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Mauthner en Borges
"Yo soy un lector, simplemente. A mí no se me ha ocurrido nada. Una de las reseñas incluidas en Discusión le sirvió a Borges para mencionar el Diccionario de la Filosofía de Fritz Mauthner como uno de los cinco libros más anotados y releídos por él, calificándolo de admirable y traduciendo una frase del tercer volumen: "Parece que los animales no tienen sino oscuros presentimientos de la sucesión temporal y de la duración. En cambio, el hombre, cuando es además un psicólogo de la nueva escuela, puede diferenciar en el tiempo dos impresiones que sólo estén separadas por 1/500 de segundo...". El 30 de abril de 1937, en El Hogar, reiteró que junto con Schopenhauer y Lidell Hart, la obra de Mauthner le causaba un goce ejemplar. Entre los libros consultados para escribir su ensayo "La doctrina de los ciclos" (ver Historia de la eternidad) destacó el Wörterbuch der Philosophie, en una edición de Leipzig de 1923. En el prólogo de Artificios, fechado en 1944, comparó, como uno de sus autores predilectos, a Mauthner con De Quincey, Stevenson, Chesterton, Shaw y León Bloy. La admiración no desapareció con el tiempo, hecho nada raro en un relector como lo era él, y en "El idioma analítico de John Wilkins" escribió que Mauthner le fue imprescindible para elaborar la nota, con una variación: esta vez la edición o el tomo utilizado fue de 1924. En Atlas (1984) hay un texto titulado "Ars Magna", donde Borges recordó a su autor querido: "Mauthner observa que un diccionario de la rima es también una máquina de pensar", frase que casi textualmente repite una empleada en un artículo sobre Raimundo Lulio y su máquina de pensar, publicado en "El Hogar" el 15 de octubre de 1937: "Agudamente anota Fritz Mauthner —Wörterbuch der Philosophie, volumen primero, página 284— que un diccionario de la rima es una especie de máquina de pensar...". Esta pasión de Borges por Mauthner, novelista, crítico y filósofo alemán nacido en 1849 y muerto en 1923, sentenciado a un olvido de alquiler por todos los diccionarios que conozco, ha pasado completamente desapercibida. Un poco lo que dice Enrique Anderson Imbert en "El éxito de Borges" (incluida en su libro El realismo mágico y otros ensayos): "Se buscan coincidencias entre Borges y Lévi-Strauss, Foucault, Todorov, Barthes o Steiner en vez de señalar que la fuente filosófica de Borges fue el viejo Wörterbuch der Philosophie de Fritz Mauthner". No imagino las causas de tal elusión, pero sí sé que una obra tan feliz como La filosofía de Borges de Juan Nuño llega al escamoteo de una cita a pie de página. Ninguna biografía propone siquiera la más leve sugerencia. En el caso de las entrevistas, de las excesivas entrevistas que Borges concediera, tampoco encuentro algo que sobresalga. Hasta la fecha, el único aporte que resguarda, analiza e historia la influencia del pensador alemán sobre el argentino es un estupendo ensayo de Silvia G. Dapía, aún sin versión castellana. Su libro, Die rezeption der Sprachkritik Fritz Mauthner im Werk von Jorge Luis Borges (Böhlau, 1993), austero, erudito, magníficamente dispuesto, rescata el enorme tejido de relaciones existente entre Mauthner y Borges. Restituir el trasfondo de esa obra en este artículo, aun cuando sólo sea en forma breve, creo, permitirá abrir un camino que, entre nosotros, constituiría una aproximación indispensable e inusual. W. M. Urban ha escrito ya que "el lenguaje es el último y el más profundo problema del pensamiento filosófico". J. M. Briceño Guerrero, en El origen del lenguaje", apoya esta tesis señalando que "la estructura del conocimiento es lingüística". Mauthner lo sabía: pionero con voluminosos estudios, puso de manifiesto que la realidad de la filosofía es, esencialmente, lingüística. De ahí que Dapía prefiera en su texto ignorar cualquier otra vertiente de influencia de Mauthner sobre Borges que no sea la demostración, en 8 relatos fundamentales, del uso de una interpretación crítica del lenguaje como tema. En "Pierre Menard, autor del Quijote", encontraríamos la interpretación temporal del lenguaje; en "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" estaría presente la Sprachkritik de Mauthner, por la discrepancia entre lenguaje y realidad; en "Emma Zunz" se expondría la Wortaberglaube o superstición de la palabra, creencia que respaldaría la existencia de una palabra por la existencia de un objeto; en "Tema del traidor y del héroe" se impondría el mismo aspecto; en "Tigres azules" estaría la tesis mauthneriana de la insuficiencia lógica del lenguaje; en "El otro", se vindicaría la naturaleza metafórica de todo lenguaje; en "El inmortal" se defendería el poder arquetipal sobre los procesos mentales individuales y en "El Congreso", el relato más ambicioso de Borges, se probaría la arbitrariedad de los sistemas de clasificación lingüística. Alguna vez Borges admitió que no era filósofo ni metafísico, sino un explorador de las posibilidades literarias de la filosofía. En algún punto, esa exploración incluyó los prodigios de Plotino, Berkeley, Schopenhauer, Hume, Spinoza, Russell: gracias a Silvia G. Dapía sabemos que también tuvo al misterioso Fritz Mauthner como centro.
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