararles sino con balas salvas
y porque del dolor de la partida
he dispuesto un regreso
sin dobles estocadas
sin disfraces.

A quien parece responderle Arístides Vega:

(...)
Deseos de estrecharla con ellos
que desconocen cuánto silencio puede retener mi casa
cuando no están,
cuánto puedo necesitar que la noche me devuelva
a esos otros amigos, que se marcharon
sólo para enviarme una foto sobre la nieve
caída desde una profundidad desconocida.
(...)

Destaco la única voz femenina del libro. Casi en el centro mismo del poemario, pudiera decirse que el azar al disponer la aparición de los poetas, ordenados por su fecha de nacimiento, la ubica en esta posición de equilibrio, me atrevería a asegurar. Sin ambages, rotundo es el discurso de Sonia Díaz Corrales, sin complicados recursos que hermeticen cuanto desea legarnos en sus versos. Olvido-recuerdo, ¿es acaso la paradoja del exilio? en “Discurso sobre la pared”:

No hay una pared para mandar a recordar a quien te olvida
a quien se olvida
ni para mandar a olvidar
a los que se cansan de llevar a cuestas el recuerdo
no hay nada, como ves, ahí afuera (...)

En “La cosecha”, Félix Anesio convoca a la reconciliación con nuestro alter ego, en primera instancia:

Porque a pesar de los pesares —en la Isla—,
nos hicimos más fuertes, estoicos, solidarios;
sobrevivientes hermosos de una gesta impropia.
¡No hay generación que no lamente,
de algún modo, no haber hecho más
de lo que pudo!
Habiendo, pues, echado al fuego la cizaña:
¿por qué no celebrar la cosecha con un canto?

La voz de Sergio García Zamora destaca entre los más jóvenes que escriben la poesía cubana hoy. Con la madurez necesaria para afianzar un estilo reconocible por la sobriedad en el decir, su trasfondo académico y una experiencia de vida que lleva a su obra mediante el símbolo de lo cercenado, quizás a destiempo. Sergio aporta la particular mirada que desde la isla suscita el exilio, en “La loca del taxi”:

Hablaba de su hijo:
muchacho bueno que vive en Quebec,
Omaha o Seattle
y está blanco y gordo como la nieve,
lo cual no es un lugar común;
en todo caso, un mejor lugar.

O en “El Otro”:

Bajo la sombra del buen vivir,
coincides con gente que vino desde Cuba,
de visita hace un mes, hace un milenio;
aceptan almorzar contigo, mañana, sin falta,
prometen llevar tus cartas, tus abrazos
ligeramente descomunales, el dinero puntual
como lo exigido en un secuestro.

Loable el empeño por hacer coincidir discursos y maneras disímiles en esta edición que ojalá sea la puerta para otros proyectos con tal intención, la de extender los invisibles puentes que sólo puede levantar la poesía desde los diferentes puntos donde se cosecha la lírica cubana.

Aun cuando la mayoría de los autores aquí reunidos sólo se conocen mediante la correspondencia electrónica, mantienen la cercanía en el intercambio de estos versos, hecho que marca al volumen favorablemente para dar una armonía tonal, un coro de voces bien armado, perfectamente perceptible a los oídos atentos.

Agradezcamos a Félix Anesio, Arístides Vega Chapú, Juan Carlos Recio, Sonia Díaz Corrales, Ihosvany Hernández y Sergio García Zamora por enlazar estos ríos, cruzar el mar y romper de una vez “la maldita circunstancia del agua por todas partes”.