Artículos y reportajes
“El carrusel”, de Gustavo Martín Tenza Aliaga
El carrusel
Gustavo Martín Tenza Aliaga
Editorial Aguaclara, 2012
179 páginas
El carrusel, de Gustavo Martín Tenza Aliaga

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Quien se esconde tras el pseudónimo en esta primera novela que publica, el granadino afincado en Elche Jesús Requena, es un escritor de largo aliento, aunque me temo que pocos habrán sido los que hayan disfrutado de su literatura en un país en donde se lee poco y mal y no existe diversificación a la hora de escoger los libros a leer: todos directos al best-seller cuya calidad es inversamente proporcional al número de ejemplares que vende. El carrusel, título muy adecuado al contenido de este libro, no es propiamente lo que se entiende debe ser una novela, no hay una narración al uso, sino una serie de retratos encadenados de personajes, trazados con maestría, que habitan una pequeña ciudad de provincias innombrada y entran y salen de la narración para contarnos su realidad y vivencias. Fermín, el de la negra; Rogelio, el policía; Josema, el Escuchimizado; Sergio, el Bocazas; Gabriel, el Perito Putero; Pepe, el Cabrero; Juan Carlos, el Cartero; Esteban, el otro Policía; Blas, el ex político; Tono, el que se quiso colgar; Ángel, el chiquilicuatre... son los zánganos desarraigados de esa colmena urbana que Tenza Aliaga dibuja con descripciones físicas impagables y un finísimo oído para el lenguaje de la calle que se evidencia en sus espléndidos diálogos. Y digo colmena porque el libro de este autor anónimo, que espero persevere en su escritura, no es ajeno a una de las mejores novelas del Nobel Camilo José Cela.

Hay humor desternillante en alguno de los momentos de la novela, como el del impotente que se inyecta una sustancia estimulante en el pene para follar y tanto se excita que termina masturbándose, pero hay también mucha tristeza y ternura en todos esos retratos de perdedores, gente seguramente cercana, a los que el autor da la palabra en su carrusel literario en donde hay instantes, también, para la lírica.

La tarde está sedienta, hambrienta de amor. El día ya se ha alargado y la luz inunda los corazones primaverales de los parroquianos sentados en las terrazas de las cafeterías, de los viandantes que siempre llevan prisa, de las muchachas jóvenes y guapas tocadas con sus camisetitas ceñidas y sus vaqueros y sus taconcitos, de los porreros que las miran con un deseo íntimo y único y ancestral, de los ancianos picarones que deslizan sus ojos de refilón hacia esas mismas muchachas...

El carrusel es una novela costumbrista fuera de modas, es un pedazo de realidad atrapado en 179 páginas bien escritas y sin alharacas literarias innecesarias, los sonajeros de los que habla siempre Juan Marsé, que sería tan injusto como imperdonable que no tuviera los lectores que sin duda merece.

En tiempos de imposturas sorprende toparse con textos tan auténticos y libres como el presente.