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“Monna Lisa”, obra teatral de Luigi SciamannaLuigi Sciamanna va tras las pistas de la Monna Lisa
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Jorge Palacios y Armando Cabrera encabezan el elenco de esta obra original de Luigi Sciamanna, que se presenta hasta el 7 de junio en la Asociación Cultural Humboldt, en Caracas.

“1914: París. Un vendedor de periódicos anuncia el robo de una obra maestra. Un tren llega procedente de Viena. En la estación desciende Sigmund Freud. Lo espera su inseparable amigo, el compositor francés Camille Saint Saens. Han sido contratados para investigar el robo de la estrella del Museo del Louvre: la Monna Lisa, obra maestra de Leonardo da Vinci”. Así comienza Monna Lisa, escrita y dirigida por Luigi Sciamanna. La obra teatral constituye el cuarto y último capítulo de la saga iniciada con La novia del gigante (2012), a la que siguieron El gigante de mármol (2013) y 400 sacos de arena (2014).

La comedia es presentada por el Instituto Italiano de Cultura, la Embajada de Austria, la Asociación Civil Itálicos y Telas Élite.

Monna Lisa es casi una farsa, un circo, un caleidoscopio de personajes y situaciones. La pieza parte del muy escandaloso y difundido robo de la también llamada “Gioconda”, perpetrado en 1911 por un trabajador del Museo del Louvre. El óleo estuvo desaparecido por casi tres años y fue recuperado en Italia a finales de 1913 y vuelto a exhibir en el Louvre a comienzos de 1914, año en el que transcurre la pieza teatral de Sciamanna.

Trece actores interpretan a cuarenta personajes que dan vida a una feria variopinta que incluye ministros, embajadores, vendedores ambulantes, mendigos, ejecutivos, divas de cabaret, una gitana, policías, mesoneros, músicos, conserjes, abogados, jueces, secretarios y criados.

Jorge Palacios y Armando Cabrera encabezan el cartel como la ficcional dupla de investigadores conformada por Freud y Saint Saens. Pero la marquesina completa cuenta con otros bombillos de gran potencia: Wilfredo Cisneros, Gerardo Soto, Marco Alcalá, Pastor Oviedo, Christopher Peinado, Luis Sarmiento, Rafael Carrillo, Homero Díaz, Carlos Sánchez Torrealba, Roberta Zanchi y Sheila Monterola.

En medio de la fauna escénica aparecen nada más y nada menos que el pintor Pablo Picasso, el compositor Erik Satie, el piloto Franceso Baracca y el arrebatado actor trágico francés Jean Mounet Sully.

La producción se ha planteado el reto de que cada personaje tenga un cambio de vestuario mientras transcurre la pieza. Para esto han sido llamadas de nuevo a formar equipo las talentosísimas Eva Ivanyi y Raquel Ríos, quienes diseñaron y confeccionaron cincuenta cambios completos de vestuario.

Mientras el público ríe, en el telón de fondo se van armando algunos acontecimientos que desembocarán en la trágica Primera Guerra Mundial, porque como lo explica Luigi Sciamanna, “la obra teatral debería parecerse un poco al cuadro. La pintura muestra a una mujer que sonríe, pero tiene de fondo un paisaje brumoso, lleno de misterio y peligro”.

Mención especial merece el póster de la obra, diseñador por Simonette Antoni, también creadora de toda la campaña visual de la saga y que desde ya ha despertado elogiosos comentarios por la forma llamativa y divertida como ha intervenido la célebre obra de Da Vinci.

El equipo de producción lo forman Marisela “Cocó” Seijas y Andrea Miartus. El diseño y realización escenográfica está a cargo de una terna de lujo: Oscar Salomón, Jesús Rojas y Heberto Martínez. Las pelucas, tocados y sombreros son de David Morales. Las coreografías corresponden al bailarín y coreógrafo Armando Díaz. El registro fotográfico es de Adán Zárate y la iluminación de Manuel Troconis. En el trabajo y asistencia escénica están Víctor Vivas, Fernando Garantón y Moisés Rivas, todos bajo la dirección y puesta en escena de Luigi Sciamanna.

La obra se ha estado presentando desde finales de abril en una serie de funciones que se extenderá hasta los sábados y domingos 30 y 31 de mayo y 6 y 7 de junio, a las 3 de la tarde, en el teatro Humboldt de la Asociación Cultural Humboldt, ubicada en la avenida Los Próceres con avenida Juan Germán Roscio, en San Bernardino (Caracas). El espacio cuenta con estacionamiento y vigilancia. La entrada cuesta 450 bolívares.