Letralia, Tierra de Letras Año VIII • Nº 97
4 de agosto de 2003
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Letras
El novio
Ransom Carlos Wilson

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Yo soy María Rosas. Tenía una amiga, Juanita, cubana como yo. Fuimos a la escuela juntas, y hablábamos todos los días y todas las noches, pero ahora no hablamos tanto como solíamos. Mentira. Es que ahora ella vive en Ponce y yo en San Juan.

Ella solía tener un novio que se llamaba Carlos, quien vivía con ella. El año pasado, cuando ellos estaban de vacaciones en San Juan, me visitaron y nos vimos por un rato. Recuerdo que Juanita y yo cenamos a solas una noche mientras Carlos fue a visitar unos amigos. Después de que ella y yo bebimos un poco y ella se puso algo ebria, reventó. Me dijo que la verdad era que no era muy fácil vivir con Carlos, que él era un cerdo que no podía poner nada en su lugar. Según ella, arrojaba su ropa sucia por todo el apartamento, generalmente en el suelo. Me contó que cada vez que él fumaba ella temía que hubiera un incendio, porque no usaba un cenicero aunque ella lo hubiera puesto cerca. Las cenizas caían por todas partes, porque cuando él se exaltaba usaba las manos con violencia para hablar y gesticulaba como un mimo drogado. Recuerdo que a él le gustaba comer; nadie diría que estaba flaco. Según Juanita, a menos que hubiera comido bastante y no tuviera hambre, él no quería hacer nada con nadie. Juanita me contó además que Carlos no era muy amable por la mañana. Incluso, una mañana cuando un mensajero vino a traerle un paquete a ella, era demasiado temprano para Carlos y él le gritó un par de improperios al mensajero. Quería hacerle daño y castigarle. Después de que Carlos le gritó al mensajero por venir tan temprano, rechazó aceptar el paquete y el pobrecito salió corriendo. Entonces Carlos sacó su fusil y le disparó. Juanita dijo que según Carlos en realidad él trató de errar el tiro muy cerca del mensajero para asustarle. Ella temía que la policía viniera. Pero me dijo que, gracias a Dios, la bala no alcanzó al mensajero. No pasó nada y ellos no oyeron nada de él ni de la compañía para la cual trabajaba. Al día siguiente, otro mensajero que parecía muy nervioso trajo el paquete sin otro incidente, pero en la tarde.

Juanita me contó que, a pesar de todo, Carlos era muy religioso e iba a la iglesia dos o tres veces por semana. Según Juanita, él creía que los curas no podían equivocarse ni ser malas personas. Pensaba que el escándalo sexual no era verdadero y había sido inventado por los ateos. Para espantarlos incluso tenía unas fotografías del Papa en la pared del dormitorio. Juanita dijo que en una fiesta él tuvo una pelea con alguien por el escándalo sexual de la Iglesia. La victima terminó en el hospital y Carlos fue arrestado, pero el juez no lo encontró culpable.

Según Juanita, Carlos era muy generoso con los pobres y no podía pasar al lado de un mendigo sin darle dinero. Ella dijo que a veces parecía que los mendigos a los que les daba dinero no eran indigentes, sino más bien estafadores. Una vez Carlos tuvo un enfrentamiento con alguien que dijo que un mendigo era fraudulento. Juanita me contó que la verdad es que Carlos tenía muchas peleas. Cuando le pregunté por qué era su novio, me dijo que era un buen hombre y le amaba. Sólo eso. Unos días después de que Carlos salió de su casa y se mudó a la de su madre para cuidarla, yo le pregunté a Juanita si estaba triste porque Carlos había salido de su vida, y si lo echaba mucho de menos. No dijo nada. Sólo sonrió con una sonrisa extraña. Ella entonces no permitió que Carlos volviera a su casa y envió una caja con sus cosas (incluyendo las fotografías del Papa) a la casa de su madre.

Podría decir que Carlos era un novio sincero, con muchas cualidades, buenas y malas. Sin embargo, muy pronto después de que Juanita no permitió que Carlos volviera a su casa, ella se echó un nuevo novio y, por lo que he escuchado, Juanita se aburre con él. Aunque ella me dice que el nuevo novio es mucho más tranquilo y calmado que Carlos, creo que también es menos interesante. Quizás el novio de ahora no pueda tomar el lugar de Carlos, aunque, eso sí, puede usar sus zapatos, porque los pies de ellos son del mismo tamaño. Carlos dejó un par en un armario y Juanita no lo encontró hasta que envió la caja a la casa de su madre.

Ahora Carlos vive conmigo. Quizás eche raíces aquí conmigo y compartamos el rumbo de la vida. Para mí de veras es un buen hombre y un buen novio. Es honesto, sincero y generoso y creo que tiene explicaciones para mucho de lo que pasó con Juanita y las cosas sobre las que Juanita se quejaba. Después de mudarse conmigo, no ha tenido ninguna pelea con nadie. Sólo me ha pedido prestado un poco de dinero para dar a la iglesia. No necesito mucho más tiempo para limpiar mi apartamento y mis gastos no han aumentado, no mucho. Él usa un cenicero cuando lo pone cerca de él y no hemos tenido un incendio.

Carlos me dice que tiene un problema médico que influye en sus emociones. Dice que, según el médico, cuando no ha comido el azúcar de su sangre está demasiado baja y tiene problemas en controlar lo que hace. Dice que los jueces conocen este problema y que algunos acusados lo han usado como defensa o atenuación y han tenido éxito. Él dice que esta es la razón por la cual tiene exceso de peso, y cuando haya un tratamiento para este problema, perderá todo el peso que no necesita. Según Carlos, aunque tratara de poner cenizas dentro de los ceniceros, cada vez que fumaba siempre se quedaban por ahí, volando. El abanico y el viento volaban las cenizas. Él dice que no tiene problemas con los ceniceros en mi apartamento y admitió que se exalta muchísimo, pero dice que es porque es muy apasionado, un verdadero latino. Según Carlos el mensajero a quien disparó dijo cosas horribles respecto a Juanita y trató de robarles. Me dijo que trató de errar un tiro muy cerca del mensajero y asustarle sólo para que saliera y no viniera otra vez.

Él admitió que había dejado a Juanita pero me dijo que la dejó para ir a la casa de su madre a cuidarla porque estaba enferma y que Juanita no le permitió volver cuando su madre se recuperó. No ha logrado obtener trabajo todavía y por eso se pasa todo el día con amigos o mirando telenovelas. Sé que ha tratado de conseguir un trabajo, pero no ha tenido éxito. Una vez fue culpa mía porque olvidé cargar suficiente el teléfono que le había prestado, y no funcionó cuando trató de llamar a su entrevistadora para avisarle que llegaría tarde a su entrevista. Se había levantado demasiado tarde y perdió el tren.

Recibí una carta ayer que sólo tenía dos palabras: "Pobre inocente". No estaba firmada, pero la escritura era semejante a la de Juanita. No comprendo.

Ayer Carlos me pidió que le dijera a Juanita que enviara los zapatos que él dejó en el armario.


Yo soy la madre de Juanita. Carlos es un hombre horrible; está podrido por dentro. Cuando le conocí por primera vez, me alucinó. Podía fingir tener modales finos, pero muy pronto me di cuenta de que no. Aprendí que era una de las heces de la sociedad, una escoria que siempre se aprovechaba. Quiere que todo el mundo haga lo que él quiere y viva según su horario, a su conveniencia. No quiere trabajar. No puedo creer lo perezoso que era y la cantidad de dinero que le sacó diciendo que iba a dárselo a los mendigos o a la iglesia, pero que usaba para pagar sus deudas de juego. Juanita se esmeraba en cuidar la casa y a Carlos cuando él vivía allí. Es un cobarde. Tenía muchas peleas, pero nunca con alguien que pareciera más fuerte. Se lo dije a Juanita muchas veces, pero no me creyó hasta que él se fue de su casa supuestamente para cuidar a su madre, y Juanita encontró cartas de sus amigos sobre sus deudas de juego que contaban cómo ellos estaban muy impresionados de que él hubiera obtenido el dinero de ella para pagarlas. Es por eso que ella dijo adiós a Carlos. Antes de eso, cuando le dije que debería despedir a Carlos, ella había admitido que tenía imperfecciones, pero decía que sin embargo le amaba.

Écheme la culpa a mí de no haber hecho un mejor trabajo al saber cómo Carlos era desde el principio y no advertirla. Debí haberlo visto desde principio. Me alegró cuando ella decidió no pasar más tiempo con él. La verdad es que cuando Juanita me dijo que no le permitiría volver a vivir con ella, eché a llorar porque estaba tan alegre y emocionada. Me gustaría que Carlos sufriera por sus pecados, pero de veras lo más importante es que ya no está con ella.

Ojalá que Juanita aprenda de esa experiencia y no lo repita. Gracias a Dios no se casará con él. Espero que María le conozca antes de que pase mucho tiempo y no pase tanto tiempo con él como lo hizo Juanita. No creo que María sepa que Carlos usó el dinero de Juanita para pagar sus deudas. ¿Qué pasaría si supiera? Pienso hablar con la madre de María para prevenirla. Voy a llamarla.

No conozco muy bien al nuevo novio de Juanita. Parece mucho más tranquilo y calmado que Carlos. Tiene que ser mejor que Carlos, ¿no?


Yo soy el padre de Juanita. Antes de que se mudara de su casa, había decidido matar a Carlos, pero gracias a Dios se mudó y no tuve que hacerlo. Al principio pensé que Carlos era muy religioso, pero muy pronto me enteré de que no. Es muy egoísta, sólo piensa en sí mismo y no trataba a Juanita como debía. Ella merece mucho más. Yo temía que la golpeara. Si eso hubiera pasado, lo habría matado. Ojalá que el nuevo novio de Juanita sea mejor. No me gusta que viva con ella. El mundo ha cambiado. Quizás tendré que matarle si no se casa con Juanita. Pero si ella se embaraza, no voy a matarle porque quiero que el niño tenga padre.


Yo soy la madre de María Rosas. No sé de veras qué tipo de hombre es Carlos. Parece ser muy amable y tener modales finos. También parece muy religioso; me gusta que vaya a la iglesia con frecuencia y que haya puesto fotografías del Papa en una pared del dormitorio. La verdad es que no le conozco muy bien. No sé si sea un buen hombre para ella. No comprendo por qué no ha logrado obtener un trabajo. Parece pasar demasiado tiempo mirando telenovelas y jugando por dinero.


Yo soy la madre de Carlos. Él es un buen hombre, un hijo fantástico. Cada vez que hablo de él me viene un orgullo. Él es un caballero; tiene buenos modales. Siempre me trataba con cariño. Él siempre me cuidaba cuando estaba enferma. No puedo creer que la última vez la maldita Juanita no lo aceptara y le dijera que no volviera a su casa después de que me recuperé. Ella nunca le daba ánimos a Carlos para tratar su problema médico, sólo le criticaba y se quejaba. Espero que los médicos tengan cura prontísimo. Ha tenido problemas toda su vida, ninguno ha sido su culpa. No le creí a su profesor cuando decía que Carlos carecía de disciplina. Tiene toda la disciplina que necesita.

Nunca comprendí a Juanita. Ojalá que las cosas sean mejores para Carlos con María y que puedan evitar los baches en la calle de su vida juntos.


Yo soy Juanita. No comprendo por qué tenía a Carlos por novio. Mentira. Lo sé. Era porque estaba loca, loca de amor. Mi mamá me advirtió muchas veces, pero no puse atención. Escuchaba, pero la ignoraba; me entraba por un oído y salía por el otro. También él se transformaba. Las cosas se fueron por el camino contrario. Al principio parecía un príncipe, pero luego fue una rana con muchas verrugas feas y que eructaba sin pedir perdón o sin reconocerlo. Al principio me trajo flores y me daba masajes; luego sus manos pasaban casi todo el tiempo agarrando cigarros o las usaba sólo para rascarse los cojones. Le escribí una carta a María. Pero quizás debiera escribir más, ¿no?


Yo soy Carlos. No comprendo por que hay tanta confusión. Pienso que soy un buen hombre. Amo y respeto a Dios y a la Iglesia. Voy a la iglesia casi todos los días. Creo que los curas no se equivocan y no son malas personas y que el escándalo sexual fue inventado por los ateos. Una vez alguien en una fiesta dijo que yo no tenía razón al decir eso. No fue culpa mía haber querido castigarle, ni que lo golpeara y rompiera una silla sobre él (claro que a esa hora el azúcar de mi sangre estaba muy baja). La silla estaba allá y sólo la cogía y lo golpeé en la cabeza. Como la silla era un poco pesada, me hice un poco de daño en la espalda cargándola, pero ahora estoy bien. Al que golpeé sólo estuvo en coma por un día y en el hospital por una semana. Menos mal que el juez de mi caso era muy religioso y estaba de mi lado —del lado de Dios y la Iglesia.

No sé por qué no he logrado obtener trabajo. La última vez que tuve una entrevista de trabajo no fue culpa mía que el tren que tomé estuviera retrasado y perdiera la entrevista. Traté de llamar a mi entrevistadora pero María había olvidado cargar el teléfono que me había prestado y no funcionó cuando lo necesité. Después, cuando fui a un teléfono público, no pude encontrar el número. Como dije, no fue culpa mía. Aunque creo que merezco un alto cargo, quizás Dios no quiera que yo trabaje. Tuve un problema con deudas de juego, pero pronto voy a Jugadores Anónimos. Estoy seguro de que esto lo resolveré enseguida.

Ojalá que María sea más comprensiva y amable que Juanita.


       

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Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 18 de agosto de 2003 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes