El “Che” Guevara en África: historia de un engaño

Comparte este contenido con tus amigos

El “Che” Guevara

Hoy es un viejo con todos los síntomas de la muerte tocando a su puerta, pero Fidel Castro tiene mucho que contar cuando llegue donde estará con su compañero el “Che” Guevara.

Como saben los que le han conocido, el dictador cubano no tiene amigos, todo el mundo alrededor de él es considerado un prospecto de futuro traidor o al menos alguien que pudiera sabotearle su control al mando de la revolución. Cualquier acción o movimiento que hiciera nunca se le podría considerar en beneficio de algo o de alguien si no fuera en afianzar su poder. El poder que aún ante la muerte persiste en mantener. Su poder.

Durante toda su vida Fidel Castro utilizó a todos a su alrededor para cubrir con pasos medidos los episodios de sus sueños de conquista, entonces en “aras de la dictadura del proletariado” porque entonces convenía a sus intereses. La URSS estaba lejos y él podía maniobrar con los viejos bonzos, organizados seguidores de la doctrina comunista en el ámbito nacional, al mismo tiempo que ganaba tiempo.

 

Qué hacer con el “Che”

Al triunfo de su revolución en 1959 Fidel Castro necesitaba entretener al “Che”, aquel audaz ideólogo, a quien movió de un lugar a otro dentro del país para más tarde “convencerlo” de la necesidad de muchos Vietnams alrededor del mundo; para entretener a sus enemigos internacionales, asegurándole que él sería el Jefe absoluto de todos los logros revolucionarios. Fidel Castro sabía que el argentino chocaría tarde o temprano con él por la diferencia de sus culturas y ambiciones.

Era el momento de quitárselo de encima. Así es que lo convence para lanzarlo a nuevas conquistas, cosa que fue fácil en ese terreno fértil de las ambiciones personales de su antiguo compañero revolucionario. El “Che” nunca comprendió que Fidel fácilmente aparentaría tener todos los medios necesarios en el extranjero para ayudar en esos fantásticos planes “de liberación” y entonces cortar éstos la ayuda prometida para que “las oligarquías” se ocuparan del ilusionado argentino. Un plan magistral donde Castro tenía todas las de ganar.

 

“Che” Guevara: aventura africana

Guevara viaja al África el 19 de abril de 1965 para apoyar al movimiento marxista Simba, que aprovecha los problemas internos del Congo y que dirige Laurent Kabila; viaja con el nombre de Ramón Benítez, acompañado del capitán cubano negro Víctor Dreke y otros 100 afrocubanos. Desde su llegada observa cómo los principales de los considerados líderes africanos de liberación pasan el tiempo en lugares de esparcimiento y lupanares en las ciudades, todos ajenos de la lucha que el “Che” y el resto de los cubanos vienen a integrar. Su estancia en África dura varios meses y es uno de los más fuertes golpes que “Che” recibe en su ilusión ante la realidad que ve allí. Sin darse cuenta de la trama de esta sangrienta novela que Fidel Castro ha tramado, el “Che” se comunica con éste tratando de explicarle que “les han vendido un tranvía de grandes dimensiones”... que allí la realidad es otra. En vez de las legiones de revolucionarios africanos dispuestos a seguirlo, sólo existen bandas desconectadas que sobreviven en la selva, todo lo pierden sin combatir, sobran hombres armados y faltan soldados y “no podemos liberar solos a un país que no quiere luchar”. Como él comprueba y reconoce en este lugar elegido para sacudir la modorra africana, tampoco hay hambre de tierra, una de las bases ideológicas del dogmatismo de entonces.

Guevara se critica a él mismo por haber tomado sus propias fantasías revolucionarias como datos reales, está indignado con su propia ligereza para embarcarse en la aventura del Congo conociendo tan poco sobre la profundidad del problema.

Este realismo al que es empujado sin contemplaciones se pierde, sin embargo, en el siguiente capítulo de la vida del “Che”, cuando se internará para morir en una Bolivia que creía conocer.

Todo se veía tan bien en el papel. Sin embargo, el congoleño considera ser transporte de cargas pesadas como por debajo de su dignidad y se desvía, aburrido, cuando los cubanos tratan de hacer una emboscada al enemigo en ese escenario. Para los supersticiosos guerrilleros africanos cualquier acción tiene que ser apoyada en “Dawa’’ y pociones mágicas, fomentada por los brujos para la victoria, vaciando entonces sus cargadores en el cielo con los ojos cerrados. Peor aun, “cada uno de nuestros combatientes había presenciado con tristeza tropas de asalto que se desvanecen en el momento del combate y tiran sus armas preciosas para huir más rápidamente’’, registra Guevara. Sus líderes sobrepasan y eclipsan a los soldados de a pie por estos defectos. Laurent Kabila, el jefe de la revuelta, rara vez se dignó a visitar el frente. Y Guevara, protegido de la lluvia torrencial en chozas infestadas de piojos, plagado por la malaria y la disentería, recibe informes de borracheras de Kabila en Dar es Salaam.

Dentro de siete meses de la revolución ésta se convirtió en una derrota.

 

El final

Sin embargo, Guevara es demasiado inteligente para poner toda la culpa a los congoleños. Los cubanos, confiesa, eran demasiado confiados (?) y cometieron errores de aficionado. Llegaron todos mal informados, se espera que estén operando en terreno plano, no montañas. El único traductor de swahili, el idioma local, es un niño de corta edad, Freddy Ilanga, que con el tiempo se salva de la muerte al poder huir con Guevara para Cuba, donde aún hoy vive sin poder regresar a su tierra y su familia. La pobre opinión del “Che” sobre el dirigente congolés Kabila la representa en una nota al gobierno de Cuba, donde dice “nada me llega a convencer que Kabila es el dirigente en este momento de África”.

Todavía el “Che” Guevara no ha reconocido la habilidad de quien lo ha mandado allí y lo que se esconde detrás de este secreto que nunca supo o no quiso comprender y que en repetición (Bolivia) lo lleva más tarde a su muerte.

En aquel momento mercenarios surafricanos, junto con operativos cubanos exilados llevados allí por la CIA, trabajan junto a las Fuerzas Nacionales del Congo para perseguir a Guevara y su grupo. En una ocasión lo arrinconan cerca de la villa de Fizi en el lago Tanganika al monitorizar las comunicaciones de los cubanos donde se pueden descubrir con antelación sus planes. Las transmisiones son interceptadas desde un barco de los Estados Unidos, el USNS Private José F. Valdez (T-AG-169), anclado frente a Dar es Salaam en el Océano Indico.

Ya para noviembre 20, 1965, enfermo con disentería, sufriendo de fuertes ataques de asma y descorazonado con los siete meses de frustración, Guevara deja el Congo con los cubanos sobrevivientes, seis de los originales 12 que habían llegado con Víctor Dreke habían muerto, y se aferra a la idea de huir cuando dice: “Es mejor retirarse que morir allí sabiendo que los líderes son corruptos; no se puede liberar a una nación que no quiere luchar”, repite una y otra vez. El elemento humano ha fallado y termina diciendo: “Esta es la historia de un fracaso”.

Después de varios meses en recorrido por el extranjero y embajadas cubanas en el exterior, llega Guevara a Cuba de incógnito, solo para estar con su familia, sin Fidel Castro darlo a conocer públicamente.

Solo en el discurso del Primero de Mayo de 1967 en Cuba el comandante Juan Almeida, entonces ministro de las Fuerzas Armadas Cubanas, da a conocer que el “Che” Guevara estaba “sirviendo a la revolución en algún lugar de Latinoamérica”...

Su suerte estaba sellada.

 

Nota: El autor de este artículo fue compañero del “Che” cuando ambos trabajaban en el Banco Nacional de Cuba.