Letras
Tres poemas

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Deseo antiguo

Hambre inmensa como bocanada de vacío.
Ana Enriqueta Terán

Alguna mano enciende los faros recónditos bajo mi frente
se impregnan de rocío sus tupidas ramas.

Siento los pies del árbol milenario sobre el vientre caer
como un niño escondido juega entre temblores melosos.

Sus uñas exprimen los frutos de alboradas ambiguas
en los gajos de polvo y cabecea la cumbre de mi olfato.

Desde la grieta extendida en la planicie fibrosa
palpo sus manos y su lengua poblada de pliegues.

Un ombligo zurcido muestra el contorno de su materia brillante.
¡Níveo aroma en el ocaso cruzando fulgores silentes!

En la claridad de este claustro—que es mortaja—
mis pasos se pierden buscando su idioma de savias

                                       tras el oriundo manto de la noche.

 

No puedo hablar de vos aunque quisiera…

Cómo quisiera
bajo la tibieza de tu piel
perder la conciencia.

Isabel Velasco

No puedo hablar de vos
aunque quisiera
imantar el vientre irisado
al ilapso impudente
que desata
la ebriedad  copular
de tibios labios.

No puedo hablar de vos
aunque lamiera
tejido febril en el pináculo
y en una humareda
de espermas
convulsione la negrura
de mis párpados.

No puedo hablar de vos
aunque irrumpiera
el ciclón nacional
que se apertrecha

y asalta
                 y enclava

mis zapatos.

No puedo hablar de vos
aunque ofrecieras
rasgar prominente brillantez
de mis caderas

y ensalivar

                y embadurnar

el himen lánguido.

(Hoy mi fuego enquistado
e inalcanzable
se debate en despótico vaguido
camuflada la embestida del caudillo
en el llanto irascible de sus pasos)

No puedo hablar de amor
aunque quisiera.

 

La manceba

Pendant que les fonds publics s'écoulent en fêtes de fraternité,
il sonne une cloche de feu rose dans les nuages.

Arthur Rimbaud

La materia del ovillado día traza su dolor de agua
tiende la lluvia sus collares de perlas sulfúricas y nítricas.

Marchito está el recodo de los árboles en flor,
el aire prolonga los polvos y ramajes de orín.

Cae agitada la voz densa de luz sobre las estepas
la doncellez del pájaro delgado se une a los brazos
                                                                           [del limo triste.

Un hombre de fuego cruza dos estaciones sollozando
después de ofrendar la sangre primitiva de su pueblo,
de exponer la savia abrasada en latitudes lejanas,
de exprimir el fruto turbulento y de desidia.

¡Oh! torrente despeñado en el desmayo de las horas
trueno arrebatado agitando al horrísono nuestras calles
                                                                          [de antílopes.

Mefisto Rey sobre amarrando las córneas del rebaño
horadando las arterias del suelo atrofiado de silencios que latigan.

Mi corazón en desgastado rumor se desgrana

                                                                     donde la ley es manceba.