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Falleció en México el poeta argentino Juan Gelman
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Juan Gelman

“Juan Gelman, poeta de alma mexicana, poeta mayor, ha muerto. Mi pésame a sus deudos”, escribió en su cuenta de Twitter el presidente del Consejo Nacional de la Cultura de México, Rafael Tovar y de Teresa, este martes 14 de enero. El escritor argentino, quien residía en la capital mexicana hace más de veinte años, había estado hospitalizado a causa de un síndrome mielodisplásico, una disfunción de la médula ósea.

El autor, quien había nacido el 3 de mayo de 1930 en el barrio de Villa Crespo, una zona de Buenos Aires con una fuerte presencia de la comunidad judía, falleció pasadas las 19 horas en el Distrito Federal, donde residía desde 1988 junto a su esposa, Mara La Madrid.

El secretario de Cultura de Argentina, Jorge Coscia, consideró que Juan Gelman formó parte de “la mejor tradición de la literatura argentina”, agregando que la vida del escritor fue “un poema comprometido”. Según el funcionario, la obra del poeta “demuestra una relación profunda entre capacidad creativa, poesía, literatura y compromiso”.

“Estar es un trabajo desnudo. La tierra pule huesos que el tiempo roba sin retorno”, recitó Gelman hace apenas cuatros meses frente a un auditorio emocionado en la Biblioteca Nacional de Argentina, cuando presentó su último libro.

“Ahí se va Juan, a alguna reunión con Rodolfo (Walsh) y otros tantos compañeros. Allá se va Juan, a contarles a los 30.000 (desaparecidos durante la dictadura) que pudo encontrar a su nieta Macarena”, señaló en un comunicado la agrupación de derechos humanos Hijos. “Se va Juan, a ese tiempo de los pasos eternos, a contarles a nuestros padres y madres que todos ellos siguen vivos en nuestras luchas”.

“Pasan tantas cosas por delante de la ventana de mi vida... trabajos, redacciones, risas... porque Juan, hasta que pasó lo que pasó (su hijo y nuera desaparecidos) era un tipo con el mejor humor”, recordó el poeta Horacio Salas en declaraciones a la agencia oficial argentina Télam.

“Gelman fue un grandísimo poeta, sin necesidad de decir que fue el más importante de la Generación del 60” argentina, continuó Salas, convencido de que “cambió el castellano escrito, se atrevió a lo que nadie, tomó todos los riesgos, fue casi un inventor de la poética del riesgo, tomar a San Juan de la Cruz junto a Homero Manzi... eso es tirarse en la pileta vacía”.

Para Daniel Freidemberg, uno de sus discípulos, su figura es decisiva en la poesía argentina, especialmente tras la publicación de Violín y otras cuestiones (1956), que “ayudó a encontrar su propia lengua, una poética específicamente argentina (...). El único premio que le faltaba era el Nobel y nunca se anquilosó, ni acomodó, cuanto más lo premiaban más áspera y desafiante se volvía su poesía, cada vez buscaba más lejos y más hondo”, concluyó.

Gelman fue “un maestro de la vida” y “nos quedará como un legado esta gran obra y este gran ejemplo de vida”, subrayó el escritor Jorge Boccanera. “Fue además un militante político que supo siempre pelear por ensanchar el espacio de la libertad”, agregó Boccanera, que acompañó al poeta en su última visita a Buenos Aires, el pasado agosto, durante la presentación de su libro Hoy. “Su obra es una especie de Guernica hablado y nos quedará como un legado esta gran obra y este gran ejemplo de vida”, apuntó.

En Hoy, que reúne casi 300 textos poéticos en los que el autor reflexiona sobre la realidad argentina, Gelman incluyó sus impresiones tras conocer la condena a los represores del centro de detención clandestino donde estuvo secuestrado su hijo, Marcelo Ariel, asesinado por el aparato de la dictadura militar argentina (1976-1983).

En aquella ocasión, un Gelman emocionado prefirió dejar que la poesía hablase por él y leyó varios textos sobre las cosas que fueron y dejaron de ser, las que no pudieron ser, las deudas con el pasado y las cartas que no se pudieron enviar. “Gracias por estar aquí y sobre todo por aguantarme”, dijo Gelman para despedirse del público que lo ovacionaba.

Nacido en Villa Crespo, en la calle Scalabrini Ortiz, en el seno de una familia de emigrantes judíos ucranianos, se exilió entre 1975 y 1988 en Roma, Madrid, Managua y París, para terminar instalándose en México. Fue hincha de Atlanta, club de fútbol que lo honró poniéndole Gelman a su biblioteca. A los ocho años escribió su primer poema, que se publicó en la revista Rojo y Negro, que tenía una línea editorial identificada con las ideas libertarias y de izquierda.

Esos precoces sentimientos por los menos favorecidos lo impulsaron a militar cuando era un adolescente que estudiaba en el Colegio Nacional Buenos Aires. Ingresó en la Federación Juvenil Comunista a los 15 años, cuando la Unión Soviética emergía triunfante tras derrotar al nazismo en la Segunda Guerra Mundial y el peronismo irrumpía en la escena política argentina.

Se propuso estudiar química en la Universidad de Buenos Aires (UBA) tras recibirse de bachiller, pero al poco tiempo dejó para formar el grupo de poesía Pan Duro, una agrupación literaria integrada por jóvenes del Partido Comunista. Los textos que producían en Pan Duro, durante los años 50, combinaban la lírica con la denuncia a los explotadores, los dueños de la tierra y poseedores del capital.

Hacia fines de esa década, la influencia de la Revolución cubana se hizo cada vez más fuerte en la izquierda argentina, que comenzaba a plantearse la posibilidad de la lucha armada como la única posibilidad de cambiar la realidad.

La proscripción del peronismo y la represión al movimiento obrero motorizada por el Plan Conintes que se aplicó durante la presidencia de Arturo Frondizi contribuyeron a la radicalización de las ideas de Gelman, que por entonces superaba apenas los 30 años.

Durante la presidencia de José María Guido —que asumió como presidente tras el derrocamiento de Frondizi—resultó encarcelado junto a un grupo de escritores por pertenecer al Partido Comunista. Ese breve paso por la cárcel, sumado a la postura ambivalente que sostenía el partido en relación a Cuba y la lucha armada, lo aceraron a los grupos disidentes de la línea oficial para acercarse a un peronismo entonces perseguido e ilegalizado.

La clase trabajadora era peronista por definición, y muchos teóricos de la izquierda comenzaron a interpretar a mediados de los 60 que en el movimiento fundado por Juan Domingo Perón podía construirse una alternativa revolucionaria para esa conflictiva Argentina.

Ingresó en las Fuerzas Armadas Peronistas, una organización surgida de un grupo de militantes de izquierda que pretendían dar un apoyo logístico desde Argentina a la guerrilla del Che instalada en Bolivia. Supo también, por esos agitados años, combinar su militancia con el periodismo, al trabajar en las revistas Panorama y Crisis, y en los diarios La Opinión y Noticias.

En 1973, poco después de las elecciones que posibilitarían el retorno del peronismo al gobierno tras 18 años de proscripción con la victoria del candidato del Frejuli, Héctor Cámpora, las FAR se fusionan con Montoneros, la organización armada más influyente de entonces. Gelman pasó a integrar un lugar de importancia en la conducción de Montoneros, primero como un referente de superficie, y luego, cuando la organización pasó a la clandestinidad, se dedicó a denunciar los crímenes de la Triple A en el exterior.

Durante siete años (1973-1980) no publicó. Alejado ya de Montoneros, salió de su silencio con un libro doble, Hechos y relaciones, en el que escribe contra las atrocidades de la dictadura, el exilio y las muertes, obviamente desde su propia historia. De allí en más su literatura y su acción política siguieron el mismo camino, el del desgarro y la reparación imposibles.

El 24 de marzo de 1976 se produjo el derrocamiento de Isabel Perón y Gelman debió permanecer en un exilio que lo llevó a vivir en Roma, México, París y Managua. El 26 de agosto de 1976, la dictadura militar secuestró a sus hijos Nora Eva, de diecinueve años de edad, y Marcelo Ariel, de veinte, y a la mujer de éste, María Claudia Iruretagoyena, de diecinueve, embarazada de siete meses, quienes pasaron a engrosar la lista de los detenidos-desaparecidos. Nora Eva apareció tiempo después, a diferencia de su hermano y cuñada.

Residente en la capital italiana desde principios de los 80, Gelman pasó a trabajar para la Unesco como traductor mientras comenzaba la búsqueda de sus hijos y de María Claudia, así como de su nieta, entregada a la familia de un policía en Uruguay. Gelman localizaría a su nieta Macarena en 2000, y en 2011 la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado uruguayo por la desaparición de María Claudia, y por la supresión de identidad de Macarena.

Aunque colaboró con el diario Página/12 desde sus inicios en 1987, recién pudo volver a su país un año después, previo pago de una caución judicial, que le permitió presentarse ante la justicia para no quedar detenido. “Pagar para volver a mi Patria después de tantos años de destierro y persecución significó una infamia. Pero acá estoy, tratando de vivir una vez con utopías”, declaró a la revista Humor recién llegado a Argentina.

Sin embargo, eligió radicarse en México, donde en 1989 lo encontró el indulto de Carlos Menem, una medida que incluyó a militares genocidas y a otros antiguos jefes guerrilleros. “Me canjean por los secuestradores de mis hijos, y por otros miles de muchachos y militantes que ahora son también mis hijos”, señaló en una declaración con la cual expresaba su rechazo a ese perdón.

Gelman hallaría en 1990 el cuerpo de su hijo, gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense, que dio con sus restos en San Fernando. En 1997 se le otorgó el Premio Nacional de Poesía, la máxima distinción que otorga el Estado Argentino a los poetas. En el acto de entrega del premio dedicó unas palabras a las víctimas con vida de la dictadura, a los desaparecidos, a su hijo y nuera, así como a la hija de ambos.

En 1998 descubrió que su nuera había sido trasladada a Uruguay en el marco del Plan Cóndor, el proyecto represivo que coordinaron las dictaduras del cono Sur. Reclamó una investigación a los presidentes uruguayos, Julio María Sanguinetti y Jorge Battle, para dar con la identidad de su nieta, y en 2000 pudo reunirse con ella.

Tras dar cuenta de su identidad, la joven decidió cambiar el nombre de Andrea —bajo el cual fue anotada por un policía uruguayo tras nacer en una clínica de Montevideo—, y pasó a llamarse María Macarena Gelman García.

En 2008, los autores del secuestro y muerte de su hijo fueron condenados en la causa que se instruyó por los crímenes cometidos en el centro clandestino de detención automotores Orletti. Gelman nunca pudo dar con el paradero de su hija Nora, que hasta el día de hoy permanece desaparecida.

De su obra poética destacan Violín y otras cuestiones, En el juego en que andamos, Gotán, Los poemas de Sidney West, Fábulas, Salarios del impío, Sombra de vuelta y de ida, Incompletamente y Salarios del impío y otros poemas, entre otros.

Fue galardonado, entre otros, con el Premio Nacional de Poesía en Argentina en 1997, el Juan Rulfo (2000), el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde (2004), el Reina Sofía de Poesía (2005), el Premio Cervantes (2007). “Me conmueve en particular el marco de esta ceremonia. Es el de la España de hoy, la que no acepta una aventura bélica que trae al mundo zozobra y muerte”, dijo en 2005 cuando recibió el Reina Sofía.

Fuentes: ClarínEFEMilenioTélam